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    Crítica en serie | Jessica Jones

    Jessica Jones

    Antiheroínas, villanos y otras criaturas dañadas

    crítica de Jessica Jones (2015).

    Netflix | EE.UU, 2015. Directores: S.J. Clarkson, David Petrarca, Stephen Surjik, Uta Briesewitz, Bill Gierhart, Rosemary Rodriguez. Guión: Melissa Rosenberg, Liz Friedman, Jamie King, Scott Reynolds, Micah Shraft (basado en la obra de Brian Michael Bendis y Michael Gaydos). Reparto: Krysten Ritter, Mike Colter, David Tennant, Rachael Taylor, Carrie-Anne Moss, Wil Traval, Eka Darville, Erin Moriarty, Susie Abromeit, Robin Weigert, Colby Minifie, Rebecca De Mornay. Fotografía: Manuel Billeter. Música: Sean Callery.

    Siete años, doce películas y tres series de televisión después, Marvel se ha dignado a presentarnos a su primera superheroína por derecho propio, la primera que no aparece como un interés romántico que se ha ganado un ascenso, o como un personaje secundario relegado a ser comparsa del “club de los chicos”. Y para ello ha escogido un personaje a priori poco conocido para el gran público —hasta ahora—, con una vida y unos problemas mucho más mundanos que los de Tony Stark y su pandilla. Creada por Brian Michael Bendis y Michael Gaydos en 2001, Jessica Jones debutó en los cómics de la mano de Alias, serie que inauguró la línea MAX de Marvel, destinada a un público adulto y que incluye historias mucho más violentas, sexuales y oscuras que las de las colecciones regulares de la Casa de las Ideas. Quizá por eso era inevitable que apareciese en las producciones que Marvel ha reservado para Netflix, que, si no son una línea MAX televisiva, están muy cerca de serlo. Y la elección y puesta en escena, como sucedió con Daredevil, no pueden ser más brillantes. Alias es la base argumental de Jessica Jones, aunque la serie sigue su propio camino. Jessica es una mujer poco común, al menos para los estándares de los universos superheroicos; sí, tiene súper fuerza, es bastante más resistente de lo que es normal —aunque no invulnerable—, y casi se diría que puede volar. Pero también bebe como un cosaco, se acuesta con quien quiere y es un desastre en casi todo lo que hace; posiblemente, si el tabaco no estuviese tan mal visto en los productos audiovisuales americanos de hoy día, también fumaría como un carretero. Jessica está a años luz de las siempre pluscuamperfectas damiselas de los universos comiqueros, capaces de pasearse entre explosiones subidas a tacones de vértigo, de enamorar a semidioses alienígenas atropellándolos con su “encantadora torpeza” o de cargarse todo un pasillo lleno de matones literalmente sin despeinarse. Jessica Jones suda, sangra, se ensucia, no se cambia de ropa en días y huele mal. Jessica Jones es el personaje más humano jamás visto en una pantalla en la que aparezca gente que puede parar coches con las manos.

    A diferencia también de sus mayores cinematográficos, y en cierta medida también de su serie hermana, Jessica Jones nos cuenta una historia más pequeña, menos centrada en salvar el mundo y más en que su protagonista se salve a sí misma y a los suyos. Cuando la conocemos, Jessica está lidiando con un trastorno por estrés postraumático, resultado de haber pasado meses bajo el control mental de alguien llamado Kilgrave, que la llevó a sufrir, y a perpetrar, todo tipo de abusos imaginables. Un buen (mal) día, Jessica descubre que Kilgrave, a quien creía muerto, sigue vivo y ejerciendo su terrorífica influencia sobre la gente. La maldad de Kilgrave, como veremos después, no radica tanto en sus habilidades como en su propio ser. Y frente a la muy humana maldad de Kilgrave, se alza la no menos humana fuerza de voluntad de nuestra protagonista. Jessica es una superviviente: ha atravesado un infierno de abusos y ha vivido para contarlo; y, aunque dañada, puede que de forma irreparable, es capaz de plantarse frente a su torturador y escupirle su desprecio a la cara, de pararle los pies para evitar que dañe a otros como la ha dañado a ella. Jessica no es sólo alguien que puede atravesar paredes de un puñetazo o cargar con tipos del doble de su tamaño como quien lleva una mochila; también es alguien capaz de enfrentarse a un trauma muy real, a un miedo que puede llegar a paralizar, para evitar que éste siga definiendo su existencia. Con su aspecto menudo y casi frágil, y su expresión a la vez sarcástica y triste, Krysten Ritter resulta perfecta como Jessica, consiguiendo no sólo llevar la serie a sus espaldas, sino construir un personaje con el que el espectador puede empatizar sin caer en los estereotipos de marysue que resultan tan tentadores para el mundo audiovisual a la hora de lidiar con personajes femeninos. Jessica es una mujer, pero eso no significa que tenga que comportarse de acuerdo a unos “estándares” por el hecho de serlo. Los estándares y las opiniones de la gente, en realidad, se la traen bastante al pairo, como deja claro en más de una ocasión, a amigos, enemigos y desconocidos por igual.

