EMPATHY FOR THE DEVIL
crítica de Dexter (2006-2013) | balance de las 8 temporadasShowtime / 8 temporadas: 96 capítulos. | EEUU, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013. Creador: James Manos Jr., en base a la novela Dexter en la oscuridad, de Jeff Lindsay. Directores: John Dahl, Steve Shill, Keith Gordon, Marcos Siega, Ernest Dickerson, Romeo Tirone, Michael Cuesta, otros. Guionistas: James Manos Jr., Scott Buck, Tim Schlattmann, Lauren Gussis, Melissa Rosenberg, Scott Reynolds, Wendy West, Clyde Phillips, Manny Coto, Jace Richdale, Chip Johannessen, otros. Reparto: Michael C. Hall, Jennifer Carpenter, David Zayas, C.S. Lee, James Remar, Lauren Vélez, Desmond Harrington, Geoff Pierson, Christina Robinson, Julie Benz, Preston Bailey, Aimee Garcia, Erik King, Yvonne Strahovski. Fotografía: Romeo Tirone, Jeffrey Jur, Martin J. Layton, Alan Caso, otros. Música: Daniel Licht.
8 temporadas. 96 capítulos. Incontables emociones, sorpresas, decepciones, asesinatos, reflexiones en off… Resumir Dexter en números es más o menos sencillo. Contar el viaje del protagonista es más complicado. Hace unos días, Showtime cerraba definitivamente una de sus series insignia. Aquella que, junto a Weeds (2005-2012) o Californication (2007-), permitió que la cadena dejara de ser asociada en exclusiva a la comunidad homosexual y empezara a ser reconocida por la diversidad de su parrilla. Un final que se anunció hace más de un año y para el que los guionistas argumentaron que necesitaban 2 temporadas (viéndolo en perspectiva, 24 capítulos de 50 minutos fue excesivo para contar lo que querían). Se nos ofrece un final con una puesta en escena incapaz de transmitir la sensación de cierre. La última temporada de una serie, o al menos sus últimos capítulos, debería hacer sentir a la audiencia que el mundo se acaba, ya que lo hace de alguna manera. Que se está derrumbando todo. Nuestro tiempo con los personajes va a terminar, y no vamos a volver a saber de ellos en las mismas circunstancias. Pero todo fin tiene un comienzo.
¿Quién es Dexter Morgan? El protagonista de Dexter, adaptación de las novelas policiacas de Jeff Lindsay (con cameo en la 3ª temporada) que recogen las andanzas de un forense de Miami que no puede reprimir las ganas de matar. La estrella de la serie es un asesino despiadado que ya desde el piloto sentencia con su voz en off mirando una caja de donuts: “Como yo, vacía por dentro”. Gracias a la excelente interpretación y apariencia del actor Michael C. Hall (premiado con un Globo de Oro y el Premio de la Unión de Actores por su labor en la 4ª temporada), y a que Lindsay fue tan listo como para estipular que Dexter sólo satisficiera su ansia asesina matando a culpables de crímenes, Dexter es un personaje inmoral como pocos, pero al que no se puede evitar querer. La serie fue creada por James Manos, Jr., y contó con hasta tres showrunners más: Clyde Phillips hasta el inolvidable desenlace de la 4ª temporada, Chip Johannessen durante la 5ª y Scott Buck hasta el final. Este vaivén de manos ha afectado al producto final, de muy irregular trazado. Dos temporadas y medio (muy) buenas frente a dos decentes y otras tres abiertamente malas. El resultado de estupendas ideas mal ejecutadas. De hecho, el último gran capítulo de la serie es ¿Eres…? (7.1), donde se lidia con un espectacular cliffhanger y se planta otro para el recuerdo.
La serie comenzó con siete obras maestras, siete episodios perfectos que aunaban misterio, inquietud, sorpresa y una atmósfera casi malsana. Una vez descubierta la identidad del Asesino del Camión de Hielo, la temporada decaía, regodeándose en viejos trucos de manual de guión para sostener el suspense. El nivel permaneció igual en la 2ª temporada, a recordar por la muerte de un personaje fijo, y bajó considerablemente en la inane 3ª temporada, que además introdujo la moda de contratar a un intérprete de renombre cada temporada. Una nueva manera de mantener el interés y que en algunos casos (John Lithgow, Julia Stiles, Colin Hanks) dio lugar a grandes tramas. Como si fueran conscientes del pobre nivel de la temporada anterior, los guionistas se lucieron con la siguiente. La 4ª temporada de Dexter recoge no sólo la paternidad del protagonista, sino a Arthur Mitchell/Trinity (impresionante Lithgow) como el mejor “malvado” de la serie. Un asesino ritual que es presentado a la audiencia en la primera escena de Viviendo el sueño (4.1) pero que Dexter no conoce hasta el cuarto episodio. Tras desarrollar admirablemente la trama entre ambos asesinos, la tanda se cierra con una sorpresa de las que hacen historia. Y para muchos el punto y final perfecto para la serie, sobre todo por su valor metafórico. Dexter había logrado desarrollar genuinos sentimientos hacia la familia Bennett, hasta que una bomba destruyó los cimientos de ese amor.
