Introduce tu búsqueda

El sendero azul
FICX Imatge Permanent
  • [4][Portada][slider3top]
    Cine Alemán Siglo XXI

    «O Corno», de Jaione Camborda, Concha de Oro

    Palmarés de la 71ª edición del Festival de San Sebastián:


    El segundo largometraje de ficción de Jaione Camborda, O corno, ha conseguido la Concha de Oro de la 71ª edición del Festival de San Sebastián. Un galardón que otorga un enorme impulso a la creadora de la fantástica Arima (2019), su ópera prima. Es la primera vez, en la historia del certamen donostiarra, que una directora española obtiene la Concha de Oro; también es la primera vez que lo consigue un trabajo dialogado en lengua cooficial (gallego). O Corno, que será distribuida por Elástica Films, narra la supervivencia de una mujer que huye a través de los salvoconductos del contrabando entre Galicia a Portugal en los años 70 tras un desafortunado suceso en su Illa de Arousa natal. El 11 de octubre llegará a los cines.

    • Concha de Oro a la mejor película: O corno, Jaione Camborda (España).
    • Premio especial del jurado: Kalak, Isabella Eklöf (Groenlandia).
    • Concha de Plata a la mejor dirección: A Journey in Spring, Tzu-Hui Peng Y Ping-Wen Wang (Taiwán).
    • Concha de Plata a la mejor interpretación protagonista: Marcello Subioto por Puan (Argentina) ex aequo Tatsuya Fuji por Great Absence (Japón).
    • Concha de Plata a la mejor interpretación secundaria: Hovik Keuchkerian por Un amor (España).
    • Premio del jurado al mejor guion: María Alché, Benjamín Naishtat por Puan (Argentina).
    • Premio del jurado a la mejor fotografía: Nadim Carlsen por Kalak (Groenlandia).
    • Premio Nuevos Directores: Bahadur the Brave, Diwa Shah (India).
    • Premio Horizontes Latinos: El castillo, Martín Benchimol (Argentina).
    • Premio Zabaltegi: El auge humano 3, Eduardo Williams (Argentina).
    • Zabaltegi / Mención especial: El juicio, Ulises de la Orden (Argentina).
    • Premio FIPRESCI: Fingernails, Christos Nikou (Estados Unidos).
    • Premio del público: La sociedad de la nieve, Juan Antonio Bayona (España).
    • Premio del público a la película europea: Io capitano, Matteo Garrone (Italia).



    por Emilio M. Luna
    septiembre 30, 2023

    Palmarés de la 71ª edición del Festival de San Sebastián: «O corno», de Jaione Camborda, Concha de Oro

    por Emilio M. Luna | septiembre 30, 2023
    || Críticas | ★★★☆☆
    Golpe de suerte
    Woody Allen
    Azares y faltas


    Rubén Téllez Brotons
    Madrid |

    ficha técnica:
    Francia, 2023. Título original: Coup de chance. Dirección: Woody Allen. Guion: Woody Allen. Fotografía: Vittorio Storaro. Reparto: Lou de Laage, Niels Schneider, Melvil Poupaud, Valerie Lemercier, Elsa Zylberstein, Grégory Gadebois, Guillaume de Tonquedec, Bárbara Goenaga.

    Fanny (Lou de Laage), pese a su corta edad —apenas roza la treintena—, ha tenido una vida de lo más movida: durante su etapa universitaria, se vistió con los trajes de la rebeldía y el hedonismo para pasearse de fiesta en fiesta dejando los libros en un plano secundario; después se casó con un músico hippie con el que ondeaba la bandera de la bohemia mientras vivían de forma precaria en sótanos y desvanes; una vez que su marido pasó a mejor vida, tuvo que luchar contra el dolor y la soledad mientras intentaba, de forma desesperada, buscar su camino en el mundo; cuando estaba a punto de perder la batalla, conoció a Jean (Melvin Poupaud), un millonario inversor que había construido su fortuna sobre los huesos del delito y la ilegalidad y que, nada más verla, se enamoró profundamente de ella. Con el paso del tiempo y la llegada de la madurez, terminó casándose con él, consiguiendo un trabajo tan estático como aburrido en una galería de arte y observando de forma impasible cómo sus días se esfumaban entre fiestas burguesas con hedor a hipocresía y ostentación e infinitas sesiones de caza organizadas por su esposo. Así hasta llegar a la actualidad. El día que, movida por los hilos del azar, se cruce por la calle con Alain (Niels Schneider), un antiguo compañero de clase que, de buenas a primeras, le confiesa su amor, la posibilidad de iniciar una relación con él —primero de amistad, más tarde, sentimental— se presentará como la única forma de inyectarle una dosis de adrenalina a su plúmbea existencia.

    A primera vista, Golpe de suerte podría parecer una nueva cinta en la que el Allen más aventurero se adentra en tierras europeas con el objetivo de retratar con un romanticismo desbordante la ciudad en la que acontece la historia, descuidando, como consecuencia, la construcción de los personajes y su desarrollo dramático. Nada más lejos de la realidad. La idea del director no es, en ningún caso, sacar postales de los lugares más icónicos de París —Medianoche en París—, Barcelona —Vicky, Cristina, Barcelona— o San Sebastián —Rifkin´s Festival—, sino coser una comedia de enredos con los hilos de la carcajada y la tensión, utilizando, para ello, esa aguja tan afilada como necesaria llamada ligereza. El motivo por el cual la urbe no tiene aquí un papel protagonista ni los personajes son unos turistas fascinados hasta el éxtasis por su belleza es que la intención original del responsable de Annie Hall y Manhattan era rodar la película en Nueva York. La negativa de las productoras estadounidenses a financiar el proyecto y la disposición de algunas casas galas motivaron al cineasta a traducir el guion al francés y embarcarse en su primera aventura francófona.

