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    CRÍTICA | UN AMIGO PARA FRANK (ROBOT & FRANK)

    Robot & Frank
    AMISTAD MÁS ALLÁ DE LA MEMORIA
    Un amigo para Frank | Robot & Frank, Jake Schreier, 2012

         Premio del público en el último Festival de Sitges y nominada a mejor guión en los Independent Spirit Awards, Robot & Frank es una de esas pequeñas películas independientes nacidas con todas las papeletas para ganarse la simpatía del gran público, gracias a una afortunada conjunción de ingredientes. En primer lugar, una historia tierna (excelente libreto de Christopher D. Ford), que habla de una enfermedad tan devastadora como el Alzheimer, con gran sutileza, sin ahondar en los aspectos más sórdidos - algo que la diferencia radicalmente de su coetánea Amour de Michael Haneke -, añadiendo un atractivo elemento de ciencia ficción con el personaje del robot. Luego están las buenas interpretaciones de un reparto perfectamente escogido, donde Susan Sarandon, James Marsden y Liv Tyler funcionan como eficaces refuerzos a la magnífica creación de Frank Langella -se barajó su nombre durante meses, como posible candidato al Oscar al mejor actor-. Peter Sarsgaard, por su parte, realiza un increíble trabajo poniéndole voz al robot, dotándolo de una amplia gama de matices. Finalmente está la inteligente dirección del debutante Jake Schreier, que dosifica sabiamente humor, drama y fantasía, para obtener una película equilibrada, en la que no falta ni sobra nada, utilizando un ajustado metraje de menos de 90 minutos.

         Robot & Frank está ambientada en un futuro cercano, por lo que los paisajes que encontramos son actuales. No esperemos encontrar coches voladores, decorados sofisticados o vestuarios extravagantes. Lo único que evidencia el futurismo de la historia es la aparición de unos seres robóticos, creados por los humanos e integrados en la sociedad con el objetivo de hacernos la vida más fácil. Frank (Langella) es un malhumorado anciano, antiguo ladrón de joyas, que comienza a sufrir un preocupante deterioro de su memoria a causa del Alzheimer. Por esta circunstancia, sus hijos (egoístas y despreocupados) delegan su cuidado en una de estas máquinas y lo que comienza con un frontal rechazo del hombre a compartir vida con el robot, acabará derivando en una emotiva amistad. Resulta absolutamente creíble la evolución de estos dos personajes principales. Mientras Frank va aceptando las atenciones de la unidad robótica, hasta el punto de terminar dependiendo tanto de su compañía que no sabrá vivir sin ella; el androide acabará convertido en cómplice de las hazañas delictivas de su dueño. Esta subtrama de los robos de Frank a la biblioteca o a la casa de los vecinos es la menos eficaz, pero su importancia es vital para el desenlace de la historia. Personalmente, me divirtió (y emocionó) más todo el proceso de adaptación entre Frank y su asistente, un ser que, pese a insistir en que no tiene sentimientos ni capacidad de actuar más allá de lo que su programación le permite, da sobradas muestras a lo largo del filme de cierta independencia para reaccionar y pensar por sí mismo. Inevitablemente, el público logra una rápida empatía con estos dos personajes, que harán que el insospechadamente amargo tramo final de la historia arranque más de una lágrima. La amistad entre dos almas (una humana, cibernética la otra), destinadas a perder la memoria (uno por la enfermedad, por formateo el otro) me parece una de las más sinceras y hermosas que he podido presenciar en mucho tiempo. Y eso que el diseño del robot es de lo más tradicional, con un aspecto de máquina más cercano al del mítico Robby de Planeta prohibido (1956) o el entrañable Wall-E (2008) que de los androides de apariencia sobrecogedoramente humana de Inteligencia artificial (2001) de Steven Spielberg. Comparte con ésta, sin embargo, ciertas líneas argumentales a la hora de mostrar cómo estas creaciones robóticas pueden reemplazar a las personas en un futuro, facilitándonos las tareas domésticas o laborales. No profundiza tanto la cinta de Schreier en plantear preguntas sobre las consecuencias que podría tener en la sociedad este exceso de tecnificación o hasta qué punto estas máquinas podrían desarrollar emociones similares a las humanas. No pretende ser una obra de ciencia ficción sino una amable comedia dramática, una fábula humanista, más apoyada en sus personajes que en sesudas reflexiones seudocientíficas. También adquiere un papel bastante secundario esa historia de amor incipiente (con sorpresa argumental incluida) entre Frank y el personaje de la estupenda (y desaprovechada) Susan Sarandon. La puesta en escena no puede ser más sencilla, sin destacar especialmente en apartado técnico alguno. La fotografía, la música y el montaje están ahí, perfectos, pero sin adquirir una importancia o protagonismo que opaque el trabajo de los actores o interrumpa la continua progresión dramática de su historia.

    Frank Langella y Liv Tyler en Un amigo para Frank

         Muy bien recibida por la crítica, Robot & Frank (me niego a emplear la ridícula traducción para su comercialización en España, Un amigo para Frank) ha pasado, no obstante, bastante desapercibida en la taquilla americana. Estando ante un filme independiente, de escaso presupuesto, seguramente terminará siendo comercialmente rentable. Sería una pena dejar pasar desapercibida una de las propuestas más originales, emotivas y frescas que nos ha ofrecido el cine de 2012. Al igual que le ha sucedido a otra pequeña maravilla de ese año como Las sesiones, no ha encontrado cabida entre los títulos nominados al Oscar a mejor película, pero sin duda, sí la encontrará en el corazón de todo espectador que se atreva a acercarse a un cine a verla. ★★★★★

    José Antonio Martín.
    crítico de cine.

    Estados Unidos. 2012. Título original: Robot & Frank. Director: Jake Schreier. Guión: Christopher D. Ford. Productora: Park Pictures Features/Park Pictures/TBB. Localización: Nueva York. Fotografía: Matthew J. Lloyd. Música: Francis Farewell Starlite. Montaje: Jacob Craycroft. Intérpretes: Frank Langella, Susan Sarandon, Liv Tyler, James Marsden, Peter Sarsgaard, Jeremy Strong, Jeremy Sisto.

    Robot & Frank poster
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