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    Resumen 2015 | Las 10 mejores películas españolas del año

    La novia

    La luz del debutante

    Anuario 2015 / Las 10 mejores películas españolas del año.

    Los impresionantes datos de la taquilla del cine español durante el año pasado —ese desorbitado 25,5 % de cuota de pantalla alcanzado, sobre todo, gracias al fenómeno sociológico que supuso Ocho apellidos vascos (Emilio Martínez-Lázaro)— dejaron el listón demasiado alto a la cosecha que llegaría en 2015. Sin embargo, hay que valorar muy positivamente el 18,9% —el estreno de Palmeras en la nieve (Fernando González Molina), en calidad de superproducción con Mario Casas como cabeza de cartel, puede hacer que esa cuota suba algo más antes de cerrar el año— que, a fecha de 20 de diciembre lleva alcanzado por nuestras películas. Es cierto que no ha sido un año especialmente memorable en cuanto a excelsa calidad —se echan en falta grandes obras como sí lo fueron La isla mínima (Alberto Rodríguez), Loreak (José María Goenaga, Jon Garaño) o la rompedora Magical Girl (Carlos Vermut) el año pasado— , pero tampoco se puede tachar de decepcionante. Echando un vistazo a los títulos que mayor número de espectadores arrastraron a las salas de cine, queda de manifiesto la cada vez más patente falta de comunión entre las opiniones de los críticos y los gustos del público. Rápida y eficaz, con el mismo plantel de actores (a los que se suman Berto Romero y una Rosa María Sardà en su salsa) y repitiendo los mismos esquemas que hicieron de la primera parte un éxito, Ocho apellidos catalanes (Emilio Martínez-Lázaro), como no podía ser menos, es ya, con sus casi 30 millones de euros recaudados hasta el momento, la tercera película más taquillera de la historia del cine español, para desconsuelo de muchos. Detrás, otro proyecto apadrinado por Telecinco, la animada Atrapa la bandera (Enrique Gato), vuelve a demostrar, al igual que la anterior Las aventuras de Tadeo Jones (2012), que hemos avanzado muchísimo en cuanto a gráficos pero que aún se pueden mejorar el diseño de los personajes y, sobre todo, los guiones. Con todo, sus 11 millones de euros de recaudación no son nada despreciables.

    El largamente esperado regreso de Alejandro Amenábar a la dirección —seis años han pasado desde el estreno de Ágora (2009)— se produjo, al fin, con Regresión, un thriller terrorífico en su vertiente satánica al que ni la presencia de dos estrellas internacionales del nivel de Emma Watson y Ethan Hawke consiguieron salvar de una acogida más bien tibia por parte de la crítica y, en menor medida, del público. También con actores de Hollywood (Benicio del Toro, Tim Robbins, Olga Kurylenko) sacó adelante Fernando León de Aranoa su interesante pero irregular Un día perfecto, una curiosa comedia dramática con la Guerra de Yugoslavia como telón de fondo. Juliette Binoche y Rinko Kikuchi se pusieron a las órdenes de la incansable Isabel Coixet en la gélida Nadie quiere la noche, que, sin estar a la altura de sus mejores trabajos, sí logró suavizar el mal sabor de boca dejado por sus últimos proyectos. Por su parte, Álex de la Iglesia nos volvió a deleitar con uno de esos caóticos espectáculos llenos de humor y mala baba que tan bien se le dan. Mi gran noche, con un Mario Casas divertidísimo en plan superestrella de la música y la arriesgada (y finalmente triunfal) elección de Raphael para encarnar a un villano memorable, deja constancia, una vez más, del genio de su realizador. La esperada reunión de dos talentos como el realizador Julio Medem y Penélope Cruz en ma ma fue recibida con más pena que gloria, pese a la gran labor interpretativa de la oscarizada actriz. Felices 140 (Gracia Querejeta), con su excelente reparto coral encabezado por Maribel Verdú; Truman (Cesc Gay), con un duelo interpretativo de altura entre Ricardo Darín y Javier Cámara; la jovial y fresca Isla bonita (Fernando Colomo); el drama familiar vasco Amama (Asier Altuna); la comedia con temática terrorista Negociador (Borja Cobeaga),con un gran papel de Ramón Barea; o La novia (Paula Ortiz), sentida adaptación de las Bodas de Sangre de Lorca, con una prodigiosa Inma Cuesta, fueron algunos de los títulos a tener más en cuenta.

    Un otoño sin Berlín
    Un otoño sin Berlín, de Lara Izagirre (2015).

