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    Cine Alemán Siglo XXI

    Cannes 2014 | Tercera jornada. Críticas: 'Winter Sleep', 'Relatos salvajes', 'The Captive' y 'La habitación azul'

    Winter Sleep, de Nuri Bilge Ceylan

    De autores e injusticias

    crónica de la segunda jornada de la 67ª edición del Festival de Cannes | 
    Críticas: The Captive (Atom Egoyan), Winter Sleep (Nuri Bilge Ceylan), Le chambre bleue (Mathieu Amalric)
    y Relatos salvajes (Damián Szifrón).

    Tercera jornada. Los ánimos están un poco decaídos. Aunque el Festival ha entregado obras destacadas, ninguna de ellas ha impresionado en exceso. The Captive ha dejado frío, tanto como sus paisajes. Por aquí ya empiezan a cuestionar la autoría de Egoyan y el crédito que se le sigue dando. El respetable seguía esperando esa gran película que les hiciera tomar partido y han aprovechado la menor oportunidad que les ha dado Ceylan para arrancarse a aplaudir su propuesta en el primer pase. Pura cinta conversacional, desolada y aislada en su extrañeza que llama por su esteticismo y por sus reflexiones pero que no resulta sencilla. Winter Sleep, a pesar de las reservas de cierto sector americano de la crítica, ha sido recibida en general como una de las primeras contendientes a premio. Mucho se ha hablado del jurado. Jane Campion, Sofía Coppola y Winding Refn tienen peso y cuesta verles dando por ganadora a una cinta como la de Ceylan. Todavía queda mucho cine por ver. Ceylan nunca se ha ido de vacío de Cannes y Winter Sleep no es la cinta que vaya a dejarle tirado. Por su parte, Matthew Amalric parte como un interesante aspirante a premio en Un Certain Regard. La chambre bleue ha sido recibida con buenos comentarios merced a una dirección que ha tomado decisiones llamativas. 4:3, desencuadres y montaje fragmentado para la recomposición de un affair amoroso contado en perspectiva, desde los recuerdos. Por último, el día se cerraba de manera inigualable con una propuesta gamberra y muy divertida. Relatos salvajes de Damián Szifrón. Una película por episodios conectados por la idea de la perdida de control y la venganza, a la que casi el 100% de los críticos han cuestionado el por qué de su presencia en la Sección Oficial. Dato gracioso cuando pocos se han parado a cuestionar en voz alta a The Captive, a pesar de que todo el mundo se haya reído de ella y no con ella. Relatos salvajes ha hecho disfrutar a su audiencia como no se había escuchado en ninguna cinta hasta ahora. Pero así funciona Cannes y así se valora su cine cara al público.

    Captives, de Atom Egoyan

    THE CAPTIVE

    dirigida por Atom Egoyan
    intérpretes: Ryan Reynolds, Scott Speedman, Mireille Enos, Rosario Dawson, Bruce Greenwood, Kevin Durand.
    Canadá, 2014 | Competición

    La mañana comenzaba con Atom Egoyan desilusionando a toda una sala. The Captive, su última cinta, se colaba en la Sección Oficial con la esperanza de aumentar el nivel de un certamen que ha empezado  a medio gas, y donde hasta ahora ham sorprendido más los outsiders que los grandes nombres. Egoyan regresa a Cannes por sexta vez cumpliendo veinte años desde que Exótica ganara el Premio FIPRESCI en el 94. El éxito de El dulce porvenir dos años más tarde todavía justifican su presencia en el certamen. Con ella conquistó tres de los premios más importantes, a saber: el Gran Premio del Jurado, el Premio del Jurado Ecuménico y, de nuevo, el Premio de la Crítica Internacional. Serían los últimos premios que Cannes le concedería y no parece que The Captive vaya a cambiar esa constante. Aunque el poderoso trabajo atmosférico descansa sobre unos paisajes invernales que recuerdan al frío emocional de la serie de televisión The Killing y el pulso narrativo se estructura en torno a unas alternancias temporales que consiguen enganchar al espectador en un comienzo que da la información justa, el interés decae en cuanto la trama deja ver sus cartas. Los resortes enseñan un truco de feria, una estratagema bien presentada, pero en última instancia muy telefílmica. Un relato de secuestros, luto paterno y venganzas que desembocan en un naufragio inevitable. Hablamos de un guión básico. Una niña secuestrada y el dolor de sus padres.

