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    Crítica | The Babadook

    The Babadook

    Donde viven los monstruos

    crítica a The Babadook (2014), dirigida por Jennifer Kent. | ★★★★ |

    Viene siendo una tónica habitual que algunas de las más gratificantes sorpresas del último cine de terror nos lleguen desde Australia. Títulos como Triangle (Christopher Smith, 2009) –inexplicablemente, aún inédita en España– o Wolf Creek (Greg McLean, 2005) han demostrado que hay vida inteligente fuera de las fronteras de Hollywood. La última alegría surgida de las antípodas es The Babadook (2014), debut en la dirección de largometrajes de la actriz Jennifer Kent, que desarrolla (y mejora) la idea que dio lugar a su aclamado corto Monster (2005). La cinta, que viene precedida de inmejorables comentarios en su paso por festivales como los de Sundance y Sitges –donde se hizo con el Premio del Jurado y el de Mejor actriz–, no es otra cosa que una nueva vuelta de tuerca al recurrente mito de El hombre del saco, una de las más famosas leyendas urbanas que tanto han servido para infundir temor a los niños que se portan mal a lo largo de los tiempos. ¿Dónde radica el éxito de esta propuesta que tanto revuelo ha causado allá donde ha podido ser vista? Seguramente, habría que buscarlo en la sencillez con que fundamenta su efectividad en unos miedos que resultan perfectamente reconocibles para cualquier espectador. ¿Quién no teme a las pesadillas? ¿Quién no se ha inquietado alguna vez por una misteriosa sombra que emerge de un rincón? ¿No te has sobresaltado nunca por un sonido sospechoso proveniente de detrás de una puerta? The Babadook esquiva inteligentemente los sustos previsibles y fríamente calculados de cualquier producto expresamente diseñado para llenar las salas de cine, optando por entregar una experiencia mucho más dramática, con unos personajes multidimensionales y complejos y una manera de entender el miedo bastante más psicológica que explícita.

    La primera mitad del filme, de hecho, se revela como un acertadísimo retrato familiar (reducido a su más mínima expresión) en donde sus miembros son seres atormentados, azotados por una tragedia difícil de superar y que les ha creado serios trastornos de personalidad. Así, tras la muerte de su marido en un accidente cuando la llevaba al hospital a dar a luz, Amelia debe lidiar sin la ayuda de nadie con Samuel, su problemático y fantasioso hijo de seis años. La relación madre-hijo no es precisamente idílica, ya que la mujer se encuentra en un estado depresivo, superada por la situación de tener que cargar con un niño al que no soportan ni profesores ni familiares. Hastiada de su vida, Amelia únicamente encuentra un pequeño remanso de paz como trabajadora en un centro de ancianos, donde desconecta de un hijo que le exige demasiada atención. Dicho de otra manera: no estamos ante la madre abnegada y sobreprotectora que nos han pintado en títulos similares como Los otros (Alejandro Amenábar, 2001) o El orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007), pese a que la descomunal interpretación de Essie Davis –todo un descubrimiento a celebrar– tenga evidentes paralelismos con aquellas encarnaciones de Nicole Kidman y Belén Rueda, a un paso de la locura. Noah Wiseman, con un aplomo impropio de un niño de tan corta edad, le da a Davis una réplica absolutamente electrizante en su papel de Samuel, logrando que el espectador perciba con contundencia los elementos tan serios (y alejados del cine fantástico) que la historia abarca. El sentimiento de culpa, la dificultad para superar la pérdida de un ser querido, la soledad o la marginación infantil, son temas que Kent maneja con tacto y mano firme en su ópera prima, sin trivializarlos en ningún momento.

    The Babadook

    Si la cinta sale victoriosa en su vertiente más dramática, en la parte terrorífica tampoco se queda corta. Continuando la línea de monstruosas leyendas urbanas del género como el Freddy Krueger de Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984) o Jeepers Creepers (Victor Salva, 2001), The Babadook nos presenta a un nuevo (y memorable) villano en las sombras, caracterizado por su enorme boca y unos dedos largos y afilados, así como por su sempiterno sombrero de copa. Él es el protagonista de un enigmático libro que, de la noche a la mañana, aparece en el hogar de los protagonistas. Su lectura desencadena, no solo los terrores nocturnos de Samuel, sino también una auténtica pesadilla para Amelia, que tiene que enfrentarse a aterradores fenómenos paranormales que amenazan con desestabilizar, aún más, su frágil salud mental. Puede que sobre el papel, su planteamiento no parezca especialmente novedoso, más bien todo lo contrario, pero su directora da una auténtica lección de elegancia y sutileza a la hora de hacer que el público sienta el buscado escalofrío. No hay salidas de tono innecesarias. Tampoco busca el sobresalto fácil a costa del aumento repentino de decibelios. El de The Babadook es un terror desnudo y puro, que proviene de las inseguridades y miedos más profundos de sus atormentadas criaturas. No esperen encontrar sangre en la película porque no la hay y, aun así, da auténtico pavor.

    The Babadook

    Técnicamente, el filme es una auténtica maravilla si tenemos en cuenta que ha contado con un modestísimo presupuesto de 2,5 millones de dólares, algo que hace que en ningún momento tengamos la sensación de estar ante una serie B. La excelente labor del director de fotografía y algunas imaginativas soluciones visuales –la animación del malo de la función y la manera en que éste cobra vida desde las páginas del libro– contribuyen a que estemos ante una obra de impecable factura y muy atmosférica, que no abusa de los efectos especiales, manteniéndolos siempre en un discreto segundo término. De esta forma se evita cualquier floritura efectista que distraiga la atención de la historia y la evolución de sus personajes. En este sentido, The Babadook debería servir de ejemplo para futuras películas de terror que pretendan construir sus relatos sobre personas de carne y hueso alejadas de los arquetípicos monigotes que, desgraciadamente, suelen ser lo habitual en el género. Teniendo en cuenta que directores más consagrados fracasaron a la hora de asustar con mimbres muy parecidos –me viene a la mente el ejemplo de Juan Carlos Fresnadillo y su fallida Intruders (2011), únicamente queda felicitar a esta interesante nueva realizadora por lo logrado–: un genuino cuento de horror infantil repleto de ambigüedad y muy mala baba que, además de ser una magnífica película, tiene madera de clásico instantáneo del género. | ★★ |

    Jose Antonio Martín
    redacción Las Palmas de Gran Canaria


    Australia. 2014. Título original: The Babadook. Directora: Jennifer Kent. Guión: Jennifer Kent. Productora: Entertainment One / Causeway Films / Smoking Gun Productions. Fotografía: Radek Ladczuk. Música: Jed Kurzel. Montaje: Simon Njoo. Intérpretes: Essie Davis, Daniel Henshall, Tim Purcell, Noah Wiseman, Cathy Adamek, Craig Behenna, Barbara West.


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