|| Críticas | ★★★☆☆ ½
Breve historia de una familia
Jianjie Lin
Acoger al intruso
Nacho Álvarez
ficha técnica:
China, 2024. Título original: Jia ting jian shi/家庭简史. Dirección: Jianjie Lin. Guion: Jianjie Lin. Compañías productoras: First Light Pictures. Fotografía: Jiahao Zhang. Montaje: Per K. Kirkegaard. Música: Toke Brorson Odin. Reparto: Zu Feng, Ke-Yu Guo, Xilun Sun, Muran Lin. Distribución en España: Karma Films. Duración: 99 min.
China, 2024. Título original: Jia ting jian shi/家庭简史. Dirección: Jianjie Lin. Guion: Jianjie Lin. Compañías productoras: First Light Pictures. Fotografía: Jiahao Zhang. Montaje: Per K. Kirkegaard. Música: Toke Brorson Odin. Reparto: Zu Feng, Ke-Yu Guo, Xilun Sun, Muran Lin. Distribución en España: Karma Films. Duración: 99 min.
En su primer largometraje, Lin opta por reducir prácticamente todo a un estudio quirúrgico de este microcosmos doméstico, poniendo el foco en una familia perteneciente a la burguesía urbana de la China posterior a la ley de planificación familiar. A través de una puesta en escena precisa que juega constantemente con el campo y el contracampo, los movimientos de cámara entre los protagonistas, la posición de los actores, el juego de foco entre los dos adolescentes y las barreras naturales de la casa, se va dotando de un aura fantasmal al personaje de Yan Shuo, el compañero de clase de Tu Wei que es acogido por su familia debido a la problemática situación que atraviesa. Por tanto, esta violencia progresiva que va fagocitando la casa se construye desde un planteamiento casi exclusivamente presencial, haciendo que poco a poco Shuo ocupe espacios, intercambie su posición con la de Wei y acceda paulatinamente al cariño de sus padres, aprovechándose de esa “culpa de clase” que los llevará a adoptarlo finalmente. La cámara de Lin privilegia el punto de vista de este agente externo invasor que observa con distancia a la familia, reforzando (quizás con demasiada claridad) esa idea de microcosmos desde los primeros planos de la película, aquellos en los que el uso del ojo de buey relaciona directamente a los Wei con seres microscópicos que están siendo analizados en un laboratorio y que se repetirán a lo largo del metraje.
El contexto específico de la China contemporánea pone sobre la mesa varios temas que estructuran el modo de estar en el mundo de esa familia ligada a su cuestión de clase y su mirada sobre el futuro de su descendencia. Así, ese propósito de Yan Shuo de conquistar su posición como hijo legítimo se interrelaciona de manera directa con la actitud planificadora de los padres, haciendo entrever las implicaciones que la política de un solo hijo ha tenido sobre la expectativa, la exigencia y, en última instancia, el éxito proyectado sobre la siguiente generación. No en vano es precisamente su habilidad con el inglés y la posibilidad de estudiar en Estados Unidos lo que condiciona la adopción de Shuo, mostrando que esa desconfianza en las capacidades de Tu Wei -que decide apuntarse al equipo de esgrima y “fracasar”, al mismo tiempo que contradice a su padre asegurando que “China es el futuro”- arrastra una sombra de fe ciega en el mercado capitalista liberal y extranjero que deviene, una vez más, de la posición económica que ostenta la familia y de su contexto específico.
No obstante, en este cúmulo de lecturas psicológicas y sociológicas Lin parece en ocasiones más preocupado por el poso simbólico de la película y la fuerza de sus imágenes que por sus imágenes en sí. En este sentido, la frialdad de la fotografía de Jiahao Zhang y el juego entre Bach y la música electrónica que establece Toke Brorson Odin en la banda sonora, chocan continuamente con explicitaciones en guion y recursos -el abuso del slow motion, los zooms o el plano entre los dos adolescentes que alude a La piedad de Miguel Ángel- que llevan la película a un terreno más tremendista y, en cierto modo, prudente. Es por ello por lo que la determinación de mantener en fuera de campo tanto la realidad de Yan Shuo fuera de la casa de los Wei, como las dos acciones decisivas del final de la película -el beso y la autolesión-, que podrían abrazar la confusión y evidenciar las consecuencias de la paranoia colectiva para otorgar una lectura mucho más certera sobre las dinámicas interclasistas en el contexto de la ley de planificación familiar, terminan por resultar disonantes con el discurso tan transparente que emana finalmente de la película. ♦
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