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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | One of those days when hemme dies

    || Críticas | Las Palmas 2025 | ★★★★☆
    One of those days when hemme dies
    Murat Fıratoğlu
    De sudor y sangre


    Rubén Téllez Brotons
    Las Palmas |

    ficha técnica:
    Turquía, Francia, Bosnia y Herzegovina y Reino Unido, 2024. Título original: Hemme’nin Öldüğü Günlerden Biri. Dirección, guion y producción: Murat Fıratoğlu. Fotografía: Semih Yıldız, Nedim Dedecan y Abdurrahman Öncü. Montaje: Eyyüp Zana Ekinci. Sonido: Emir Buğra Kazak. Reparto: Murat Fıratoğlu (Eyüp), Salih Taşçı, Sefer Fıratoğlu, Güneş Sayın, Ali Barkın Birkan, Fırat Bozan y Çetin Fıratoğlu. Duración: 83 minutos.

    La humildad narrativa de One of those days when hemme dies es directamente proporcional a la empatía que el director siente por sus personajes. La cinta, lejos de ser un ininterrumpido fluir dramático, está compuesta por una serie de pausas, de detenimientos sobre el gesto cotidiano del transeúnte anónimo cuyo silencio —pesado e impuesto como un castigo— esconde en su interior la frustración de las ilusiones perdidas, las cenizas amargas en las que la vida ha convertido el carácter desenfadado que le definió durante su infancia. La línea del relato se diluye entre la realidad de los cuerpos de los protagonistas, entre el cansancio crónico con el que conviven y que sólo puede apreciarse en toda su agónica inmensidad a través de la observación de los resultados de su trabajo: una gran cantidad de tomates esparcidos sobre una gran lona blanca evidencian los titánicos esfuerzos que llevan a cabo cada día los trabajadores que los descargan de los camiones, los parten por la mitad y los rocían con sal para secarlos. Es esta, por tanto, una obra que se construye desde un ascetismo argumental y formal a través del que busca colocar en el centro de la imagen el rostro de sus personajes y la emoción comprimida que expresan. Película sobre la rabia que se traduce en una conjunción de ceños fruncidos, dientes apretados y puños cerrados; película interesada en el sentimiento de cansancio que provocan las interminables jornadas de laborales en el campo que Eyup y sus compañeros se ven obligados a realizar para pagar sus deudas; película más preocupada por la grieta que por el golpe que la abre, por la impotencia que embarga el carácter de los personajes ante la dificultad para expresar su descontento frente una injusticia antes que por la propia violencia que dicha injusticia constituye, One of those days when hemme dies convierte la reacción ante una opresión continuada en el núcleo de sus imágenes. El gesto que externaliza dicho malestar, dicha impotencia ante imposibilidad de romper con el flujo ininterrumpido —esta vez sí— del abuso, ejerce de columna vertebral de la cinta durante su primer acto.

    El contraste cromático que surge de la yuxtaposición de los intensos tonos rojos de los tomates y el límpido blanco de la lona sobre la que están colocados es susceptible de generar un placer eminentemente estético en los espectadores; por ello, el director coloca la cámara en posiciones y angulaciones extrañas desde las que traza composiciones desequilibradas en las que las verduras que se secan bajo el calor insoportable del sol adquieren la forma de pequeñas costras en proceso de coagulación o de ríos de sangre estancados: Fıratoğlu niega la posibilidad de que exista una conciliación entre la despreocupación de una puesta en escena de un lirismo formalista que ignora las ruinas sobre las que levanta sus imágenes, y el dolor compartido de decenas de personas que constituye dichas ruinas. Su compromiso con sus personajes es férreo y su poética, ya se ha dicho, está cimentada a partir de una sustracción formal, de una eliminación de cualquier elemento retórico. Con un travelling lateral es capaz de formular la indecencia de la mirada que busca subordinar un paisaje labrado con sudor y sufrimiento a su particular deleite sensorial, convertir el resultado concreto del esfuerzo de un personaje con nombre y apellidos en una abstracción pictórica que excluye el cuerpo magullado de los trabajadores de la composición. Pocos cineastas en la actualidad reflexionan con tanta precisión y responsabilidad sobre el concepto de belleza como lo hace Fıratoğlu en la película.

    En su segunda parte, One of those days when hemme dies abandona el campo para seguir el viaje urbano —por barrios pobres— de Eyup, para detenerse en la curva de cada uno de sus meandros y filmar el punto exacto en el que una calle se abre en dos diferentes. Es entonces cuando el murmullo cotidiano que conforman las voces de los ciudadanos se convierte en una serie de cuerpos particulares; de rostros, frases, recuerdos íntimos que constituyen en sí mismos el reflejo amargo de lo que pudo ser el presente, y pequeños problemas diarios, que, en su conjunto, toman la forma de un pulsómetro que el director utiliza para medir la profundidad de la soledad con la que conviven esos personajes secundarios que entran y salen del plano con la prisa del transeúnte ocupado. Al filmar el deambular de Eyup en grandes planos generales en los que el peso de los ciudadanos anónimos —según la lógica del relato— con los que comparte las aceras está igualado con el suyo, Fıratoğlu le devuelve a las calles un sentido de espacio comunitario que parecía olvidado: tan importante son el protagonista y su trayecto como los niños que juegan en los parques por los que cruza o el anciano que, sentado en un escalón, descansa un poco después de haber cargado a pleno sol con una pesada sandía desde la frutería en la que la compró hasta las inmediaciones de su casa. La deshumanización de todo aquello que se aleja de los límites del “yo” provocada por un individualismo solipsista que impide ver en ese mar de siluetas que avanza por las aceras a personas particulares, con sus muchas ansiedades y sus puntuales alegrías, a compañeros con problemas a los que ayudar de forma desinteresada, termina diluyéndose en el relato debido al modo en que el director enfatiza los movimientos de amabilidad que el protagonista lleva a cabo. Es en ese humanismo focalizado en el reconocimiento del otro donde la película encuentra una hondura emocional sutil, pero demoledora. Mientras tanto, al fondo del encuadre, en las esquinas superiores de los planos, las estructuras arquitectónicas de grandes rascacielos abandonados en pleno proceso de construcción se convierten en la imagen decadente de una promesa de falso desarrollo levantada sobre el sudor y la sangre de los de abajo. ♦


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