    Una lástima porque la apertura es intensa, silenciosa y muy sugerente, pero el desarrollo lo echa a perder con una decisiones de guión muy cuestionables que llevan a la actuación ridícula de muchos personajes, algunos de ellos vergonzosos por inanes —mención especial al detective privado encarnado por Scott Speedman— o directamente planos —en este apartado Rosario Dawson tiene poco con lo que defenderse—. En todo el conjunto lo más rescatable es el ambiente denso que Egoyan consigue imprimir a la relación matrimonial entre un forzadísimo Ryan Reynolds y una Mireille Enos con su habitual rictus glacial. El resentimiento de ella y el dolor de él nos retrotraen inmediatamente a la oscuridad de sentimientos que el director trató en El dulce porvenir, por supuesto sin el mismo acierto, ni mucho menos, pero sí con una óptica similar. Los despropósitos del libreto inundan una segunda mitad llena de concesiones, donde la excusa se derrumba por sí sola y al respetable sólo le queda reírse ante la evidencia de un filme débil, repleto de lagunas injustificables, moroso en la narración y que pone en entredicho la posición de un autor que ya hace tiempo dejó de tener el crédito que consiguió en los 90. | ★★★ | 35/100 |

    Winter Sleep, de Nuri Bilge Ceylan

    WINTER SLEEP

    Kış uykusu
    dirigida por Nuri Bilge Ceylan
    intérpretes: Haluk Bilginer, Melisa Sözen, Demet Akbag, Nadir Saribacak, Ayberk Pekcan, Nejat Isler, Tamer Levent.
    Turquía, 2014 | Competición

    Tras el varapalo crítico de The Captive, Nuri Bilge Ceylan llenaba aforo con su última obra, una de las apuestas que sonaban como favoritas. ¿La razón? Este director ha estrenado en Cannes cinco veces, y cuatro de ellas el festival le ha otorgado algún premio de peso. Dos Grandes Premios del Jurado (2003, 2011), un Premio FIPRESCI (2006) y un Premio al Mejor Director (2008). Winter Sleep ha arribado con la idea de que tal vez ésta sea la definitiva. Ceylan es una de las vacas sagradas del certamen y esta obra cumple con lo exigido. Hablamos de un filme puramente conversacional, preciosista, pausado y obsesivo. Un collage discursivo en torno a una serie de temas diversos de calado existencial que hablan sobre la religión, los celos, el resentimiento, la superación y el acto creativo en sí mismo. Los enmarca en diálogos de alcoba que inmiscuyen a un personaje central clave: Aydin. Un actor de teatro retirado, que vive en un hotel montañoso de Anatolia junto a su hermana y su mujer. Ha perdido el respeto de ambas y la frialdad emocional de su matrimonio ha enclaustrado a cada uno a su propio mundo. Mientras ella se refugia en labores humanitarias, él se dedica a su columna semanal en el periódico local de escasa tirada. Ninguno se interesa por las labores del otro, y ni siquiera su hermana le da el beneplácito a sus textos, cuestionándolos por hablar de temas de los que realmente él no tiene conocimiento pleno. Es de admirar cómo Ceylan hila estas reflexiones tan densas en el libreto y tan teatrales en la forma con el propio trasfondo de Aydin. Lo que podría haber resultado un cúmulo de ideas sobre conceptos deslavazados adquiere su sentido desde el principio, desde ese plano en el que Ceylan, con un travelling al ritmo de Schubert se adentra literalmente en la cabeza del personaje. Presentado el título, dan comienzo 3 horas y 15 minutos de metraje con un trabajo de fotografía soberbio, que capta las regiones invernales con una nitidez que sólo un gran angular puede conseguir. El contexto adquiere el significado del desasosiego que invade a Aydin y que parece incapaz de asumir. Todo es solemne en Ceylan, puede que demasiado. El filme es muy enfático y muy poco dado a la acción física. Casi todo está apoyado en las palabras. Pero tiene mérito que con la duración que tiene la atención se mantenga, gracias también a algunos momentos cómicos muy agradecidos que ayudan a airear la seriedad del conjunto y acomodar la situación. Es una propuesta valiente, que no da concesiones. | ★★ | 80/100 |

    La habitación azul

    LA CHAMBRE BLEUE

    La habitación azul
    dirigida por Mathieu Amalric
    intérpretes: Mathieu Amalric, Léa Drucker, Laurent Poitrenaux, Stéphanie Cléau, Mona Jaffart.
    Francia, 2014 | Un Certain Regard

