German Film Fest 2025
En su vigésimo séptima edición, celebrada del 11 al 15 de junio en los Cines Embajadores de Madrid, el German Film Fest ha coronado a Smell of Burnt Milk (Der Geruch von verbrannter Milch, 2024) como la película favorita del público. Esta ópera prima de Justine Bauer, galardonada previamente en el Festival de Múnich, ha conquistado a los espectadores con su singular combinación de humor seco, lirismo absurdo y una ternura nada condescendiente hacia el universo rural que retrata. Lejos del costumbrismo edulcorado, la cinta se instala en un registro poético y a la vez acerado para abordar la vida de tres generaciones de mujeres en una granja alemana en declive, enfrentadas a un presente incierto que se debate entre el apego a la tradición y la inercia del cambio. Bauer, en un gesto tan político como estético, rueda en fráncico oriental (dialecto bávaro) y se apoya en intérpretes no profesionales para trazar un retrato de lo rural que desafía clichés y subvierte jerarquías.
La película se estructura como una sucesión de estampas veraniegas —mixtura entre excentrecidad y entrañabilidad— en las que la rutina agrícola deviene materia de un realismo mágico autóctono, donde conviven vacas, tomates y bikinis. Anna, embarazada, habla de castraciones con una naturalidad desarmante; Katinka, su hija de 17 años, se pasea en bañador por la sala de ordeño mientras sueña con encontrar un marido agricultor que le garantice un lugar en un mundo que aún funciona por transmisión masculina; y la abuela celebra la cosecha como un pequeño milagro frente al deterioro que se filtra por cada rendija. Bajo esta aparente ligereza, Bauer despliega un discurso profundo sobre la desaparición de una forma de vida y el lugar que ocupan las mujeres en ese proceso: no como víctimas melancólicas, sino como catalizadoras de una transformación necesaria. Es en esta tensión —entre lo que se conserva y lo que se deja atrás— donde la película encuentra su tono, entre lo absurdo y lo urgente, entre la carcajada incrédula y la emoción soterrada.
Como ya apuntara su premiere mundial en Múnich, el premio del público en Madrid confirma la fuerza de Smell of Burnt Milk para conectar con miradas ajenas al contexto específico que retrata, y revela el alcance universal de su mirada. El film, definido con socarronería por sus productores como "un verano en granjas alemanas decadentes", se inscribe en una tradición de cine que se atreve a mirar lo rural no como un decorado exótico o pintoresco, sino como un campo de batalla simbólico donde se redefine el futuro. Su estreno en salas comerciales españolas, previsto para 2026, permitirá que un público más amplio descubra esta pequeña joya de rebeldía campesina, cuya delicadeza e inteligencia visual la convierten en uno de los debuts más estimulantes del cine europeo reciente. ♦