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    GHOSTBUSTERS (IVAN REITMAN, 1984)

    Ghostbuster review
    ¿A QUIÉN VAS A LLAMAR?
    Los cazafantasmas (Ghostbusters, Ivan Reitman, 1984)

    ¿Qué se puede decir de este filme que no se haya dicho ya o que todos no sepamos? Que estamos ante una de las comedias más taquilleras de la Historia del Cine, que significó el espaldarazo final a la fama de sus protagonistas o que tiene como tema principal una de las canciones más pegadizas de los 80, todo eso es innegable. La pregunta clave es si merece Los cazafantasmas (Ghostbusters, 1984) el calificativo de clásico moderno de la comedia o si, por el contrario, ha sido mitificada en exceso gracias al poder de la nostalgia. En nuestra sesión de hoy, quiero apostar por lo primero. Es un clásico y muy merecido. Para asegurarme de ser imparcial, he tenido la oportunidad de volver a verla hace un par de horas y, ciertamente, encuentro detalles que en su día pasaron desapercibidos. El tiempo pone cada cosa en su sitio y mientras en 1984, Los cazafantasmas pudo ser más apreciada por sus efectos especiales y espectacularidad, en la actualidad es cuando mejor se puede apreciar el verdadero punto fuerte de la función: su guión. Como la belleza, que no dura toda la vida, los efectos visuales del filme han quedado desfasados y nos dejan valorar con más claridad unos diálogos muy ingeniosos y cargados de doble sentido y unos actores en estado de gracia, perfectos todos ellos en sus respectivos personajes.

    Ivan Reitman, un realizador de comedias que ya había cosechado dos éxitos con Bill Murray como Los incorregibles Albóndigas (1979) y El pelotón chiflado (1981), fue el encargado de llevar a la pantalla un guión de Dan Aykroyd y Harold Ramis, que se reservaron dos de los papeles protagonistas. La historia era bien simple: tres doctores expertos en parapsicología son despedidos de la Universidad para la que realizaban sus investigaciones y emprenden un nuevo negocio como cazafantasmas. Tras unos inicios bastante desalentadores, una guapa chelista contrata sus servicios tras tener unas extrañas visiones en su apartamento. Este será el inicio de una oleada de manifestaciones fantasmales en la ciudad de Nueva York y solo los cazafantasmas pueden acabar con ellas.

    Bill Murray, Dan Aykroyd y Harold Ramis logran una gran química como los tres parapsicólogos, bien secundados por Ernie Hudson como el cuarto ayudante que se les une a mitad de película. Este personaje fue ofrecido originalmente a Eddie Murphy, que lo rechazó para hacer Superdetective en Hollywood (1984). Sus personajes quedan bien definidos a grandes rasgos: Peter Venkman (Murray) es el caradura, mordaz y ligón empedernido, Raymond Stantz (Aykroyd) el ingenuo y optimista y Egon Spengler (Ramis) es el cerebrito y más serio del grupo. Sigourney Weaver venía de dos grandes obras como Alien (1979) y El año que vivimos peligrosamente (1983) y buscaba demostrar que era una actriz versátil, probando suerte en el terreno de la comedia. Su personaje de Dana es el interés amoroso del doctor Venkman y, pese a que es poco más que la chica mona de la película, salió bastante airosa del reto. Quien está realmente memorable en su aportación secundaria es Rick Moranis. Su papel de Louis Tully, el vecino enamorado de Dana, es una suerte de heredero de los tics de Woody Allen en sus películas. Un tipo feúcho, maniático y a la vez encantador, que se ve envuelto por accidente en toda la trama de advenimientos demoníacos y posesiones.
     
    Ghostbusters, Ivan Reitman

    La escena que abre la película es fantástica y consigue enganchar al espectador con su efectismo. Una anciana es atacada por una presencia fantasmal en los pasillos de la Biblioteca de Nueva York. Libros y papeles vuelan por todas partes y tras el grito de horror de la mujer entran los títulos de crédito con la canción Ghostbusters de Ray Parker Jr, toda una invitación a pasar 100 minutos de diversión asegurada. Un temazo que sonó hasta la saciedad en los 80 y que es perfectamente reconocible casi 30 años después. Fue nominada al Óscar y al Globo de Oro a la mejor canción, siendo derrotada por I just called to say I love you de Stevie Wonder, aunque sí se hizo con el BAFTA.