    La comedia demostró seguir gozando de gran aceptación entre los espectadores gracias a los buenos resultados de filmes como Anacleto: Agente secreto (Javier Ruiz Caldera), con Imanol Arias dando vida al personaje de cómic creado por Manuel Vázquez Gallego; Las ovejas no pierden el tren (Álvaro Fernández Armero); Ahora o nunca (María Ripoll) —claramente beneficiada por el tirón comercial de su protagonista Dani Rovira—; Perdiendo el norte (Nacho G. Velilla) —con la crisis económica como tema central— o la desmadrada Cómo sobrevivir a una despedida (Manuela Moreno). Peor le fue, sin embargo, al retorno de Juanma Bajo Ulloa al humor gamberro que tan buenos resultados le diera en Airbag (1997). Su flojísima Rey Gitano no gustó a casi nadie. El cine de género estuvo representado por títulos tan variopintos como Autómata (Gabe Ibáñez) —ambiciosa ciencia ficción con ecos de Blade Runner (Ridley Scott, 1982)—, Extinction (Miguel Ángel Vivas) —enésima visión del apocalipsis zombi— Sweet Home (Rafa Martínez) —slasher de atractiva estética setentera—; Vampyres (Víctor Matellano) —repleta de cariñosos homenajes al subgénero vampírico—; o esa deliciosa cinta animada en stop-motion que fue Pos Eso (Samuel Ortí Martí). Pero, sobre todo, quedó demostrada (una vez más) la fuerza con la que llegan pisando los nuevos directores, a través de notables óperas primas que están entre lo mejorcito estrenado en 2015. Tales son los casos de la trepidante El desconocido (Dani de la Torre) —con un gran trabajo de Luis Tosar y algunos planos secuencia memorables—; A cambio de nada (Daniel Guzmán) —honesto drama social con gran carga autobiográfica—; B (David llundain —con un excelente Pedro Casablanc encarnando al extesorero Luis Bárcenas— Techo y comida (Juan Miguel del Castillo) —con el tema de los desahucios mostrado en toda su crudeza—; el sensible romance Un otoño sin Berlín (Lara Izagirre); la desgarradora Los héroes del mal (Zoe Berriatúa); y esa comedia romántica tan excéntrica y especial que es Requisitos para ser una persona normal (Leticia Dolera). Excelentes y muy variados trabajos que hacen que alberguemos muchas esperanzas en las futuras carreras de sus jóvenes cineastas. EAM lo ha tenido complicado para elegir diez títulos entre toda esa cosecha, pero aquí está nuestro particular top de lo más destacable del año.

    Mi gran noche

    10| Mi gran noche (Álex de la Iglesia, 2015)


    Tras la irregular recepción de su anterior trabajo, la divertida Las brujas de Zugarramurdi (2013), el irreverente director vasco se atreve con una brutal y esperpéntica comedia coral en la que, a través de la grabación de un programa especial de Nochevieja para televisión, realiza una sangrante sátira de la telebasura y el mundo de la fama. La habitual brillantez en la puesta en escena y un reparto entregadísimo a la causa son algunas de las claves para que Mi gran noche pueda considerarse el trabajo más redondo de su director en años o, al menos, el que menos baches presenta en su ritmo durante todo el metraje. [Crítica]

    Las altas presiones

    09| Las altas presiones (Ángel Santos, 2014)


    Ganadora del Premio Jurado Campus “Las Nuevas Olas” a la mejor película en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, la segunda obra de Ángel Santos tras Dos fragmentos/Eva (2012) es una sutil y delicada historia de amor y vuelta a los orígenes con los grises paisajes gallegos actuando como un protagonista más al lado del excelente Andrés Gertrudix. Cine dentro del cine, amistad, amor, melancolía,... muchos son los temas que toca, a pesar de la aparente nimiedad de su historia, esta interesante muestra de cine experimental con ecos de Truffaut. [Crítica]

    Los héroes del mal

    08| Los héroes del mal (Zoe Berriatúa, 2015)


    La adolescencia y el bullying son los temas sobre los que se sostiene el crudo debut en la dirección de Zoe Berriatúa, actor al que hemos podido ver en películas como África (Alfonso Ungría, 1996) o School Killer (Carlos Gil, 2001). Los jovencísimos Jorge Clemente, Beatriz Medina y Emilio Palacios —mención especial en el Festival de Málaga como actor— dan vida a tres adolescentes que, víctimas de las humillaciones de sus compañeros de clase, planean su particular venganza. Una historia violenta, seca y sin concesiones que se aleja completamente de los tópicos mostrados en anteriores obras sobre el acoso escolar como Cobardes (José Corbacho, Juan Cruz).