    Una danza de sonrisas, besos furtivos, mentiras y muchas casualidades, eso es lo que filma Woody Allen en Golpe de suerte, cinta estrenada con mucho ruido y polémica en la pasada edición del Festival de Venecia.


    El resultado es una película de fácil digestión que emplea el azar como elemento publicitario más que como objeto de estudio. Principalmente, porque en Match Point Allen ya sentenció con una incisión lacerante lo que realmente significa tener suerte en la vida —nacer en el seno de una familia adinerada, poderosa, para poder dormir en una cuna de algodones dorados— y, por tanto, dedicarle otra obra al mismo tema sin haber llegado a conclusiones nuevas sería profundamente aburrido. Golpe de suerte, en consecuencia, utiliza la casualidad como efecto cómico, se interesa por las posibilidades narrativas que ofrece, por su funcionalidad a la hora de iniciar una historia, de hacerla avanzar y, más extremo, de ponerle el punto y final. Las excéntricas situaciones marca de la casa y los diálogos escritos con la habitual mordacidad e ironía se suceden por la pantalla como una exhalación, algunos con más gracia que otros, pero siempre con la intención de sacar la sonrisa del espectador a través de la apelación a su inteligencia, rechazando en todo momento el humor de brocha gorda.

    Una brocha gorda que sí se hace palpable en la puesta en escena. La dejadez crónica de Allen a la hora de planificar los encuadres y los movimientos de cámara se complementa a la perfección con la tendencia al exceso de un Vittorio Storaro desatado que agolpa sobre la pantalla todos los recursos expresivos de los que dispone. La nula funcionalidad de dichos recursos los termina convirtiendo en ornamentos profundamente barrocos y desconcertantes. Las meritorias interpretaciones del trío protagonista y los aciertos del libreto compensan, en parte, los descuidos más aparatosos que tiene una cinta que, sin ser de las mejores de la filmografía de su director, deja un buen sabor de boca una vez aparecen los créditos finales.


    por Rubén Téllez Brotons
    septiembre 29, 2023

    Crítica | Golpe de suerte

    por Rubén Téllez Brotons | septiembre 29, 2023

    El papel de las Criptostartups españolas en la inclusión financiera

    Economía contemporánea

     

    Las criptostartups representan una iniciativa revolucionaria que ha estado creciendo sobremanera en España y, hoy en día, es muy habitual escuchar a uno que otro español comentando sobre el papel que tienen estas empresas para con la inclusión financiera del país.

    Las startups de criptomonedas tienen como objetivo el empoderar a las personas con diversas maneras de ahorrar, invertir, pedir prestado y administrar sus recursos financieros de una manera sencilla y cómoda.

    Se pueden encontrar muchas plataformas en línea donde los usuarios se pueden familiarizar más con los conceptos importantes de este entorno y aprender más sobre este tema, como en uno de los más destacables btc casinos bet999.

    Ahora bien, para conocer un poco más sobre el cómo las criptostartups en España tienen un rol fundamental para con la inclusión financiera en el país, debe seguir leyendo el presente artículo a continuación.

    ¿Qué es la inclusión financiera?

    En el ámbito de la economía y las finanzas, la inclusión financiera se refiere a la disponibilidad y accesibilidad de los servicios financieros para todos los segmentos de la sociedad, especialmente aquellos que tradicionalmente están desatendidos o excluidos. Dándoles formas de ahorrar, invertir, pedir prestado y administrar sus recursos financieros, su objetivo es empoderar a las personas con acceso limitado a los sistemas bancarios formales.

    Desempeño de las Criptostartups en la inclusión financiera

    Las criptostartups en España, mediante el uso de la descentralizada y transparente tecnología blockchain, desempeña un papel de gran importancia en el avance de la causa de la inclusión financiera. Así es cómo:

    Accesibilidad

    Los usuarios pueden acceder a servicios financieros sin la necesidad de intermediarios como bancos porque la tecnología blockchain de las criptostartups funciona en una red descentralizada. Esto es particularmente ventajoso para aquellos que viven en áreas remotas o desatendidas y no tienen acceso fácil a instituciones financieras convencionales.

    Costos más bajos

    Los costos administrativos y las tarifas de transacción son comunes en los sistemas financieros convencionales. La naturaleza mutua de Blockchain reduce estos costos generales, lo que hace que las transacciones financieras sean más económicas, especialmente para transacciones de pequeño valor que antes no eran económicas.

    Verificación de identidad

    La falta de identificación adecuada para una gran parte de la población mundial es una barrera significativa para que se pueda llevar a cabo la inclusión financiera. Las personas sin documentación formal pueden acceder a servicios financieros de forma segura utilizando las capacidades de mantenimiento de registros de blockchain seguras e inmutables que se encuentran en las criptostartups.

    Transacciones transfronterizas

    Las remesas de los familiares que trabajan en el extranjero son una fuente importante de ingresos para las personas de los países en desarrollo. Las plataformas basadas en blockchain pueden reducir los retrasos y los costos asociados con los métodos convencionales de envío de remesas, acelerando y agilizando las transacciones transfronterizas.

