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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | C'est pas moi, Leos Carax [Cannes 2024]

    || Críticas | Cannes 2024 | ★★★★★
    C'est pas moi
    Leos Carax
    Aprender a mirar con los ojos abiertos


    Rubén Téllez Brotons
    Cannes |

    ficha técnica:
    Francia, 2024. Título original: C´est pas moi. Duración: 40 min. Dirección: Leos Carax. Guion: Leos Carax. Fotografía: Caroline Champetier. Compañías: ARTE France, CG Cinéma, Scala Productions, Chanel. Distribuidora: Les Films du Losange. Reparto: Leos Carax, Denis Lavant.

    Si algo ha caracterizado la obra de Leos Carax es su radical libertad creativa. Enamorado hasta la médula del cine mudo, aplicado estudioso de la obra de Godard, rupturista capaz de conjugar fogonazos de genialidad a la altura de muy pocos autores contemporáneos, compositor de una música visual que desangra de lirismo la mirada; los calificativos que se le pueden aplicar al autor de Mala sangre son infinitos, como infinitas son las posibles lecturas de sus películas, de esos artefactos de puesta en escena excesiva en su milimetrada planificación, protagonizados por personajes que, perseguidos por un dolor romántico y tenebroso, se pierden en océanos desconcertantemente bellos en los que la reflexión sobre los mecanismos de la imagen está presente en todo momento. Desde Pola X, Carax ha dilatado hasta la exasperación el estreno de sus obras, por eso resultó sorprendente que, tan sólo tres años después del estreno de su última película, el Festival de Cannes anunciase la inclusión en su programación de su nuevo proyecto.

    C´est pas moi, la película en cuestión, es un mediometraje de cuarenta minutos que funciona como un rodillo deconstructor que se lleva por delante el esqueleto de la narración clásica para que las imágenes puedan fluir por la pantalla sin las corazas coercitivas del argumento, los personajes y el conflicto. Carax construye un artefacto visual en el que, tomando como punto de partida los últimos trabajos de Godard, hace un repaso de su filmografía, de la Historia del cine y de la del siglo XX. C´est pas moi es un collage en el que lo mismo aparecen escenas de su filmografía que, gracias a pequeñas alteraciones, adquieren significados completamente nuevos, secuencias de cintas clásicas como Alemania, año cero, Al azar, Baltasar o Vértigo, vídeos caseros que muestran momentos íntimos con su hija, y fotografías de Polanski; pero también es un ensayo sobre las formas en que el cine puede moldear o configurar la personalidad de alguien desde que es un niño, sobre la velocidad banalizadora que el capitalismo le ha impreso a los fotogramas, sobre la perpetuación del horror y las injusticias en el mundo.

    En la nueva cinta de quien fuese niño terrible del cine francés, la rigidez de las formas convencionales desaparece para que sea el pulso arrebato del director el que marque el tempo estético de las imágenes. C´est pas moi sale de las entrañas de Carax como un embrión destinado a desarrollarse sobre la superficie de la pantalla, rodeado por las atentas miradas de los espectadores que se atrevan a seguirle el juego al realizador. No es esta una cinta accesible ni sencilla; más bien, todo lo contrario: aunque de entrada pueda parecer un desvarío en el que fotogramas rotos se mezclan con anagramas verbales —brillante el «ok, ko, chaos»—, conformando unas notas inconexas que podrían servir para hilvanar un verdadero discurso coherente, los diferentes ingredientes que el director echa sobre el caldero de su mesa de montaje terminan convertidos en un postre autorreflexivo que bien podría ser el broche de oro de una filmografía única.

    C´est pas moi es reflexión metafísica, confesión arrepentida, recuerdo ebrio de melancolía, psicoanálisis inclemente y, sobre todo, resumen y ampliación de la obra de Carax. Todas sus películas están en C´est pas moi y C´est pas moi expande el significado de todas sus películas. Chico conoce chica, Mala sangre, Los amantes de Pont-Neuf, Pola X, Holy Motors y Annette son parte del engranaje de esta maravillosa propuesta que invita a replantearse no sólo las formas de hacer y ver cine, sino también de afrontar y observar la vida. De nuevo, la premisa central de Holy Motors, una sociedad adormecida por la sobreestimulación audiovisual que, paradójicamente, ya no sabe leer las imágenes, le sirve al director para trazar una reflexión sobre cómo el cine se convierte en un refugio que protege de una realidad hostil, que, además de ser bálsamo para las heridas abiertas —conmovedor el segmento que Carax le dedica a su mujer, la actriz Yekaterina Golubeva, fallecida en 2011—, es una cartografía emocional de los momentos clave de la vida (tanto del director, como del espectador), la única herencia capaz de vencer a la muerte, una forma de tomar el control de los sueños, y, sobre todo, una herramienta de conocimiento que otorga instrumentos para enfrentarse a la realidad, para oxigenar la mirada y aprender a observar de nuevo. Sorprende el optimismo que C´est pas moi desprende durante sus minutos finales, más aún si se tiene en cuenta el nihilismo que ha caracterizado las cintas anteriores de Carax. Si a todo esto se le suma la magnífica escena postcréditos, se obtiene una de las obras más radicales, profundas y sinceras de la presente edición del Festival de Cannes. ♦


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