    Requisitos para ser una persona normal

    07| Requisitos para ser una persona normal (Leticia Dolera, 2015)


    No podría haberle salido mejor la jugada a la actriz Leticia Dolera en su primera aventura como realizadora de largometrajes. Esta encantadora y sencilla comedia romántica protagonizada por dos personajes peculiares, encarnados por el genial Manuel Burque (nominado al Goya al mejor actor revelación) y la propia Dolera, se llevó los premios a mejores guion novel, fotografía y montaje en el Festival de Málaga, donde despertó grandes simpatías. Con una cuidada puesta en escena, impropia de una ópera prima, y su apuesta por el romanticismo más extravagante, esta cinta ya deja entrever el interesante mundo interior de una directora sensible e inteligente. [Crítica]

    A esmorga

    06| A esmorga (Ignacio Vilar, 2015)


    Otra película hecha en Galicia y que muestra 24 horas de desenfreno, alcohol, sexo y autodestrucción de tres amigos que recorren la villa de Ourense. Basada en la novela homónima de Eduardo Blanco Amor (está nominada al Goya al mejor guion adaptado), la cinta se beneficia de una lograda atmósfera y la sabia utilización de los paisajes gallegos, así como de una gran química entre los actores. Destaca la actuación de un Karra Elejalde que aparca su exitoso personaje de Koldo en Ocho apellidos vascos para encarnar con absoluta convicción a un gallego. [Crítica]

    Techo y comida

    05| Techo y comida (Juan Miguel del Castillo, 2015)


    Película necesaria y realista hasta el dolor, muestra el duro día a día de una joven madre que tiene que lidiar contra la falta de empleo y las numerosas deudas que la ponen al borde del desahucio. La magnífica Natalia de Molina —gran revelación de Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba, 2013)— se adueña de la función en un drama tan sencillo y cotidiano como perfectamente reconocible. Sin duda, un muy buen debut de su realizador y una radiografía incómoda y precisa de la actual situación de crisis que vive el país. [Crítica]

    Los exiliados románticos

    04| Los exiliados románticos (Jonás Trueba, 2015)


    Jonás Trueba sigue demostrando que lleva el cine en la sangre (es hijo del laureado Fernando Trueba) con el que es ya su tercer largometraje tras las interesantes Todas las canciones hablan de mí (2010) y Los ilusos (2013). Un rodaje de 12 días, un guion mínimo y diálogos improvisados sobre la marcha han dado lugar a una sencilla road movie que sigue a tres amigos maduros pero joviales en un viaje en furgoneta que les lleva por distintas ciudades francesas en las que vivieron sus amores de juventud. Un hermoso canto a la amistad, al amor y a lo efímero de la juventud. [Crítica]

    A cambio de nada

    03| A cambio de nada (Daniel Guzmán, 2015)


    En la línea de Barrio (Fernando León de Aranoa, 1998), el actor Daniel Guzmán ofrece en su ópera prima como director una sincera descripción de unos ambientes costumbristas que rescatan muchas de sus propias experiencias adolescentes. La historia del paso a la madurez de un conflictivo adolescente (fantástico Miguel Herrán, todo un descubrimiento) que huye de un hogar roto por la separación de los padres y encuentra refugio trabajando en el taller de un viejo delincuente (magistral Felipe Vélez) está contada con gran sensibilidad y realismo. La nota entrañable la pone Antonia Guzmán, abuela del cineasta, que interpreta con acierto uno de los papeles protagonistas. Seis nominaciones a los Goya, incluida la de mejor película, dejan constancia de su gran calidad. [Crítica]

    La novia

    02| La novia (Paula Ortiz, 2015)


    La película que más nominaciones a los Goya 2016 ha acaparado es esta maravillosa adaptación de Bodas de sangre de Federico García Lorca que confirma a Paula Ortiz, tras su prometedora ópera prima De tu ventana a la mía (2011), como una de las creadoras más sensibles y personales del panorama cinematográfico actual. La novia es una obra de gran belleza plástica, con imágenes que se quedan grabadas a fuego en la retina del espectador, y que encuentra en la arrolladora Inma Cuesta a la novia perfecta envuelta en un tormentoso triángulo amoroso completado por los también perfectos Asier Etxeandia y Álex García. Una historia inmortal que, después de varias versiones —entre ellas, el musical flamenco Bodas de sangre (Carlos Saura, 1981)—, por fin encuentra su plasmación en pantalla definitiva. [Crítica]

    Truman

    01| Truman (Cesc Gay, 2015)


    El barcelonés Cesc Gay, artífice de títulos tan notables como Krámpack (2000), En la ciudad (2003) o Una pistola en cada mano (2012), ha conseguido con esta comedia dramática conquistar a público y crítica de manera prácticamente unánime. Ricardo Darín y Javier Cámara realizan un espectacular duelo interpretativo (ambos consiguieron ex aequo la Concha de Plata al mejor actor en San Sebastián) en una historia de amistad y despedida de dos amigos de mediana edad que se reúnen tras muchos años sin verse. Una demostración de que se puede tratar un tema tan tremendo como las enfermedades terminales con sutileza e insospechados golpes de humor. Sin duda, nuestra apuesta preferida de 2015. [Crítica]

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