    Microfinanzas y préstamos entre pares

    Incluso sin una infraestructura bancaria tradicional, las criptostartups pueden facilitar iniciativas de microfinanzas y préstamos entre pares, permitiendo a las personas prestar y pedir prestados fondos dentro de sus comunidades.

    Transparencia y confianza

    Las transacciones financieras son a prueba de manipulación y fácilmente auditables gracias a la transparencia e inmutabilidad que ofrecen las criptostartups. Esto aumenta la confianza de los usuarios, especialmente aquellos que podrían haber tenido dudas sobre los sistemas financieros tradicionales.

    Contratos inteligentes

    Los contratos inteligentes, también conocidos como contratos programables de blockchain, automatizan la ejecución de acciones predeterminadas cuando se cumplen condiciones específicas. Esta función se puede utilizar para crear micropréstamos, pólizas de seguro y otros acuerdos financieros que se pueden ejecutar por sí mismos, lo que reduce la necesidad de intermediarios en las plataformas que manejan esta tecnología.

     

    Factores influyentes que dan forma a la adopción de Criptomonedas en España

    Entender las variables que afectan la adopción de criptomonedas en España muestra una compleja interacción de componentes importantes. Estos factores contribuyen a la toma de decisiones de las personas sobre las criptomonedas, como se puede encontrar en el entorno de las criptostartups. Cada uno de estos factores tiene un impacto distinto en el panorama general de la adopción de criptomonedas.

    Riesgopercibido

    El riesgo percibido resume las preocupaciones sobre el uso de criptomonedas, como problemas de seguridad y volatilidad del mercado. La evaluación de los riesgos asociados con las criptomonedas en España determina la comodidad con la que interactúan con estos activos digitales.

    Expectativa de rendimiento

    El término "expectativa de rendimiento" se utiliza para referirse a los beneficios y ventajas que se percibirán al adoptar criptomonedas. La percepción de las personas en España sobre cómo las criptomonedas mejoran las transacciones financieras, las inversiones y la accesibilidad influye en su decisión de incluir activos digitales en sus rutinas financieras.

    Condiciones facilitadoras

    Los factores externos que permiten la adopción de criptomonedas se consideran condiciones facilitadoras. Esto puede incluir regulaciones y plataformas fáciles de usar. Con las criptostartups en España, las decisiones de las personas de ingresar al ámbito de las finanzas digitales pueden verse influenciadas por un entorno favorable que respalde el uso de criptomonedas.

    Influencia social

    El impacto de los pares, la familia y las redes sociales en las decisiones de adopción de criptomonedas de las personas se refleja en la influencia social. El apoyo y la discusión en los círculos sociales en España pueden afectar las perspectivas de las personas y alentarlas o disuadirlas de adoptar las criptomonedas.

    Pensamientos finales

    En España, las criptostartups juegan un papel fundamental para la adopción de las criptomonedas y su inclusión financiera en el país, la cual se presentan como una fuerza revolucionaria a gran escala a medida que el panorama financiero continúa evolucionando. España está preparada para afrontar los desafíos y aprovechar las oportunidades, las expectativas de desempeño y las condiciones favorables que se obtienen al invertir en startups.

    La adopción de criptomonedas en España mediante el papel de las criptostartups depende de la educación, la seguridad, la claridad regulatoria y la experiencia centrada en el usuario. Al abordar estas cuestiones, España tiene la oportunidad de iniciar un futuro en el que los recursos digitales promuevan la equidad financiera y la creatividad; llevando así al país hacia el progreso financiero del futuro.

    por Redacción EAM
    septiembre 28, 2023

    El papel de las Criptostartups españolas en la inclusión financiera

    por Redacción EAM | septiembre 28, 2023
    || Críticas| 71SSIFF| ★★★☆☆
    Antier noche
    Alberto Martín Menacho
    Las ovejas del mañana


    Júlia Gaitano Mendizábal
    San Sebastián |

    ficha técnica:
    España, 2023. Dirección: Alberto Martín Menacho. Guion: Alberto Martín Menacho. Fotografía: Sara Gallego, Sergio Garot. Montaje: Alberto Martín Menacho. Producción: Pedro Collantes, David Fonjaraz, Louis Mataré. Música: Carreño.

    Un niño fascinado por la caza con galgos que lleva el pelo largo como «acto simbólico» de honra hacia sus abuelos; una chica que sueña con ser cantante mientras da el paso de grabarse y producir su primera canción desde el secreto de su dormitorio; un chaval que encadena trabajos en el campo como granjero, corchero… lo que se le presente, pero piensa en un mundo en el que no terminen explotados los de siempre; una mujer joven que intenta educar lo mejor posible a sus hijos mientras afronta la precariedad laboral en el ámbito rural, la incertidumbre de ser temporera. Podríamos decir que estos son los protagonistas de Antier noche, debut en el largometraje del madrileño Alberto Martín Menacho, aunque el retrato que este hace de los habitantes de Salvaleón, un pequeño pueblo de Extremadura, acaba de completarse con un plantel de figuras que, de lo auténticas que resultan, parecen ficcionadas. Salvaleón, además, también es el pueblo natal del abuelo del cineasta, motivo por el cual decide poner allí el foco para contar una historia que, en realidad, es fácilmente extrapolable a cualquier otra localidad que represente aquello conocido como «España vaciada». A pesar de que detrás de todas las historias que contiene Antier noche hay implícito el deseo de tener algo mejor, algo más justo, rentable, estable… se trata de una película luminosa. El carácter y carisma de los personajes, que se interpretan a sí mismos ante la cámara, sale a relucir más allá de las riendas ficcionadas que les sujetan.

