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    Crítica | Forever

    || Críticas | ★★☆☆☆ |
    Forever
    René Frelle Petersen
    El monopolio de la ausencia


    Alicia Rambla
    San Sebastián |

    ficha técnica:
    Dinamarca, 2022, Título original: «Resten af livet». Duración: 106 min. Dirección: René Frelle Petersen. Guion: René Frelle Petersen. Música: Flemming Berg. Fotografía: Jorgen Johansson. Reparto: Jette Søndergaard, Ole Sørensen, Mette Munk Plum, Eskil Tonnesen, Ole Caspersen, Lasse Lorenzen, Benny Bøtchiær Thomsen, Tue Frisk Petersen, Søren Clausen, Mark De Wessel Fries, Peter Hansen Tygesen, Productora: Zentropa Productions.

    La muerte es un tema tabú en todas las comunidades occidentales, fruto de una herencia cristiana que correlacionó el miedo a esta con la imposibilidad de superar las puertas de San Pablo tras el juicio final. A propósito de ella, en Forever (Resten af livet, René Frelle Petersen, Dinamarca, 2022) se hace un recorrido por testimonios de tres personas que sufrieron la pérdida de un ser querido cercano y se muestran las diferentes formas de superar y habitar el duelo. Junto al citado tema principal se añade otro arco narrativo: la protagonista, Lily, lucha contra su probable infertilidad, exponiendo así una interesante subtrama sobre la imposibilidad de la vida en este contexto de mortandad. Así pues, el filme de Frelle Petersen se erige en un retrato sobre la ausencia. Sus personajes, una familia compuesta por Lily (Jette Søndergaardy) y sus padres Egon (Ole Sørensen) y Maren (Mette Munk Plum), han sufrido el inesperado deceso de su hijo/hermano. Esa desaparición se recreará a través de los espacios que habitaba quien ya no está y el director dialogará a base de rimas con secuencias de pre y posmortem. En el primer acto de la película, se celebran cumpleaños, juegan al Monopoly en reuniones, mostrando la excelente salud relacional de todos los individuos del linaje. En el segundo, se volverán a dichos espacios y tiempos pero con los huecos vacíos que subrayan la pérdida. Si bien resulta coherente con la historia que está contando, todo este planteamiento está cimentado sobre los clásicos clichés de cómo representar la ausencia en gramática audiovisual. Un carrusel manido de estampas que, por reiteración, pierden fuerza emocional.

    Pasa lo mismo con la composición de los planos. La película está construida en un sistema divisorio de la imagen a partir del espacio que ocupa cada personaje en su formato panorámico, el que permite separar en dos la imagen para crear cuadros dentro de los planos y así sesgar el espacio visual para remarcar ideas de su posición emocional. Y esta decisión ubica en los dos planos dentro del plano el espacio de la pérdida y el duelo en contraposición de la resiliencia o estabilidad. Lily al principio de la película ocupa la parte derecha del plano, además encerrada a través de las puertas de la casa, porque muchos de ellos están grabados desde fuera de las habitaciones de la vivienda, desde una distancia prudencial para que la cámara sea una espectadora más, para no intervenir en esa historia que requiere de intimidad. Es a partir de la muerte del hermano, que Lily será dispuesta en el lado contrario; lo mismo pasará con el padre. Estas ubicaciones y reubicaciones dentro de la estructura compositiva de las imágenes también servirán como contrapunto para deslocalizar a Maren, quien se encuentra en un estadio diferente del de Egon y Lily, posicionándola en el centro del plano, totalmente fuera de lugar, disociada como está, haciendo como si eso que ha ocurrido no fuera con ella, yendo a trabajar cada día y queriendo mantener la vida que tenía anteriormente. Sin embargo, aún teniendo una coherencia en sus ángulos de cámara, composiciones gráficas y posiciones en el espacio de los personajes en la zona dramática, junto con la historia y la narrativa de su guion, el ejercicio fílmico-espacial de Petersen flaquea al no matizar la evolución de unos personajes en plena perdición.

    Entre este dispositivo narrativo, articulado alrededor de Egon y Lily, quienes ocupan la gran parte del metraje, destaca el mencionado rol de Maren. Si el padre y la hija son la representación de la resiliencia, Maren está para todo lo contrario, sufriendo un estado de negación ante la muerte de su hijo, que sorprende a los otros dos componentes del núcleo familiar. Y es probablemente ese personaje el que tiene un arco más complejo y aporta los asideros sentimentales del filme, más allá de cualquier parafernalia visual. Una verdad cuya digestión conlleva un tiempo indeterminado de resolución, como cualquier proceso de duelo. Con ello, el filme de Frelle Petersen, es una propuesta sensible y honesta pero más que fomentar la empatía funciona como una terapia de choque en la que el efectismo domina al igual que la falta de ideas novedosas. ⁜


    Resten af livet, René Frelle Petersen
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