|| Críticas | ★★☆☆☆
Fight or Flight
James Madigan
Todos le querían muerto
José Martín León
ficha técnica:
Reino Unido, 2025. Título original: Fight or Flight. Dirección: James Madigan. Guion: D.J. Cotrona, Brooks McLaren. Producción: Tai Duncan, Basil Iwanyk, Erica Lee, Chris Milburn. Productoras: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; F or F Films, Asbury Park Productions, Thunder Road Pictures, Liam Jay Films, The Royal Budapest Film Co. Distribuidora: Sky Cinema. Fotografía: Matt Flannery. Música: Paul Saunderson. Montaje: Ben Mills. Reparto: Josh Harnett, Charithra Chandran, Katee Sackhoff, Julian Kostov, Marko Zaror, JuJu Chan Szeto, Danny Ashok, Hughie O'Donnell.
Reino Unido, 2025. Título original: Fight or Flight. Dirección: James Madigan. Guion: D.J. Cotrona, Brooks McLaren. Producción: Tai Duncan, Basil Iwanyk, Erica Lee, Chris Milburn. Productoras: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; F or F Films, Asbury Park Productions, Thunder Road Pictures, Liam Jay Films, The Royal Budapest Film Co. Distribuidora: Sky Cinema. Fotografía: Matt Flannery. Música: Paul Saunderson. Montaje: Ben Mills. Reparto: Josh Harnett, Charithra Chandran, Katee Sackhoff, Julian Kostov, Marko Zaror, JuJu Chan Szeto, Danny Ashok, Hughie O'Donnell.
¿Quiere decir esto que Sicarios en el aire es un trabajo totalmente desechable? Tampoco es eso. Es más, si el espectador se entrega a su visionado con cero expectativas y las neuronas en modo pausa, puede ser, incluso, que pase un buen rato. Y es que James Madigan no debuta pretendiendo revolucionar el género o dándoselas de gran director, dejando constancia de que, si bien la sutileza no se encuentra entre sus mayores virtudes, la desfachatez con la que mezcla acción y humor, dentro de unas coordenadas de sana serie B, hace de la suya una simpática ópera prima, siempre y cuando no se tome en serio en ningún momento. Hay que ser conscientes de que esto jamás aspirará a ser Jungla de cristal –ni tan siquiera aquella dignísima Pasajero 57 (Kevin Hooks, 1992) protagonizada por Wesley Snipes en modo John McLane–, pero sí podría formar una divertida sesión doble junto a la más descerebrada Serpientes en el avión (David R. Ellis, 2006), que reunió en el mismo reparto a Samuel L. Jackson y a nuestra Elsa Pataky. De hecho, Sicarios en el aire es bastante mejor película que esta última y cuenta, además, con el inestimable protagonismo de un Josh Harnett felizmente recuperado para el cine en los últimos años. Después de que Christopher Nolan le rescatase para un papel secundario en su magnífica Oppenheimer (2023) y de que M. Night Shyamalan le convirtiera en un asesino en serie en la incomprendida, pero muy reivindicable (Cahiers du cinéma la eligió entre las diez mejores de 2024) La trampa, Harnett parece habérselo pasado en grande metiéndose en la piel del agente Lucas Reyes, un héroe de acción bastante desastroso. El actor desprende carisma y resulta de lo más convincente, tanto en sus momentos cómicos como en las espectaculares peleas cuerpo a cuerpo que protagoniza contra decenas de enemigos. De hecho, él solito sostiene la función, a falta de personajes secundarios que resulten verdaderamente sólidos o atractivos. Charithra Chandran es su compañera en esta aventura suicida y, pese a que también se desenvuelve muy bien en las escenas más físicas, no termina de generar la química necesaria con el protagonista como para que su colaboración resulte memorable.
Una actriz tan interesante como Katee Sackhoff aparece absolutamente desaprovechada como la superior que encomienda el trabajo a Reyes, bien por el poco peso que termina teniendo en la trama o porque el humor, en este caso, no es lo suyo. De hecho, nada de lo que sucede en tierra, fuera del avión, tiene el más mínimo interés. Los responsables de la cinta saben que quienes paguen una entrada de cine para ver Sicarios en el aire solo buscan deleitarse con un Josh Harnett en modo John Wick, apalizando a todo tipo de sicarios y dándoles muerte de las formas más sangrientas (motosierra incluida) y bizarras posibles, mientras trata de descubrir la identidad de un buscado hacker que responde al alias de Fantasma entre la tripulación del avión. Tampoco nos engañemos, las coreografías de peleas son buenas, pero están lejos de la complejidad que hemos podido ver, por ejemplo, en el díptico The Raid, por lo que se disfrutan en el momento, pero se olvidan fácilmente, una vez que se acaba la proyección. Sicarios en el aire es un pasatiempo palomitero, honesto y directo, que rápidamente va al grano, después de una rápida presentación de su personaje principal. No conocemos demasiado de él, solo que su vida actual es un caos y que, en el pasado, fue una auténtica máquina de matar. Suficiente para cargar sobre sus hombros con una trama de lo más escueta, carente de dobles lecturas o cualquier tipo de mensaje que no sea el de la violencia como entretenimiento. La falta de chicha en el guion trata de ser compensada con un estilo visual que pretende ser "guay", a lo Guy Ritchie, jugando con la cámara lenta o imágenes alucinógenas que le confieren un atractivo acabado formal. En unos tiempos en los que el cine de acción ha alcanzado unas cuotas de virtuosismo –Mad Max: Fury Road (George Miller, 2015) es una de las obras maestras más incontestables de los últimos años– impensables varias décadas atrás, Sicarios en el aire carece de la suficiente ambición como para que sea recordada dentro de unos años. Aun así, su final deja la puerta abierta a una posible secuela que su público menos exigente saludaría con agrado. ♦
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