    En todo el filme hay una pulsión documental innegable, ya desde ese inicio a modo de entrevista a Juanfran, el niño de larga melena, que cuenta con desparpajo el motivo de la longitud de su pelo. Esa pulsión es algo que va asomándose a lo largo de toda la película. Sin embargo, a la vez, los protagonistas están interpretando a personajes ficticios y, como tales, responden a lógicas mucho más limitantes, de estructuras y escrituras de guion. La clave en esta naturaleza híbrida que propone Martín Menacho estaría, quizás, en hallar un equilibrio que no llegara a ahogar el brillo natural de los protagonistas, que en ocasiones parecen algo encorsetados dentro de su trama de ficción. La mirada del cineasta, por eso, es extremadamente lúcida a la hora de dar en imágenes con esa esencia de la vida en el pueblo. Se da cuando deja espacio para que la narración quede en pausa y los personajes dejen llevarse por una inercia que conocen bien y que en ocasiones puede resultar catártica, pero también angustiante: tenemos el baile dilatado en el tiempo a ritmo de techno, donde los jóvenes exorcizan sus tensiones del día a día; pero también los momentos de trabajo duro, mecánico (en el matadero, en la recolecta de corcho, la recogida de fruta). Y, por supuesto, un clásico de muchos pueblos españoles en verano: los ratitos de río fresco. Todo ello aliñado con un acento extremeño profundo que atraviesa todo Antier noche, empezando ya desde el propio título, apócope de «antes de ayer por la noche».

    La película de Alberto Martín Menacho llega a la sublimación en su forma de poner en pantalla ese encuentro entre lo viejo y lo nuevo. Las antiguas tradiciones y las de ahora. Los rituales del día a día de contemporáneos pueblerinos y todo aquello que llevan arrastrando de las rutinas de antaño. Ahí tenemos secuencias memorables como la abuela que le cuenta a la chica joven esas «expediciones» migratorias de españoles del ámbito rural a otros lados del país e incluso de fuera del país, en búsqueda de mejor vida y trabajo, que resuena directamente con las propias migraciones de los jóvenes que también buscan mejor vida, quizás en entornos más urbanos, espacios que ofrecen más posibilidades para ellos. O también esa tirada de tarot que una vecina de Salvaleón aprovecha para poder dar consejo a los chavales sobre cómo enderezar sus vidas, y de cómo desde esas cartas llegamos a los tatuajes de Antonio, que deja dibujados en su propia piel los símbolos de otros tiempos. El juego entre ese «entonces» y este «ahora», pero también entre la mirada del madrileño sobre la gente del campo extremeño y estos, que se hacen con el foco de su película, todo ello queda resumido en una de las mejores imágenes que ofrece el filme: un rebaño de ovejas que pastan, tranquilas, en medio de un campo conquistado por enormes placas solares, imponiendo su actualidad en lo que siempre ha sido.


    por Júlia Gaitano Mendizàbal
    septiembre 27, 2023

    Crítica | Antier noche

    por Júlia Gaitano Mendizàbal | septiembre 27, 2023

    Después de su paso por Karlovy Vary y de su posterior premiere en el Atlántida Film Fest de Mallorca, celebrado el pasado verano, Itsaso Arana (Tafalla, 1985) estrenó a finales agosto en las salas Las chicas están bien (Los Ilusos Films), una película que ella misma define «de bolsillo» pero que ha acabado proyectada en pantalla grande. Tiene sentido: en esta metaficción nos encerramos con un grupo de teatro en una casa de campo. Compartimos miedos, hablamos de la muerte, intercambiamos dilemas existenciales y bailamos en fiestas de pueblo. Lo minúsculo se empodera y se agranda. El tiempo y el espacio se dilatan y la narración se retuerce: lo pequeño crece, y lo universal parece comprimirse.


    Entrevista a Itsaso Arana
    Texto de Agus Izquierdo | | Barcelona | Foto: Elástica.


    Dices qué Las chicas están bien es una película de bolsillo. ¿A qué te refieres exactamente?

    Simplemente, me parece una expresión muy ad hoc porque evoca a lo familiar. Las chicas están bien es una película de bolsillo, aunque no sé explicarte muy bien el porqué. Tiene algo de «Polly Pocket», esos juguetes minúsculos de cuando éramos pequeños. A mí me gustan en general las cosas pequeñitas, y yo también tengo una constitución más bien menuda. Creo que esta es una peli-campamento, que yo pude hacer porque la sentí exactamente a mi medida, una medida petite. Es una historia que te puedes llevar, que puedes comprender, que no te abruma, y en la que puedes encerrarte con y en ella. Es un viaje muy íntimo.

    ¿Es una película pequeña hecha por voluntad genuina? ¿O crees que también tiene que ver que tuviese un presupuesto limitado por culpa de una precariedad sistémica y por falta de recursos?

