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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Dallas Buyers Club

    Dallas Buyers Club

    Más allá de Rock Hudson

    crítica de Dallas Buyers Club, Jean-Marc Vallée, 2013

    En el ecuador de los ochenta Rock Hudson anunció que tenía SIDA y se dispararon las especulaciones. En esa época la enfermedad se acababa de descubrir y era todavía marginal, no sólo por su desconocimiento sino porque se asociaba a una homosexualidad socialmente oprimida. El caso de Rock Hudson contribuyó a darle más visibilidad y a acelerar las investigaciones, pero ello no impidió que el actor falleciese meses después. Conocido sobre todo por sus intempestivos melodramas dirigidos por Douglas Sirk y sus comedias románticas coprotagonizadas con Doris Day, interpretando en ellos papeles de galán ocasionalmente ingenuo pero siempre apuesto y vigoroso, Hudson debía entonces sufrir cierta relectura de su época dorada en la gran pantalla. Para bien y para mal. Esta evocación sirve por lo demás para compararla con el caso de Matthew McConaughey, curiosamente también conocido antaño por su presencia en películas coloridas y sentimentales, aunque entonces (hace una década) ya se llamaban “romcoms” y habían perdido su tradicional gracia. Digo pues “antaño”, no porque hayan pasado muchos años, sino por lo drástico de la transformación que ha experimentado la carrera interpretativa de McConaughey… Casi tan drástica como la transformación física por la que ha pasado para meterse en la piel del protagonista de Dallas Buyers Club.

    Hablamos de Ron Woodroof, un electricista tejano diagnosticado con el VIH el mismo año que Rock Hudson, aunque en este caso las similitudes se detienen aquí. Woodroof era un anónimo trabajador mujeriego y homofóbico hasta que la noticia de su contagio dio un giro a su vida, alterando sus preocupaciones y principios. En aquel entonces el SIDA era marginal, sí, pero también letal, y si un personaje como Hudson no había podido curarse, ¿qué podía hacer un pobre diablo como Woodroof? Pues precisamente aquello que le estaba vedado al célebre actor: hacer contrabando con medicamentos aún no homologados en Estados Unidos y fundar un club privado en su provecho y en el de los demás necesitados que recurriesen a él. Una actividad ilegal que requería un desarrollo encubierto, en la clandestinidad, aunque el volumen de mercancía, dinero y clientes que llegaría a mover esta empresa desembocó en una situación en la que la FDA ya no podía mirar hacia otro lado. Pero esta lucha de David contra Goliat era verosímil en una década oportunamente retratada en la película, sustituyendo su idealizado glamour por un marco de triquiñuelas y desfases que nos puede parecer más cercano. Y esta credibilidad trae causa sobre todo del laborioso trabajo de investigación que forma el esqueleto del guion de Borten y Wallack.

    Dallas Buyers Club

    Esto último probablemente sea algo común en cualquier competente filme de época basado en hechos reales, pero lo meritorio de este libreto no es tanto la veracidad de sus datos como su utilización, en constante apoyo de la caracterización de los personajes. El trabajo de McConaughey es digno de todo elogio, pero su hondura y sus matices se quedarían a medio camino si otros elementos de la película no acompañasen. Jared Leto, de hecho, también está recibiendo alabanzas por su papel secundario de Rayon, el socio travestido de Woodroof; e incluso la habitualmente insulsa Jennifer Garner no desentona en el rol de la doctora y confidente del protagonista. A la energía de estos intérpretes contribuye por supuesto la dirección del canadiense Jean-Marc Vallée, ya bastante curtido en el circuito independiente, gracias a su estilo cercano y dinámico, unido a un montaje trepidante, casi brusco, del que Vallée también es parcialmente responsable. Y la consecuencia es que Leto se postula como favorito para llevarse este año el Oscar a mejor actor secundario, aunque sorprende sobre todo McConaughey, también con papeletas para llevarse la estatuilla en la categoría de mejor actor principal, gracias a su entrega total, con una composición tan extravagante y cruda como, nuevamente, creíble.

    Dallas Buyers Club

    Esta combinación se consigue por otro lado a través del tono expeditivo de la película, gracias a los elementos mencionados y a su mezcla entre drama y comedia: entre las penurias de los personajes y la acidez de los diálogos, entre sus situaciones previsiblemente desesperadas (véase la reacción de Woodroof cuando interioriza su ruinoso estado de salud) y otras inesperadamente cómicas (como su disfraz de cura para burlar a los agentes de aduana al introducir drogas desde México). Esta habilidad para combinar géneros y atmósferas apunta en la dirección del cine independiente americano más acertado, incluida la crítica hacia cierta injusticia o desigualdad social, tratada aquí sin subrayados. Todo ello permite además restarle sentimentalismo a una trama que era propicia a caer en él, aunque tras todas estas cualidades se esconde la otra cara de la moneda, y es que la apuesta de Vallée peca de cierta irregularidad y falta de profundidad. Se agradece que se deje de lado la moralina, pero se hace a costa de un desenlace emocionalmente satisfactorio para los personajes principales. Se agradece el ritmo ágil y entretenido con el que se consigue dotar al conjunto, pero el mismo se alcanza obstaculizando una óptima progresión dramática. El resultado es un producto valioso y muy recomendable, aunque paradójicamente se queda algo corto en lo épico y memorable, teniendo en cuenta el alcance del periplo de Woodroof. A diferencia de Hudson, este individuo logró en efecto luchar y sobrevivir varios años. Y a diferencia del alto y moreno actor de Illinois, a McConaughey parece que todavía le queda un largo recorrido como actor tras su paso por la comedia romántica. | ★★★

    Ignacio Navarro
    61ª edición del Festival de San Sebastián

    Estados Unidos, 2013, Dallas Buyers Club. Director: Jean-Marc Vallée. Guion: Craig Borten & Melisa Wallack. Productora: Voltage Pictures / Truth Entertainment (II). Presentación: Festival de Toronto 2013. Fotografía: Yves Bélanger. Montaje: Martin Pensa & Jean-Marc Vallée. Intérpretes: Matthew McConaughey, Jared Leto, Jennifer Garner, Steve Zahn, Denis O’Hare, Dallas Roberts.

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