|| Críticas | Cannes 2025 | ★★☆☆☆
Recién nacidas
Jean-Pierre & Luc Dardenne
La ilusión de las formas
Rubén Téllez Brotons
Cannes (Francia) |
ficha técnica:
Bélgica, Francia, 2025. Título original: «Jeunes mères». Dirección y guion: Jean‑Pierre Dardenne, Luc Dardenne. Compañías: Les Films du Fleuve, Archipel 35, The Reunion, France 2 Cinéma. Festival de presentación: Festival de Cannes 2025 (Competición Oficial). Distribución en Francia: Diaphana Distribution; distribución en España: [Información no disponible]. Fotografía: Benoît Dervaux. Montaje: Marie‑Hélène Dozo, Tristan Meunier. Sonido: Jean‑Pierre Duret. Diseño de producción: Igor Gabriel. Reparto: Babette Verbeek, Elsa Houben, Lucie Laruelle, Janaïna Halloy Fokan, Samia Hilmi (Jessica, Julie, Perla, Ariane, Naïma). Duración: 104 minutos.
Bélgica, Francia, 2025. Título original: «Jeunes mères». Dirección y guion: Jean‑Pierre Dardenne, Luc Dardenne. Compañías: Les Films du Fleuve, Archipel 35, The Reunion, France 2 Cinéma. Festival de presentación: Festival de Cannes 2025 (Competición Oficial). Distribución en Francia: Diaphana Distribution; distribución en España: [Información no disponible]. Fotografía: Benoît Dervaux. Montaje: Marie‑Hélène Dozo, Tristan Meunier. Sonido: Jean‑Pierre Duret. Diseño de producción: Igor Gabriel. Reparto: Babette Verbeek, Elsa Houben, Lucie Laruelle, Janaïna Halloy Fokan, Samia Hilmi (Jessica, Julie, Perla, Ariane, Naïma). Duración: 104 minutos.
Por momentos, la película parece tenerle miedo al temblor causado por el conflicto que surge cuando dos voces que expresan legítimas verdades terminan confrontando sus dolores y experiencias en su intento de defender sus posiciones. En ese terreno ambigüo en el que las percepciones de dos personajes se contraponen es donde la exploración de los cineastas puede tener verdadera hondura y significancia; no limitarse a la descripción tangencial de unas consecuencias, sino lanzarse de lleno al cuestionamiento de las causas que las provocan. Sin embargo, parece que los Dardenne sólo están dispuestos a construir a partir de las certezas para devolver más certezas; y no precisamente porque, al final de la película, cuando su indagación en una parcela determinada de la realidad haya concluido, sus imágenes ofrezcan con total seguridad un nuevo lugar desde el que mirar o una nueva forma de hacerlo, tampoco porque dicha indagación desemboque en una idea concreta o una visión del mundo atravesada por una tesis o por un estado de ánimo, sino porque su cámara nunca llega a salirse de los límites de lo ya conocido, de aquello que ya se sabe, y, por tanto, se limita a reproducir los gestos de sus protagonistas, en vez de intentar comprender por qué los llevan a cabo, cuál es su núcleo o de qué forma su contexto les obliga a reproducirlos.
Recién nacidas se conforma con calcar las formas de la realidad, con hacer una trasposición costumbrista de un movimiento repetido en el tiempo que únicamente es capaz de enunciar una desigualdad por muchos conocida y por todos ignorada. Los directores colocan la cámara detrás de un grupo de madres adolescentes que viven en un centro social debido a su precaria situación económica —o a la de su familia— para no decir prácticamente nada que no se sepa de antemano: que la pobreza dificulta la maternidad, más aún si esta es precoz. Las protagonistas no consiguen alquilar un piso, ni matricularse en el instituto de formación profesional para estudiar lo que desean, ni reconstruir el vínculo con sus padres; y, en su recorrido constante y agónico por unas calles que las rechaza y por unas estancias que no les permiten habitar, en su intento de comunicarse con unos adultos que las miran por encima del hombro o que las tratan con condescendencia o repulsa, se van aislando cada vez más de un mundo que se esfuerza por demostrar que no dispone de un espacio que puedan habitar. ¿Cómo filman los Dardenne ese desarraigo vital, esa sensación de no pertenencia que se surge cuando la condena al ostracismo se convierte en el movimiento mecánico de una sociedad intransigente que edificada sobre los valores de la propiedad —privada— y la familia —tradicional—? A partir de un acercamiento —no demasiado físico— a sus cuerpos.
Incapaces de mirar más allá de la superficie, los cineastas belgas se conforman con llevar a cabo una descripción de las heridas abiertas que se encuentran en la piel de sus personajes, de los ecos de las angustias internas que consiguen llegar —aunque de forma atenuada— al exterior para tomar la forma de un intento de suicidio, de un ataque de ansiedad o de un desmayo. Si no fuese porque la existencia de sus grandes obras es la prueba de que la intención real de los directores es la de percutir en la realidad para cuestionarla, se podría afirmar que su poética, que se articula, desde El niño de la bicicleta (2011), en torno a la idea del cuerpo como espacio en el que buscar los signos que evidencian con mayor explicitud los abusos del sistema, se conforma con subrayar la evidencia a partir de sus consecuencias visibles. Hay, sin embargo, en Recién nacidas leves y efímeros fulgores de hondura que dan cuenta de lo que la película podría haber sido si sus responsables se hubiesen lanzado de lleno a ahondar en unas incertidumbres cuya exploración puede resultarles más incómoda, pero que también demuestra un mayor compromiso con la realidad de unos personajes cuya condición de víctima no justifica que se los someta a un proceso de victimización constante que deja entrever cierto paternalismo y que, en última instancia, produce una naturalización de las injusticias que las oprimen.
Al final de la cinta, una de las protagonistas encuentra a su madre biológica, que la dio en adopción cuando nació, y le exige una explicación. La legitimidad del dolor de una adolescente que se siente abandonada entra en contacto con la legitimidad de una mujer que no quiso ser madre y que no tiene por qué dar explicación alguna al respecto. Los directores juntan sus rostros en un mismo plano; dos posicionamientos completamente humanos entran en contacto sin que exista, en apariencia, la posibilidad de un entendimiento. En esos matices se encuentra la verdadera vida de unos personajes que, por un momento, dejan de ser estereotipos de la realidad y pasan a convertirse en personas reales. En el retrato de sus complejidades la película ofrece una muestra de lo que pudo ser, consigue expresar una significación concreta y esencial del mundo. Es una pena que esa secuencia no sea más que un oasis dentro de un flujo de imágenes que se conforman con la ilusión de las formas y que, en su focalización de los efectos que el sistema provoca en la intimidad de los personajes, se olvida de cuestionar los engranajes que lo hacen funcionar. ♦
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