    Creo que el hecho de que sea una producción pequeña es una consecuencia de primar unos valores sobre otros. Para mí, era prioritaria la urgencia y la pasión artística. Además, de golpe sentí que este era el momento justo y adecuado: Las chicas están bien tenía que salir ahora. Si hubiese esperado unos años, habría salido una película muy diferente. Le hubiese dado muchas vueltas formales. Quizá igualmente se me hubiese pasado el momento. Había una urgencia vital. Además es una película es de lujo pobre, iluso, porque ha tenido todo lo que necesitaba. Y a la inversa: yo he escrito con todo lo que tenía. Es un cine materialista y posibilista, que tiene que ver con una escala humana. Era importante entenderla así.

    Y el rodaje y la producción debían suponer un auténtico reto.

    Yo les dije que si me daban quince días, podía rodar la película. No sabía cómo, pero sabía que lo conseguiría. También hay algo de autolimitación, que para mí ha sido una riqueza. Hemos podido pagar a la gente, y exigir al equipo un trabajo que es digno y que es placentero. Eso era primordial. Alguien me dijo, una vez acabamos el rodaje, que había hecho una cura de sueño y que inclusive había engordado [ríe]. No lo podían creer. Tratamos de reproducir una situación vital que estuviese en consonancia y en armonía con el resultado de la película, con la historia que intentábamos contar. Creo y espero que eso se haya respirado.

    La muerte está muy presente, sobrevuela ese pequeño paraíso rupestre y utópico.

    Para mí es uno de los motores de Las chicas están bien. Una nunca se siente realmente preparada para hacer las cosas más difíciles, para dar los saltos importantes de su vida. Por lo menos yo nunca me he sentido enteramente a punto para conseguir algo. Sin embargo, es cierto que la consciencia de la muerte y de la enfermedad viene muchas veces a despertarnos, a recordarnos que quizá no sea ahora mismo, pero que regresará, que irá volviendo. Yo asistí a la muerte de mi aita, fui testigo de un tránsito. Eso te cambia: te despierta a la vida, te hace ver que es un milagro que estemos tú y yo hablando ahora mismo, aquí. También es un misterio: de ella no se sabe nada. Yo sentía que había algo de esa imagen que se había quedado reverberando en mí. Una imagen intransferible, que solo podía hacer yo. Era como una visión. Por eso de repente sentí un profundo deseo de hacer algo mío, fue como una especie de misión. Luego, claro, hace falta un punto un poco fanático para hacer una película, hace falta fe.

    Filmas seres humanos haciendo una película sobre seres humanos.

    ¡Claro! Me encantan esas películas que casi te obligan a imaginar cómo se rodaron. Yo quería generar esa necesidad pero de forma suave e integradora. Está bien que de vez en cuando humanicemos el cine, y no lo traslademos a una dimensión inalcanzable, en estudios que no sabemos donde están, con historias imposibles. Lo más bonito que me han dicho nunca fue por parte del equipo: que se querían quedar a vivir en el rodaje, o lo a gusto que se sintieron. Las películas son grandes oportunidades para reunir cosas que amas, y ofrecérselas al mundo.

    Y fundes realidad y ficción.

    Luego está eso metaficcional, sí, donde conviven muchas capas. Pero para mí al final era muy necesario plasmar la conciencia de las actrices, que se hicieran con la película, que la conquistaran y que tomarán el control. Hay como un hechizo que se va deshaciendo. La mirada a cámara de Bárbara Lenni estaba en el guion y al principio pensamos que quizás era un poco arriesgado. En las entrevistas que hice con ellas antes de escribir, cuando a Bárbara le pregunté «¿para ti, quién es la cámara?», me respondió: «Una mujer y una amiga». Me sorprendió muchísimo y me hizo pensar ya que, para mí, la cámara siempre había sido un hombre. Porque normalmente quienes han operado cámaras han sido hombres. Que para Bárbara sea una amiga, me parece una hermosura. Qué cambio, de golpe, qué aprendizaje. Luego añadió que es una de esas amigas a las cuales, cuando te ven, no les puedes ocultar nada, da igual lo qué les digas. Es una concepción amigable, compasiva y feminista del cine, que revierte el orden y la jerarquía de la tradicional relación director-actriz. Aquello tenía que estar en la película, y además explica muy bien el personaje.

    Hablando de cámaras: la de Sara Gallego forma parte del grupo, se mueve libremente y plasma esa sensación de pertenencia, de hacer que el espectador se sienta parte de esa jornada de ensayo. ¿Cómo trabajasteis en la concepción de la fotografía?

    Yo a Sara no la conocía de antes, ni siquiera había visto su trabajo. Santi Racaj, director de foto de las películas de Los Ilusos, nos la recomendó. Tuve una primera conversación con ella y le mandé un dosier del proyecto. Hablamos y en seguida le dije que sí, fue una intuición. Es una persona con mucha madurez y mucha experiencia para su juventud. A la vez, es una tía que tiene una calma muy curiosa, muy sabia. Sara Gallego a mí me tranquiliza, me da seguridad. Hay algo en ella que hacía que me apeteciera estar todo el tiempo a su lado. Conectamos en seguida, y además es una de aquellas personas que sabe escuchar y que escucha. Me daba confianza y un espacio seguro para que yo hablara sin el miedo de decir que no tenía ni idea de algo. Eso es muy importante.

