|| Críticas | Cannes 2025 | ★★☆☆☆
Agente secreto
Kleber Mendonca Filho
La narración intrincada
Rubén Téllez Brotons
Cannes (Francia) |
ficha técnica:
Brasil, Francia, Países Bajos, Alemania, 2025. Título original: «O Agente Secreto». Dirección y guion: Kleber Mendonça Filho. Compañías: CinemaScópio Produções, Arte France Cinéma, Black Rabbit Media, Itapoan. Festival de presentación: Festival de Cannes. Distribución en Brasil: Vitrine Filmes. Fotografía: Evgenia Alexandrova. Montaje: Eduardo Serrano, Matheus Farias. Música: Tomaz Alves Souza, Mateus Alves. Reparto: Wagner Moura, Maria Fernanda Cândido, Gabriel Leone, Udo Kier, Isabél Zuaa, Alice Carvalho, Thomás Aquino, Hermila Guedes, João Vitor Silva, Suzy Lopes, Rubens Santos. Duración: 158 minutos.
Brasil, Francia, Países Bajos, Alemania, 2025. Título original: «O Agente Secreto». Dirección y guion: Kleber Mendonça Filho. Compañías: CinemaScópio Produções, Arte France Cinéma, Black Rabbit Media, Itapoan. Festival de presentación: Festival de Cannes. Distribución en Brasil: Vitrine Filmes. Fotografía: Evgenia Alexandrova. Montaje: Eduardo Serrano, Matheus Farias. Música: Tomaz Alves Souza, Mateus Alves. Reparto: Wagner Moura, Maria Fernanda Cândido, Gabriel Leone, Udo Kier, Isabél Zuaa, Alice Carvalho, Thomás Aquino, Hermila Guedes, João Vitor Silva, Suzy Lopes, Rubens Santos. Duración: 158 minutos.
El director, sin embargo, rompe el ritmo cómico de la escena a través de bruscos cortes de montaje: de grandes planos generales pasa a primeros planos que quiebran la noción espacial interna y evitan que haya un crescendo cómico orgánico. Las disonancias entre los diferentes tonos por los que transita la escena se repetirán y acentuarán a medida que el metraje avance, al tiempo que el discurso político se diluirá entre los diferentes quiebros argumentales que marcan el devenir de la narración. Agente secreto es una película errática que, de manera confusa, arroja sobre la pantalla durante su primera hora de metraje a una decena de personajes sin presentarlos ni definirlos y rompe con su propia lógica interna cambiando el punto de vista de forma arbitraria y, en algunos momentos, incluso problemática, puesto que se acerca a la mirada de unos asesinos a sueldo contratados por una gran multinacional con la misma cercanía con la que se posa sobre la del protagonista, un profesor universitario al que dicha multinacional quiere matar para quedarse con la patente de una investigación científica realizada con financiación pública. Cada personaje sobre el que Mendonca coloca la cámara abre una nueva vía narrativa que no tarda en abandonar. La construcción por acumulación que propone no funciona porque las diferentes partes con las que diseña el edificio fílmico están tan dispersas y son tan inconexas que nunca consiguen ensamblarse: la cinta termina así convertida en una serie de sketches que se mueven con absoluta independencia.
La heterogeneidad tonal tampoco ayuda: de la sátira se pasa al drama más seco y descarnado, de ahí al thriller político y, finalmente, al fantástico. La película transmite una ansiedad narrativa, una necesidad de inmediatez que determina sus esfuerzos por contar muchas cosas en el menor tiempo posible —aunque el metraje bordea las tres horas. A eso hay que sumarle que el trabajo con la cámara opera a un nivel puramente superficial que no le da hondura a las cuestiones que el argumento plantea: la focalización en el cuerpo y el rostro de los actores rige unas composiciones a menudo forzadas para que los personajes se sitúen —de forma mecánica— o en los laterales del encuadre o en su mismo centro, pero la idea que justifica dicha decisión resulta inaprensible. El uso de un gran angular en espacios interiores aporta una gran profundidad de campo —que el cineasta desaprovecha—, pero también aplana la imagen, la estira y distorsiona, generando un ligero extrañamiento visual que tampoco encuentra resonancias en el discurso. ¿Qué dice la película sobre la dictadura militar o sobre la actualidad brasileña? Prácticamente nada: más allá de los breves apuntes que hace sobre la brutalidad policial y sobre las formas espurias y criminales que las compañías privadas utilizan para hacerse con el control del país, para enriquecerse a costa de los servicios públicos —universidades, investigaciones científicas, hospitales, etc. ♦
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