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    Crítica | Shed No Tears

    Shed No Tears | Kann Ingen Sorg, de Björn Stein y Mans Marling

    El flyer de Hakan Hellström

    crítica de Shed No Tears | Kann Ingen Sorg, de Björn Stein y Mans Marling, 2013

    Kann Ingen Sorg es el nombre real de una canción compuesta en el año 2000 por el cantante sueco Hakan Hellström —traducida en inglés como Shed No Tears for me, Göteborg—, con la que debutaría en su país comenzando una carrera en solitario tras una etapa como batería en un grupo llamado Broder Daniel. A su vez, también es el título esta película. Una adaptación “extraoficial”, llena de complicidad y referencias, a la juventud del cantante y su música justo antes de convertirse en un autor de referencia del pop indie de Suecia. Su alter ego, Pal, es un joven veinteañero con serios problemas de pánico escénico. Desde niño le ha gustado la música, aunque ha sido incapaz de representarla en directo. Su reacción instantánea es la de desahogar su ataque de ansiedad con algún acto reflejo, involuntario y ridículo, que le acaba dejando en evidencia. Es bueno componiendo. Es capaz de visualizar las notas, literalmente, para llegar hasta la melodía que busca y la letra que necesita. Pero únicamente es capaz de cantar sus canciones cuando está sólo, y por lo tanto, su sueño se convierte también en su gran obstáculo. Johnny, su mejor amigo, y compañero de infancia, conoce perfectamente su miedo, e intenta animar a Pal a su manera efervescente, a ritmo de alcohol y conciertos en la noche de Gotemburgo. Y Lena, por otro lado, no puede hacer otra cosa que ser leal a una amistad que ella desearía que fuera algo diferente, aún a pesar de sus vanos intentos por confesar que, desde niña, está enamorada de él.

    La relación a tres bandas entre Lena, Pal y Johnny entra en conflicto cuando aparece el tercer elemento en discordia: Eva, la vocalista de un grupo en la que Pal se fija inmediatamente cuando la ve hablando con Johnny. Con ella en escena, el guión ya ha presentado todos sus elementos y el resto podemos imaginarlo. El grupo en cuestión es el citado Broder Daniel, del que Hakan (AKA Pal) acabará formando parte como batería, una vez Eva le escuche cantar sólo una de sus canciones. ¿La particularidad? Pal sólo puede tocar con los ojos vendados. Con los ojos bien abiertos, sin embargo, y las ideas bien claras marchan los directores Mads Marlind y Björn Stein. Ambos comenzaron su carrera en televisión, campo en el que aún conservan algunos de sus mayores créditos hasta ahora, destacando especialmente sus roles como guionistas en la afamada serie sueca Bron (El Puente). Serie que estos días está conociendo un remake de producción americana en el que también participan ambos cineastas, siguiendo la estela de otras series ya asentadas como la danesa The Killing. El dinamismo en el montaje de Shed No Tears tiene marca de origen, y es Hollywood. Tanto Stein como Marlind estrenaron hace años dos películas norteamericanas con actores de cierto caché: La sombra de los otros, donde figuraban nombres como el de Julianne Moore o Jonathan Rhys Meyers, y el renacimiento de la saga vampírica de Len Wiseman, Underworld: Awakening, con la esposa del mismo, la guapísima Kate Beckinsale. Su oficio es más que evidente en la forma en la que ambos han visualizado la historia de Hakan Hellstrom.

    Shed No Tears | Kann Ingen Sorg, de Björn Stein y Mans Marling

    Shed No Tears es canciones continuas, una saturación de colores muy vivos, y una focalización fuertemente subjetiva, que toma el punto de vista de Pal como punto desde el que contar los acontecimientos; así como vía para introducir puntuales desvaríos visuales que materializan corcheas de cristal flotando en su habitación, una gamba que le echa en cara su ineptitud o un puente que se derrumba delante de sus ojos. Pal es un personaje que busca una empatía continua y que es difícil negarle, pues contiene taras con las que fácilmente podríamos identificarnos algunos de nosotros. Aún así, el tratamiento jovial que la película hace de la cierta juventud sueca no puede evitar el apelativo algo cuestionable de “neohippie”. Sus comportamientos y placeres, su forma de vivir en un desván con humedades y donde la creación artística es la justificación de la suciedad acumulada, dibujan un entorno donde la creación artística y el libertinaje, siempre tan fotogénico, son la razón de ser de estos nuevos cantautores con alma de Elliot Smith. Stein y Marlind comienzan subrayando cierta ligereza de contenido, como un filme sobre chavalería que sólo disfruta de la vida nocturna, mientras se enamora de una cantante morena despampanante y sufre algún que otro amor no correspondido. Pero poco a poco sufre un progresivo cambio de tono. Una elección algo confusa y que vuelve los acontecimientos más serios y solemnes.

    Y es entonces cuando de fondo suena För Sent För Edelweiss (Demasiado tarde para Edelweiss) y la presencia de Hakan sobrevuela la autoría de una obra que en el fondo entiende su propia existencia como un gran homenaje a su música, antes que como un biopic formulaíco (que lo es) propiamente dicho. Los placeres de Shed No Tears cabe encontrarlos antes en el uso que los cineastas hacen de la música, y en los guiños a la figura real en la que se inspira que a la intriga de una historia con más bien pocas sorpresas. Hablamos de desengaños, y de moraleja. Quién abrace el éxito profesional acabará sólo y quién se arriesgue por amor, a una pareja o a un amigo, será recompensado, pues lo que das siempre vuelve. El largometraje intenta impartir magisterio a través de la esencia de Hellström; de cómo crear arte que sea sincero y no necesariamente deba ser minoritario. Hablamos de un músico cuyos álbumes, excepto el tercero, alcanzaron el número 1 en las listas de Suecia. La cinta obtuvo a su vez ocho nominaciones a los Premios Guldbagge, entre ellos a la mejor dirección y al mejor guión, aunque finalmente sólo consiguió dos premios técnicos. El relativo al mejor montaje y al mejor diseño de sonido. Galardones necesarios para una obra que se mueve al ritmo de sus canciones tomándolas casi como puntos de referencia para sus cambios de movimiento y velocidad. Ellas son las auténticas protagonistas de toda esta excusa. Ligera, divertida, con una perfección formal ya reconocida, aunque en última instancia algo inocua y ensimismada. Los fans del Hellström disfrutarán con ella, y los neófitos entrarán en su universo sin problemas. Como si te hubieran regalado un flyer a uno de sus conciertos. | ★★★

    Gonzalo Hernández
    redacción Madrid

    Suecia. 2013. Título original: Kann Ingen Sorg. Directores: Björn Stein, Mans Marlind. Guionistas: Cilla Jackert. Fotografía: Erik Sohlström. Intérpretes: Adam Lundgren, Disa Östrand, Jonathan Andersson, Josefín Neldén, Tomas von Brömssen, Marie Richardson, Reine Brynolfsson, Gunilla Nyroos. Productoras: Acne Production, Film i Väst, MINT, Svensk Filmindustri. Fecha de estreno oficial: Suecia, 19 de Julio de 2013.

    Shed No Tears | Kann Ingen Sorg poster
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