    Un día yo le pregunté qué necesitaba de una directora y me contestó que disfruta la flexibilidad de alguien está empezando. Hizo un trabajo de desplazamiento, agradable y placentero, hacia mi mundo. Recuerdo que yo le hablaba mucho de la frontalidad. Mi mirada tiene algo de teatral, pero es un teatro con humor y Sara entró en eso en seguida. Tuvimos dudas que resolvimos juntas, y trabajar así es muy cómodo. Yo tenía dilemas tipo si la cámara va con trípode, si son paneos, si la foto es tranquila, o distanciada. Y al final decidimos tenerlo todo, sin espectacularidad, con medida y templanza, pero sin rechazar nada. Si te fijas, es una película de texturas, tiene muchos tonos. Se nota que es una ópera prima porque se anima a probar: es jovial, atrevida y juguetona.

    Luego también se puede palpar y respirar la naturaleza, el espesor del bosque, la humedad veraniega de la casa. La película desprende esa conciencia por el espacio, por lo rural, por el entorno.

    Fíjate que lo que hizo que me acabase decidiendo por esa localización, realmente, fue la casa. Esa casa me robó el corazón. Fue un flechazo. Que luego tuviese ese jardín, y estuviese en ese pueblo en concreto, fue un poco una consecuencia indirecta. Como lo fue que Mercedes, la dueña de la casa, acabase saliendo en la película como personaje. Pero todo tiene que ver. Esos días, en esa casa, estuvimos sin cobertura, y eso nos dio una libertad enorme, todo respiró de otra manera, las chicas se miraron de otra forma. Pero que quede claro que tampoco quería engañar a nadie: no considero que Las chicas están bien entre en esa tradición de idealizar el campo, a pesar de que el entorno natural le da una ornamentación plástica a la película. No quería que fuera algo romantizador, porque al final las protagonistas son unas muchachas de ciudad, y son un poco unas marcianas en el pueblo. Son cinco medio-madrileñas por ahí campando. Quería constatar mucho esa diferenciación, ese contraste. En plan: estamos muy a gusto en el campo, pero tampoco nos queremos quedar a vivir ahí. De hecho, nos acabamos yendo.

    ¿Cómo ha sido dirigir y, a la vez, interpretar a uno de los personajes principales?

    Ha sido muy loco la verdad. Loquísimo, no te voy a engañar [ríe]. El cuerpo de la actuación y el cuerpo de la dirección los siento en lugares muy diferentes. He dirigido esta película como si fuese una nave, o como si desactivase una bomba [ríe]. Como directora, en un rodaje tienes muchas sensaciones, muchos datos, muchas imágenes, muchos temas, todo en la cabeza, y de repente tu energía está concentrada y eso hay que saberlo gestionar. Hay que canalizar la energía por todo el cuerpo. Para mí fue difícil pasar de la corporalidad de directora a la corporalidad de actriz. Tuve que hacer un ejercicio técnico actoral muy potente. Como te decía, como directora, la sensación interna es como la de estar en Vietnam, con muchos frentes, con mucha responsabilidad. Hay que tomar decisiones y, además, huelga decirlo, yo tiendo a la épica [ríe]. Me preocupaba mucho por que todo el mundo estuviera bien pero, ¿y yo? Asumí que me tenía que meter dentro de la película, porque no solo iba a disfrutar más sino que, quizás por eso, también me iba a salir mejor el personaje.

    Luego también te digo que repasar los dailies fue una tortura. A veces me veía a mí misma como fuera de mí. A nivel de montaje, la experiencia me ha servido para conocer lo interesante que es la posición, la colocación en el plano. Me salía de dentro, espontáneamente, quitarme de en medio del encuadre. Las chicas están bien está tan plagada de mi persona, en tantos niveles, que como actriz me parecía excesivo ocupar mucha escena. Me he cortado un poco, en ese sentido. El tema de cómo las actrices-directoras luego se han montado habla mucho de la persona, da para un libro.

    ¿Crees que la ficción diluye la amargura de la vida? ¿Los cuentos nos sirven como salida de emergencia, como válvula de escape?

    Vaya, ¡las preguntas que me gustan! [Piensa] No siento que a mí la ficción me salve o me evada de la realidad, pero sí me da esperanza sobre ella. La ficción es un elemento indispensable en mi vida, un refugio importantísimo. Siento que la creación hace que le encuentre un sentido a la existencia. Y no es que yo haga creaciones que sean especialmente fantasiosas, o que escapen del mundo tal como lo conocemos. Vivo el cine con algo de mística, como una conexión con algo que es más grande que tú. Tengo la sensación de que me entrego a un trabajo colectivo, que me hace sentir pequeña y a la vez parte de algo. Yo siempre he tendido mucha necesidad de pertinencia, siempre me he sentido un poco marciana. Y lo raro, a mí, me resuena mucho. Quizá por eso la ficción me ayude a sentirme menos sola. [Piensa] Eso es, sí: la ficción no me aleja de la realidad, sino que me acerca más a otras personas.


    por Agus Izquierdo
    septiembre 27, 2023

    Itsaso Arana, directora de Las chicas están bien: «Para hacer una película se necesita fe»

    por Agus Izquierdo | septiembre 27, 2023
    || Críticas | DA 2023 | ★★★☆☆ ½
    Misión a Marte
    Amat Vallmajor del Pozo
    De Eibar al planeta rojo


    Alfonso Cañadas
    Madrid |

    ficha técnica:
    España. 2022. Título original: «Misión a Marte». Dirección: Amat Vallmajor del Pozo. Guion: Amat Vallmajor del Pozo. Compañía productora: Muxika Zinema. Dirección de fotografía: Jorge Castrillo, Alba Bresolí. Intérpretes: Txomin del Pozo, Gerardo del Pozo, Mila del Pozo. Duración: 80 minutos.