La 5ª temporada salió bastante bien parada de lidiar con una situación límite. Se aplicó la lógica a la trama principal (¿cómo va a ser la vida de Dexter ahora?) y se creó una buena historia criminal para acompasar. Una especie de retorcida conspiración, de cuyas consecuencias supimos gracias a Lumen, superviviente. Su relación con Dexter funcionó porque ambos eran personas rotas, movidas por un dolor inimaginable. Después algo cambió, y para peor. La serie perdió un poco su estructura de grandes preguntas que contestar en 12 capítulos: “1) ¿Quién es Dexter?; 2) ¿Será pillado Dexter?; 3) ¿Puede Dexter tener un amigo?; 4) ¿Puede Dexter tener una familia?; 5) ¿Puede Dexter ser padre?” y se puso en marcha el plan maestro del jefe, Scott Buck. En la 6ª temporada, mientras se relacionaba el fanatismo religioso con la esquizofrenia y se cerraban definitivamente cabos sueltos del pasado, se materializó una reflexión sobre el incesto.
Y ahí es cuando descubrimos algo, que quizá no estuviera planeado, pero que al final es lo que dio un material más valioso. Debra Morgan es el secreto mejor guardado de la serie. Y el que dice más palabrotas. Interpretada de forma visceral por una espléndida Jennifer Carpenter, la evolución dramática del personaje ha sido todo un viaje. Y un tortuoso placer de observar para el espectador. Su dolor es nuestro dolor, su sorpresa y dudas se contagian. La puerta de entrada al lado más humano de Dexter. Y su destino final pesa en nuestra alma. El problema es que, fuera del círculo de los hermanos Morgan, ya nada funcionaba como se pretendía. Los secundarios perdieron su carisma, hundidos en un sinfín de tramas aburridas y agujeros de guión. Se perdió la atmósfera oscura y turbia de la serie. El peligro de la caza ya no era palpable. El Código se convirtió en una excusa argumental, perdiendo su fuerza como elemento narrativo. Las apariciones de Harry y la voz en off de Dexter, que en un principio servían para hacer reflexiones muy interesantes, acabaron siendo meros diálogos explicativos, innecesarios. Resúmenes de lo visto o verbalizaciones de lo que cuentan las acciones. Fuera casi todo atisbo de sutileza.
Una cabecera para el recuerdo
La última parte de la serie era, sobre el papel, la toma de conciencia de este asesino en serie sobre su propia humanidad. Para poder mezclar sus identidades, tener una historia de amor más grande que la vida (que no funciona por el deficiente trabajo de Yvonne Strahovski y el nulo talento de los guionistas para sortear lo previsible), encontrar una “madre” y un “hijo” con los que ser él mismo (la doctora Vogel y Zach Hamilton) o empezar desde cero fuera de Florida. Intenciones que no dieron un resultado mínimamente estimulante, sino mecánico. Desapasionado. Tanto, que ni siquiera la muerte de un personaje principal en el desenlace de la 7ª temporada pudo levantar el interés del asunto. Además del creciente reguero de incongruencias argumentales. No es que Dexter haya sido siempre una serie realista, pero cuanto más se acercaba el final, más se pedía a los espectadores que se creyeran las cosas sin hacerse demasiadas preguntas. La ineptitud policial, la falta de lógica en las decisiones de los personajes, la conveniencia de muchos elementos narrativos –ese huracán que sale de ninguna parte, esa trama corrupta de Quinn- o la multitud de escenas que daban vueltas y vueltas a pocas ideas para ralentizar el avance de la trama son ejemplos de esta tendencia, signo de una escritura perezosa. Para cuando llega ¿Te acuerdas de los monstruos? (8.12), la serie está agotada. Y la fatiga se contagia al espectador, mezclada con la decepción. Uno sólo quiere que este ridículo (y pobremente interpretado) último gran malvado de la serie sea eliminado y que la acción se centre en los nuestros. En los Morgan. ¿Qué será de ellos? El final contiene una idea hermosa y macabra, y una imagen de despedida que casa perfectamente con el espíritu que abrió la serie. Dexter incumple el código una última vez. Por compasión. Y se autoimpone una condena. Por amor. Y vivirá con el peso de sus acciones el resto de sus días. Porque eso es lo que supone ser humano. Duele. ★★★★★
Adrián González Viña.
crítico de cine & series de televisión.
Adrián González Viña.
crítico de cine & series de televisión.