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    Crítica | Guardianes de la galaxia

    Guardianes de la galaxia

    Los comienzos de una banda muy singular

    crítica de los Guardianes de la galaxia | Guardians of the Galaxy, dirigida por James Gunn, 2014

    Guardianes de la galaxia ratifica hoy una tendencia contra pronóstico: este verano de 2014 está haciendo felices incluso a los siempre escépticos del blockbuster, producciones multimillonarias que aterrizan con el firme propósito no sólo de amortizar presupuesto y sumar ganancias sino de doblar la apuesta, digamos, en el último segundo. Más o menos igual que Christopher Walken en El cazador, aunque sin medidas drásticas. (No se aconseja preparar un speech revólver en mano, ni siquiera teniendo enfrente al dueño de los estudios, o la productora interesada.) Ya no basta con tener una gran idea y un mejor guión; ahora también hay que regalarle al productor la posibilidad de abrir franquicia, de poder sumar ceros a su(s) cuenta(s) bancaria(s) mediante ostentosas y estruendosas aventuras para, en última instancia, alienar un poco más a sus devotos en Pekín, en Skopje o en Honolulú. Quizá los ejemplos indeseables recientes sean Piratas del Caribe y Transformers, dos productos que definen a la perfección la codicia y la estupidez hollywoodienses, y cómo éstas nublan a veces el juicio del espectador más incauto: no por nada el mismo personaje que catapultó al excéntrico Johnny Depp a categoría de icono rock, ha acabado por sepultarle en la simple mueca; en tanto que los Optimus Prime y Galvatron de Michael Bay siguen a lo suyo, imponiendo su mandanga —con efectos no del todo saludables— a golpe de hostias. Y disculpen la redundancia, pero es revisar nuevamente lo ya visto. Una verbena donde el Tren Chu-Chu es regentado por la misma bruja José Javier desde 2007.

    Hablaba al comienzo sobre la felicidad, o la euforia que se hace pasar por ésta, de quienes demonizan aleatoriamente, por afición, la cartelera en verano. Que la temporada estival es una época idónea (hace calor, la gente se va de vacaciones, las expectativas se despeñan como kamikazes sin airbags ni eyector alguno, y se restauran como por arte de cine) para colarnos saldos no es ningún secreto, como tampoco lo es que entre la supuesta morralla surgen de vez en cuando historias apasionantes, incandescentes; sin ínfulas dramáticas ni artísticas más allá de querer erizarte los vellos del culo o arrancarte una sonrisa tonta, quedándose a vivir contigo primero por tres meses y después por seis o diez años. O a perpetuidad, es decir hasta que la muerte (o un spin-off) os separe: esa compañía no tiene coste alguno y suele provocar mucha satisfacción. Y mucha satisfacción esconde a plena vista Guardianes de la galaxia, acaso la mejor película de antihéroes venidos forzosamente a superhéroes (con el permiso de Watchmen) que pasa por ser el reverso luminoso, una versión rocker y working-class de Los Vengadores, sin lugar a dudas el culmen narrativo y la élite del nombre propio hecho grupo del universo Marvel. Filme que rebajó sustancialmente la tensión que poco después traería consigo un minuto de silencio tras el final de The Dark Knight Rises de Christopher Nolan, cuya guinda a más de uno se le indigestó. Una película, Los Vengadores, que interpuso sarcasmo entre toneladas de cemento, donde la oscuridad gravitaba como fuerte axioma sin recorrido, vibrante y lejano en el espacio y, si me permiten jugar con la semántica, también en el tiempo. Así, Disney/Marvel puso contra las cuerdas a la hasta entonces muy subversiva Warner Bros/DC, y de repente los fans de esta segunda empezaron a tener dudas a propósito del futuro comercial —cinematográfico, no farmacéutico— de la depresión, de la tinieblas ahogadas, del huir de uno mismo a ninguna parte, de impostar la voz y la existencia misma, de soñar grises azulados con destellos rojos, de convertir a Superman en Sa(n)dman o, mejor aún, en Grant Morrison; y a Batman en Frank Miller con un traje que no, ¡última nueva!, no es de goma espuma. Pequeños detalles que podrían no gustar a los felices-de-la-vida, igualmente enfermos clínicos.