    Misión a Marte arranca con un plano medio de uno de sus protagonistas sentado y jugando a un videojuego de guerra. Un gris plano y ruidoso se apodera de la pantalla mientras observamos a un hombre de mediana edad frente a una pequeña pantalla de plasma. No vemos ningún elemento futurista, por el contrario, vemos una habitación tradicional y un hombre sencillo relacionándose vagamente, y de manera muy natural, con la tecnología. Esta imagen tan sencilla, un plano-contraplano entre un hombre y la pantalla que refleja un videojuego, es el acertado punto de partida desde el que arranca el planteamiento del director Amat Vallmajor del Pozo. Se trata pues de mostrar la tecnología, y la propia ciencia-ficción, no como algo alejado de la cotidianidad, sino como algo que vertebra nuestro día a día. Lejos de frases épicas y los grandes (o pequeños) efectos especiales, mucho más típicos de obras de principios de los 2000, aquí encontramos una historia familiar sobre la que subyace un relato ci-fi. La tecnología y el futurismo no son más que el telón de fondo de un drama humano, respetando con distancia su papel de elementos contextualizantes. Así el macguffin de esta historia es el peritaje del impacto de un meteorito en Marte; por lo que acompañamos a nuestros protagonistas en el camino a tal misión, recorriendo paisajes del norte de España, entre conversaciones de tono banal que sin embargo abordan temas como las figuras de Hitler o Stalin, e incluso el negacionismo del Holocausto, mientras, cada cierto tiempo, unos altavoces instalados en las calles avisan del aumento de una bruma tóxica y la necesidad de utilizar aparatosas máscaras de gas.

    El cine es, en última instancia, un reflejo de la realidad circundante al propio surgimiento de la película. Así, hoy en día no nos resultan tan disparatadas las escenas en las que los dos hermanos aventureros se ponen enormes máscaras antigás para andar por los campos vascos. Tras la pandemia del virus Covid-19, que sigue interfiriendo en nuestro día a día, lo surrealista y post-apocalíptico se volvió, tal y como ocurre en Misión a Marte, parte de lo cotidiano. Llegó un momento en que nuestra atención pasaba por encima de las mascarillas y de los complicados rituales de test de antígenos para centrarse en las cuestiones que tanto echábamos de menos: el aire libre, el contacto humano y la libertad. Y es que esta última es un elemento clave también en la trama que desarrolla Misión a Marte. La libertad que uno de los hermanos, Txomin, reclama para Gene, con la mirada acusadora y ciertamente maternal de la tercera hermana, Mila. Este complejo triángulo familiar nos muestra dinámicas ciertamente peculiares y nos descubre, en cierto punto de la trama, un elemento crucial: pese a su empeño de acompañar a su hermano a Marte, Gene se encuentra gravemente enfermo. Así, mientras Mila hace las veces de cuidadora y consejera de los hermanos, ambos se encuentran empeñados en arriesgarse y viajar a Marte para cumplir su misión.

    Esta ciencia ficción anclada en la cotidianidad no es un elemento nuevo dentro del cine español contemporáneo. En el visionado de Misión a Marte, cuesta desprenderse de la remembranza del trabajo del cineasta Chema García Ibarra. En obras como El ataque de los robots de Nebulosa-5 (2008), Protopartículas (2009) o Misterio (2013), García Ibarra se dedica a crear una ciencia ficción alimentada de elementos castizos, en cuyos contrastes culturales encuentra los toques de humor que justifican el visionado de las propias obras. García Ibarra se aleja de cualquier dato científico certero, quedándose así en el propio cliché de una ciencia-ficción alejada de toda lógica. Otro ejemplo de este estilo sería la película Sueñan los androides (2014), dirigida por Ion De Sosa, con la participación del propio García Ibarra en el guion. La película mezcla clichés del género de ciencia-ficción con el surrealista paisaje de la ciudad de Benidorm. Heredera de todo ello es Misión a Marte, en la que se mezclan conversaciones sobre el peso de un asteroide que ha impactado en el planeta vecino con las letras de canciones de la banda de punk rock La Polla Récords. Sin embargo, y pese al excelente arranque de la película, uno no puede evitar sentir que Misión a Marte se estira en exceso. En una historia que mezcla ciencia-ficción y sentimientos humanos, Amat Vallmajor del Pozo parece apostar por sostener la trama sobre el relato de lazos familiares que unen a los tres protagonistas. Así, la película en muchas ocasiones parece quedarse anclada en lo anecdótico. En cualquier caso, Misión a Marte queda como una pieza de culto más de esta ciencia-ficción de la cotidianidad, y como el surrealista reflejo de un momento histórico en el que todos creímos en algún momento: viajar al planeta rojo.


    por Alfonso Cañadas
    septiembre 27, 2023

    Crítica | Misión a Marte

    por Alfonso Cañadas | septiembre 27, 2023
    || Críticas | Cannes 2023 | ★★★★☆
    Monster
    Hirokazu Koreeda
    «Nuevos» aires para el cine queer


    Mariona Borrull Zapata
    Cannes (Francia)|

    ficha técnica:
    Japón, 2023. Título original: «Kaibutsu/怪物». Dirección: Hirokazu Koreeda. Guion: Yuji Sakamoto. Compañías productoras: Toho, Gaga Communications Inc, AOI Pro, Fuji TV, Bun-Buku. Productor: Genki Kawamura. Música: Ryuichi Sakamoto. Diseño de producción: Keiko Mitsumatsu. Fotografía: Ryuto Kondo. Montaje: Hirokazu Koreeda. Reparto: Sakura Ando, Eita Nagayama, Soya Kurokawa, Hinata Hiiragi, Mitsuki Takahata, Akihiro Kakuta. Presentación oficial: Sección Oficial del Festival de Cannes. Duración: 126 minutos​.

