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    Crítica | Misión a Marte

    || Críticas | DA 2023 | ★★★☆☆ ½
    Misión a Marte
    Amat Vallmajor del Pozo
    De Eibar al planeta rojo


    Alfonso Cañadas
    Madrid |

    ficha técnica:
    España. 2022. Título original: «Misión a Marte». Dirección: Amat Vallmajor del Pozo. Guion: Amat Vallmajor del Pozo. Compañía productora: Muxika Zinema. Dirección de fotografía: Jorge Castrillo, Alba Bresolí. Intérpretes: Txomin del Pozo, Gerardo del Pozo, Mila del Pozo. Duración: 80 minutos.

    Misión a Marte arranca con un plano medio de uno de sus protagonistas sentado y jugando a un videojuego de guerra. Un gris plano y ruidoso se apodera de la pantalla mientras observamos a un hombre de mediana edad frente a una pequeña pantalla de plasma. No vemos ningún elemento futurista, por el contrario, vemos una habitación tradicional y un hombre sencillo relacionándose vagamente, y de manera muy natural, con la tecnología. Esta imagen tan sencilla, un plano-contraplano entre un hombre y la pantalla que refleja un videojuego, es el acertado punto de partida desde el que arranca el planteamiento del director Amat Vallmajor del Pozo. Se trata pues de mostrar la tecnología, y la propia ciencia-ficción, no como algo alejado de la cotidianidad, sino como algo que vertebra nuestro día a día. Lejos de frases épicas y los grandes (o pequeños) efectos especiales, mucho más típicos de obras de principios de los 2000, aquí encontramos una historia familiar sobre la que subyace un relato ci-fi. La tecnología y el futurismo no son más que el telón de fondo de un drama humano, respetando con distancia su papel de elementos contextualizantes. Así el macguffin de esta historia es el peritaje del impacto de un meteorito en Marte; por lo que acompañamos a nuestros protagonistas en el camino a tal misión, recorriendo paisajes del norte de España, entre conversaciones de tono banal que sin embargo abordan temas como las figuras de Hitler o Stalin, e incluso el negacionismo del Holocausto, mientras, cada cierto tiempo, unos altavoces instalados en las calles avisan del aumento de una bruma tóxica y la necesidad de utilizar aparatosas máscaras de gas.

    El cine es, en última instancia, un reflejo de la realidad circundante al propio surgimiento de la película. Así, hoy en día no nos resultan tan disparatadas las escenas en las que los dos hermanos aventureros se ponen enormes máscaras antigás para andar por los campos vascos. Tras la pandemia del virus Covid-19, que sigue interfiriendo en nuestro día a día, lo surrealista y post-apocalíptico se volvió, tal y como ocurre en Misión a Marte, parte de lo cotidiano. Llegó un momento en que nuestra atención pasaba por encima de las mascarillas y de los complicados rituales de test de antígenos para centrarse en las cuestiones que tanto echábamos de menos: el aire libre, el contacto humano y la libertad. Y es que esta última es un elemento clave también en la trama que desarrolla Misión a Marte. La libertad que uno de los hermanos, Txomin, reclama para Gene, con la mirada acusadora y ciertamente maternal de la tercera hermana, Mila. Este complejo triángulo familiar nos muestra dinámicas ciertamente peculiares y nos descubre, en cierto punto de la trama, un elemento crucial: pese a su empeño de acompañar a su hermano a Marte, Gene se encuentra gravemente enfermo. Así, mientras Mila hace las veces de cuidadora y consejera de los hermanos, ambos se encuentran empeñados en arriesgarse y viajar a Marte para cumplir su misión.

    Esta ciencia ficción anclada en la cotidianidad no es un elemento nuevo dentro del cine español contemporáneo. En el visionado de Misión a Marte, cuesta desprenderse de la remembranza del trabajo del cineasta Chema García Ibarra. En obras como El ataque de los robots de Nebulosa-5 (2008), Protopartículas (2009) o Misterio (2013), García Ibarra se dedica a crear una ciencia ficción alimentada de elementos castizos, en cuyos contrastes culturales encuentra los toques de humor que justifican el visionado de las propias obras. García Ibarra se aleja de cualquier dato científico certero, quedándose así en el propio cliché de una ciencia-ficción alejada de toda lógica. Otro ejemplo de este estilo sería la película Sueñan los androides (2014), dirigida por Ion De Sosa, con la participación del propio García Ibarra en el guion. La película mezcla clichés del género de ciencia-ficción con el surrealista paisaje de la ciudad de Benidorm. Heredera de todo ello es Misión a Marte, en la que se mezclan conversaciones sobre el peso de un asteroide que ha impactado en el planeta vecino con las letras de canciones de la banda de punk rock La Polla Récords. Sin embargo, y pese al excelente arranque de la película, uno no puede evitar sentir que Misión a Marte se estira en exceso. En una historia que mezcla ciencia-ficción y sentimientos humanos, Amat Vallmajor del Pozo parece apostar por sostener la trama sobre el relato de lazos familiares que unen a los tres protagonistas. Así, la película en muchas ocasiones parece quedarse anclada en lo anecdótico. En cualquier caso, Misión a Marte queda como una pieza de culto más de esta ciencia-ficción de la cotidianidad, y como el surrealista reflejo de un momento histórico en el que todos creímos en algún momento: viajar al planeta rojo.


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