    Jessica Jones

    «Jessica Jones es, desde ya, uno de los productos más importantes de la cultura pop audiovisual de esta generación».


    Contrariamente a lo que el género nos tiene acostumbrados en materia de supervillanos megalómanos, las ambiciones de Kilgrave son más bien reducidas; no quiere dominar el mundo (o, al menos, no tiene un interés especial en ello), ni destruirlo, ni redibujarlo a su gusto. Kilgrave, que posee el que tal vez sea el superpoder más terrible que un villano pueda desear, sólo quiere salirse con la suya. Como un niñato caprichoso y malcriado, Kilgrave usa su habilidad para conseguir lo que quiere cuando lo quiere, sea esto una chaqueta cara o irse a la cama con una mujer, independientemente de lo que ella opine. Como monstruo, Kilgrave es mucho más aterrador porque es un monstruo real: un violador, un maltratador psicológico que no se ensucia las manos para convertirse en un maltratador físico porque puede hacer que otros le hagan el trabajo sucio. Un abusador de auténtico manual que no necesita usar sus poderes para manipular a la gente, como demuestra en más de una ocasión. Una auténtica serpiente camuflada como un tipo atractivo, exitoso y hasta divertido para quien no sepa qué se esconde detrás. Un genuino monstruo camuflado entre la multitud. En ese sentido, el trabajo de David Tennant es sensacional: en sus manos, Kilgrave es tan peligroso como repulsivo y patético. Una cadena de cualidades difíciles de consolidar en un solo personaje, pero que Tennant ejecuta de manera brillante, ya sea con su presencia física o sólo con su voz, capaz de provocar escalofríos a voluntad y que la serie aprovecha sabiamente en más de una ocasión.

    Kilgrave es un monstruo, pero no es el único monstruo de esta historia. De hecho, la serie lidia constantemente con los abusos, tanto físicos como psicológicos, que han sufrido muchos de sus personajes. Ya sean casos de pareja, familiares o laborales, los personajes de Jessica Jones están profundamente marcados por relaciones tóxicas que han tenido que aprender a superar, o están en proceso de hacerlo. No en pocas ocasiones, la serie hace hincapié en que no hace falta tener hiperfuerza o poder volar para ser un héroe. Cientos de personas a diario lo son, enfrentándose a relaciones abusivas, ya sean ellos las víctimas o no, para evitar que esos monstruos puedan seguir haciendo daño. Los superpoderes, en este caso, son un complemento puramente incidental. Si Daredevil fueron trece horas de televisión brillantes, arrolladoras y con algunas de las mejores secuencias de acción física vistas en una pantalla en mucho tiempo, Jessica Jones opta por un tono más rebajado, pero no por ello menor. Hay peleas, pero no son tan visualmente espectaculares; donde Matt Murdock es un artista marcial que busca a sus enemigos, Jessica Jones es alguien a quien las peleas le caen encima y sólo quiere librarse de ellas y seguir adelante. Hay villanos interesantes y bien planteados, pero sus motivaciones son muy distintas. Su reparto de secundarios está mucho mejor equilibrado que el de Daredevil, no sólo en diversidad (puede que sea uno de los repartos más diversos de la televisión actual), sino también en el tipo de personajes que presenta y en cómo los presenta. Y, sobre todo, hay una intención clara de no repetir las ideas de Daredevil. Sí, las series son hermanas y ocurren dentro de un mismo universo, pero sus protagonistas, sus tramas y sus tonos son distintos. Por todo lo que representa, y por cómo lo representa, Jessica Jones es, desde ya, uno de los productos más importantes de la cultura pop audiovisual de esta generación. Sólo queda esperar que los estudios hayan entendido la lección, y que no vaya a ser la última. Bienvenida sea, miss Jones. La estábamos esperando. | ★★★★★ |


    Judith Romero
    © Revista EAM / Londres



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