    Hirokazu Koreeda no es sólo un humanista. Su nueva película, Monster, se construye como un enorme rompecabezas alrededor de las desgracias que siguen a una pelea escolar. A partir de tres perspectivas que se solapan, siguiendo las vías del relato sesgado de Rashomon (Akira Kurosawa, 1950), Koreeda pincela cómo vivieron una madre (Sakura Ando, la materfamilias de Un asunto de familia), su hijo Minato (Soya Kurokawa) y su profesor Hori (Eita Nagayama, una suerte de Javier Botet japonés) los días extraños entre el incendio de un edificio y las tormentas torrenciales; dos eventos memorables, en una ciudad pequeña del Japón rural. Minato confiesa a su madre (Saori) que su profesor está maltratándolo, la mujer inicia una campaña para apartarlo del cargo y, de mientras, el niño se distancia de su mejor amigo.

    Esa es toda la trama de la película de Koreeda, guionizada por Yûji Sakamoto con el rigor de quien no se dirige «al tonto de la última fila». De argumento escueto y montaje inclemente, Monster encuentra formas de innovar desde el relato mismo, siguiendo con severidad las condiciones sobre el punto de vista narrativo que impone una estructura fragmentada a lo Rashomon. Las vidas de cada uno de los personajes se cruzarán en contados momentos, sin que la cinta los pliegue unos sobre otros como quien necesita demostrar una tesis manida sobre la relatividad de nada. Sobre la mesa de montaje no sobra un segundo. Nuestra cotidianidad, y la de nuestres vecines, en realidad apenas se tocan. Y, sin embargo, ¿quién no recuerda a sus peores compañeres de rellano? Koreeda se aparta así del humanismo manido y sobre-explicativo que contaminó sus últimas propuestas: Broker (2022), una película con demasiados personajes, y La verdad (2019), una película con poca enjundia para tanto drama, casi demasiado «de personaje».

    Saori odia a Hori por perturbar la paz que costó tanto construir tras la muerte de su marido, por lo que el Koreeda humanista lo odia también. A pesar de su aparente naturalismo, Monster avanza clara y dirigida. Es transparente, «muy narrada» en el mejor de los sentidos. Vibra por la concisión de sus imágenes, que se despojan de todo el aire que sobra en plano y confían sólo en unas pocas ideas poderosas para vertebrar las sucesivas etapas del relato. ¿Qué mejor idea, para explicar la realidad amanerada y desarmante de la politèsse japonesa, que poner a cuatro profesores destartalados haciendo luz de gas a una madre frustrada, al tiempo que se disculpan y reverencian por encima de una mesita de té?

    Incluso la banda de sonido avanza destilada, libre de barullo y de subrayados dramáticos. El coro de personajes no habla, susurra, y cuando alguien alza la voz, lo hace muy por encima del nivel de ruido mínimo que entra en la película. Naturalmente, durante casi todo el metraje la música brilla por su ausencia y, cuando aparece, contiene sus ribetes emotivos hasta los créditos de cierre de la película. No sorprende tanto descubrir a Ryuichi Sakamoto detrás de una partitura sencilla, humilde (este fue su último trabajo). Que no blanca o condescendiente: por el contrario, Koreeda montador tiene mano libre para entrar unas pocas melodías como autopista para el misterio. Pienso en aquel retazo de vientos desafinados que suena desde ninguna parte y que, sobre el pasaje que acompaña, evoca a la leve inquietud de una armonía destartalada. Sencillo, ¿verdad? Sólo después, unas pocas escenas más tarde, lo identificaremos como un elemento diegético y emocionante hasta la médula.

    Hasta entonces, encerrada en sí misma (disfórica tal vez), la película va desincronizándose y enrevesando… Respiraremos tranquiles a la esquina de un clímax apoteósico, que acude a los resortes climáticos-románticos de Naomi Kawase en Aguas tranquilas (2014) o a la Arcadia Bay de Life is Strange (2022). Por lo menos, el mal tiempo sí es lo que parece. Koreeda nos reserva un tercer acto muy sentido –muy suyo, de esos de lágrima gruesa–, que ablanda el corazón con el encuentro fortuito entre dos personajes que han sacrificado mucho y no tienen ya demasiado que perder. Si su reconciliación es posible, todo lo es. Monster, por su rigor narrativo sin deuda ni compromiso, pero también por lo amable de sus compases finales, puede abrir puertas y ventanas a las fórmulas del cine institucional queer.


    por Mariona Borrull Zapata
    septiembre 27, 2023

    Crítica | Monstruo (怪物)

    por Mariona Borrull Zapata | septiembre 27, 2023

    Estrenos

    El corto de Rubén
    El imperio
    Mérida

    Circuito

    Streaming

    Canal
    Ti Mangio
    De humanis El colibrí