    Guardianes de la galaxia

    Vengar y/o velar


    Leo con interés varias entrevistas en las que James Gunn, coguionista y realizador de Guardianes de la galaxia, se muestra confiado respecto al futuro de la saga que recién ahora se estrena en medio mundo. No duda en arrojar pimienta sobre determinadas comparaciones oportunistas que él mismo nutre con riffs dialécticos: "Si Los Vengadores son los Beatles, Los Guardianes son los Rolling Stones". Metáfora que, por otra parte, no se aleja de la ficción en tanto Rocket, el mapache pistolero, es un poco Keith Richards, y Groot, un árbol gigante medio mudo (sólo dice "I am Groot" y con eso le basta para trenzar una lengua con millones de ramificaciones), percute generosamente, sin florituras, a lo Charlie Watts. El Capi, bien mirado, es un Paul McCartney que no envejece nunca, mientras que Thor destila la soberbia de un dios hippie con arrebatos (extra)terrenales, muy en la línea de John Lennon. Con todo la película se nutre de un humor, a veces extemporáneo, más propio de cierta serie B que de una producción semejante, donde guionistas y cualesquiera que meten sus narices en el guión parecen a menudo refractarios a ese patetismo tan natural, tan humano, que deberían mostrar todos sus personajes; como les sucede a los de James Gunn, cuyo imaginario reúne —para nuestro goce— aventuras interestelares, batallas a gatillo loco, comedia al son de greatest-hits setenteros y ochenteros, ya sea Hooked On A Feeling de Blue Swede tras una inocente y alegre rueda de reconocimiento con walkman de por medio, o la fabulosa Spirit in the Sky de Norman Greenbaum: guitarras crepitantes y coros soul que chutan adrenalina; o Go All the Way de The Raspberries, o Cherry Bomb de las Runaways, o el Moonage Daydream de nuestro marciano favorito, David Ziggy Stardust Bowie, o un romance en brutal armonía con la infalible pero ya muy desgastada Ain't No Mountain High Enough, con Marvin Gaye y Tammi Terrell cantando ingenuidades de otros tiempos a los que volver sin reparar en caídas. Porque en el futuro sigue existiendo el betadine, y las cintas de cassette suenan como nunca. Y aunque los villanos no trascienden por su complejidad, los antihéroes —con Rocket el Mapache a la ofensiva, Groot en ambas zonas del tablero, parando y regalando estopa a discreción, Drax el Destructor en su programa particular de pressing catch, Gamora de un color perra verde que mata esperanzas e incluso enemigos, y Star-Lord a lo Marty McFly puesto de esteroides con botas voladoras— lograrán escamotear las malas críticas por tan criticable asunto. Que está ahí, como también el exceso de canciones de producción ajena en el soundtrack.

    Guardianes de la galaxia

    Star-Lord, aka Peter Quill, fue abducido por unos saqueadores extraterrestres el mismo día que murió su madre. Veinte años después, se gana el pan robando reliquias para su jefe y antiguo secuestrador, quien viaja en comuna por toda la galaxia. Una de esas reliquias llamadas de la Eternidad le ocasionará a Peter ser perseguido por Ronan y sus malandrines, al mismo tiempo secuaces de Thanos, aquel monstruoso perfil berenjena que vimos en la secuencia post-créditos de Los Vengadores. El resto de los integrantes de la pandilla galáctica se unen a la fuerza, como quien dice, por distintos motivos: sed de venganza, sed de dinero... Sed de ser autónomos. Por salir a tomar el aire y quemar calorías con la boca hecha un grito de Munch. Sea como sea, a James Gunn hay que reconocerle un doble mérito: reafirma la importancia de un cine con secundarios capaces de ensombrecer a los verdaderos protagonistas y entre tanto frenesí transmuta su invención en una especie de kriptonita anti-Nolan, cuya influencia en otros personajes menos acostumbrados a las tinieblas podría llegar a ser nefasta. No aquí, pues estos cinco son ganchos infalibles, de esos que se convierten primero en nuestras figuras de acción preferidas y después en nuestros mejores amigos interplanetarios; hasta que el sopor (o un mal crossover, otra forma de romper vínculos) nos separe. | ★★ |

    Juan José Ontiveros
    redacción Madrid


    Estados Unidos, 2014. Guardians of the Galaxy. Director: James Gunn. Guión: James Gunn, Nicole Perlman. Fotografía: Ben Davis. Música: Tyler Bates. Productora: Disney / Marvel. Reparto: Chris Pratt, Zoe Saldana, Dave Bautista, Bradley Cooper, Vin Diesel, Lee Pace, Benicio del Toro, Michael Rooker, Karen Gillan, Glenn Close, John C. Reilly, Djimon Hounsou, Ophelia Lovibond, Paulina Boneva, Josh Brolin, Laura Haddock, Emmett Scanlan.


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