    El actor francés Mathieu Amalric regresaba Cannes por segunda vez —tras el Premio FIPRESCI de Tournée en 2010—, esta vez en la sección Una cierta mirada, con una adaptación de un autor clave de la literatura belga. George Simenon fue uno de los primeros escritores modernos en ver sus obras adaptadas al cine mudo y llegó a publicar, entre todos los pseudónimos que utilizó, más de 200 novelas, siendo especialmente conocido por la creación del detective Jules Maigret. El cine le ha visitado multitud de veces y no han sido pocos los autores de prestigio que han tomado sus obras como base para sus películas. Desde Jean Renoir, a Béla Tarr, pasando por Claude Chabrol y terminando en Amalric. En esta ocasión, la escogida ha sido La habitación azul, novela publicada en 1955 en torno a dos amantes contada desde el punto de vista de él y en la que la óptica de ella queda totalmente anulada. Sabemos que se ha cometido un crimen. Amalric —que aquí también protagoniza— comparece ante los agentes contando el relato de su desliz amoroso, su posterior decaimiento y el resentimiento que eso despierta en ella. Las comparaciones con Atracción fatal son inevitables pero tampoco serían justas. La habitación azul es un ejercicio de estilo que consigue labrarse una identidad propia. Rodada en formato 4:3 y con continuos desencuadres que remiten a la Nouvelle vague de por ejemplo, Vivir su vida, Amalric trabaja una atmósfera muy fragmentada y un tempo que se marca con ese continuo corte de los planos. Una boca, un cuello, parte de un brazo, o un rostro enmarcado en la esquina menos estética del plano. Todo demasiado francés como para no reconocerlo. Subrayado por una música a piano que otorga cierta clase aunque también algo de pomposidad al resultado. Aporta la sensualidad que uno esperaría de una historia como esta pero, a nivel personal, no me ha resultado destacable y sé que es posible que sea un filme que olvide pasados los días. El resultado, eso sí, es interesante y tampoco sorprendería verla premiada con algún galardón menor de su apartado. | ★★ | 70/100 |

    Relatos salvajes

    RELATOS SALVAJES

    dirigida por Damián Szifrón
    intérpretes: Ricardo Darín, Darío Grandinetti, Leonardo Sbaraglia, Diego Peretti, Óscar Martínez, Érica Rivas.
    Argentina, España, 2014 | Competición

    La sorpresa del día la ha dejado Relatos salvajes. La gran broma del certamen. No hay crítico que no se haya preguntado qué hacía una película como esta en Competición Oficial. La cinta de Damián Szifron es una divertidísima cinta argentina de producción española, divida en seis episodios conectados por la temática de la venganza y el salvajismo. Un cantautor humillado, una camarera que conoce al causante del suicidio de su padre, un conductor que se pasa de listo en la carretera, un tipo al que una multa por mal aparcamiento acabará llevando a la ruina, un chaval que atropella a una embarazada, y una novia que se entera en plena boda que su marido le es infiel. Todo son situaciones al límite y todas están tratadas con mucha incorrección política. Lo menos importante aquí es hablar de dobles lecturas. Szifrón se rodea de un electo de actores argentinos de renombre que dan lustre a su propuesta y ayudan a dar credibilidad a la cinta —ahí están Leonardo Sbaraglia, Darío Grandinetti y Ricardo Darín aportando empaque—, más en un contexto tan elitista como lo es Cannes, donde uno es testigo de que, efectivamente, las corrientes de opinión que se generan se contagian muy fácilmente y por mucho que una una obra como esta haga reír al personal no oirás a nadie hablar en voz alta sobre los valores que tiene. Como mucho reconocerán su valor humorístico y gamberro etiquetándola como una excentricidad fuera de contexto que no merecería estar en el máximo apartado. Pero semejante afirmación demuestra el esnobismo con el que se valora el cine en la Croisette. Uno no debería preguntarse porqué Relatos salvajes ha entrado en la sección más importante, lo ideal sería celebrar su inclusión como un acierto y una decisión valiente y arriesgada por parte del certamen. Porque la cinta de Damián Szifrón tiene valores más que suficientes para poder estrenarse en Cannes con la cabeza bien alta. No sólo es divertida, sino que está dirigida con garra y ha supuesto un soplo de aire fresco que muchos ansiábamos. Tiene la pasión de alguien que sólo quiere divertirse y hacer que el público forme parte de ello. No debería sorprendernos si tarde o temprano la vemos formar parte de un festival más acorde a su espíritu. Públicos como el de Sitges o Nocturna seguramente recibirían Relatos salvajes con mayor gracia y optimismo. Por mi parte, se ha convertido en mis favoritas del día y con las que mejor me lo he pasado hasta ahora. El humor, como hemos podido comprobar algunos compañeros, no es algo que se prodigue mucho en las pantallas del Palais. | ★★ | 78/100 |

    Gonzalo Hernández
    enviado especial al Festival de Cannes 2014

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