    Hay pocas veces que surge la magia y se fusionan a la perfección comedia y fantasía. Esta es una de ellas. Hay muchos efectos especiales, eficaces en su momento, con creaciones tan inolvidables como el ectoplasma verde Slimer que capturan los protagonistas en la escena del hotel o Stay Puft, el muñeco gigante de malvavisco que ataca la ciudad al final. Las gárgolas que adornan la azotea del edificio donde vive Dana también cobran vida transformándose en unos monstruosos perros demoníacos. Otro momento remarcable en el aspecto técnico es la posesión del personaje de Dana, convertida en la guardiana de la puerta, una especie de parodia de El exorcista (1973), levitando en su cama ante los atónitos ojos de Venkman. El apartado fantástico de Los cazafantasmas está pues, saldado con buena nota pero, repito, es en el terreno de la comedia donde triunfa la película. Los intentos del incorregible doctor Venkman por ligarse a su joven alumna, a Dana o a cualquier mujer bonita que se le pone delante, son de lo más divertidos. Los diálogos están muy bien trabajados, teniendo en cuenta las características del proyecto. Ocurrencias como que el negocio de los cazafantasmas esté montado en una estación de bomberos abandonada o que el automóvil que usan para sus desplazamientos sea un coche fúnebre reciclado, son acertados apuntes sobre lo estrafalario de sus protagonistas. El logo del fantasma emergiendo de la señal de prohibición es ya mítico.

    Los cazafantasmas es por lo tanto, una obra que nació para divertir y entretener a la audiencia, sin grandes ambiciones, y mantiene intacta esa capacidad de hacer reír. Es una maquinaria en la que todas sus piezas encajan a la perfección. No le sobra el leve romance entre los personajes de Bill Murray y Sigourney Weaver porque en ningún momento se toma demasiado en serio. Los efectos visuales están al servicio de la historia, sin llegar a saturar en momento alguno. El humor surge de manera espontánea de sus diálogos y de la personalidad de los mismos personajes, sin resultar forzado o demasiado alocado. El mérito, repito, es más del guión de Ramis y Aykroyd que de la dirección de Ivan Reitman, un profesional que siempre se ha mantenido en un nivel más bien mediocre. Posiblemente sea ésta su mejor película.
     
    Los cazafantasmas, de Ivan Reitman

    Nominada como mejor comedia y mejor actor (Murray) en los Globos de Oro de 1984, el éxito en taquilla de Los cazafantasmas fue descomunal, recaudando casi 292 millones de dólares en todo el mundo. Fue la segunda cinta más comercial del año tras Superdetective en Hollywood que recaudó 316. Por supuesto, todos los involucrados volvieron a reunirse cinco años después en una secuela bastante entretenida pero mucho menos redonda que la original. Y el legado no acaba ahí, ya que los personajes han dado para varias series de dibujos animados, juegos de rol y merchandising con toda clase de figuritas, coches, etc, basados en la película. Desde hace años, Dan Aykroyd y Harold Ramis se han mostrado interesados en resucitar la saga con un tercer filme, ante la negativa de un Bill Murray más empeñado en conseguir su Óscar con personajes más trascendentes en Lost in Translation (2003) o sus colaboraciones con Jim Jarmusch o Wes Anderson. Finalmente, todo apunta a que el proyecto se llevará a cabo sin él próximamente. Según Murray, los guiones que le han llegado no están a la altura y, ciertamente, sin la presencia del gran doctor Venkman, auguro que Los cazafantasmas 3 no estará a la altura de las circunstancias. Puede que logre ser una de las sensaciones taquilleras de las próximas temporadas, pero dudo que dentro de treinta años se sigan acordando de ella con el mismo cariño que lo hacemos hoy de la primera entrega. Es lo que diferencia a una buena comedia de un producto diseñado para ganar dinero.

    Ya saben, si aún no han visto este clásico, están perdiendo el tiempo y “si hay algo extraño y no tiene buena pinta, ¿A quién llamarás?... ¡A los cazafantasmaaas!!!!!”.

    José Antonio Martín.

    Ficha técnica:

    Estados Unidos. 1984. Título original: Ghostbusters. Director: Ivan Reitman. Guión: Dan Aykroyd y Harold Ramis. Productora: Columbia Pictures. Presupuesto: 30.000.000 dólares. Localizaciones: Nueva York. Música: Elmer Bernstein. Fotografía: Laszlo Kovacs. Montaje: David E. Blewitt y Sheldon Khan. Intérpretes: Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis, Sigourney Weaver, Rick Moranis, Ernie Hudson, Annie Potts, William Atherton.

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