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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | The Civil Dead

    || Críticas | Rizoma 2023 | ★★★☆☆
    The Civil Dead
    Clay Tatum
    Entre crisis y carcajadas


    Rubén Téllez Brotons
    Madrid |

    ficha técnica:
    Estados Unidos, 2022. Título original: The Civil Dead. Dirección: Clay Tatum. Guion: Clay Tatum, Whitmer Thomas. Música: Max Whipple. Fotografía: Joshua Hill. Reparto: Clay Tatum, Whitmer Thomas, DeMorge Brown, Budd Diaz, Christian Lee Hutson, Teresa Lee Chaisiri, Robert Longstreet, Anthony Oberbeck, Anna Seregina.

    Hitchcock describe las diferencias entre el efectismo propio de la sorpresa y la emoción bien construida a través de un crescendo narrativo de la siguiente forma: «La diferencia entre el suspense y la sorpresa es muy simple. Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. Examinemos ahora el suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque ha visto que el anarquista la ponía. El público sabe que la bomba estallará a la una y sabe que es la una menos cuarto (hay un reloj en el decorado); la misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa en la escena. En el primer caso, se han ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le hemos ofrecido quince minutos de suspense». Por mucho que a primera vista pueda parecer lo contrario, la comedia y el suspense tienen una gran cantidad de similitudes, tanto en sus estructuras como en los efectos que las mismas producen en el espectador. En el cine actual hay abundantes ejemplos de comedias cuyo humor se basa en sorprender al respetable a través de la gracia fácil, el insulto hiperbolizado o el personaje estereotipado hasta la misma autoparodia.

    El público más joven está acostumbrado a consumir infinidad de imágenes hiperveloces a un ritmo frenético y, por tanto, prefieren, con excepciones, la cantidad a la calidad; no toleran precisamente bien las historias que tienen un desarrollo lento y necesitan que haya numerosos momentos “What the fuck?” —grande Nanni Moretti— para mantener la atención. El humor también se ha visto empapado por este exceso de estímulos que algunos directores de cámara perezosa han aprovechado para maquillar su total ausencia de ideas con los polvos siempre tramposos del shock grotesco, la situación bizarra y la frase bestia cuya envergadura cómica no aumenta —para sorpresa de nadie— de forma directamente proporcional al número de veces que es repetida. The Civil Dead, ópera prima de Clay Tatum, se planta delante de la mirada del espectador con una mochila cargada de secuencias absurdas que, sin ser excesivamente novedosas, al menos no han sido escritas con un teclado cargado de vaguería y que, por consiguiente, no rezuman en ningún momento —y esto es de agradecer— ese tufo a copia tan habitual del cine estadounidense.

    La cinta cuenta la historia de Clay (Clay Tatum), un fotógrafo en la treintena que lidia con los típicos problemas de la vida adulta: desde el desempleo, pasando por el estatismo de un matrimonio entumecido por la rutina, hasta llegar al distanciamiento de sus amigos —un actor ebrio de fama, un ludópata empedernido— por motivos obvios —cada uno está en constante conflictos con sus sueños y sus decepciones. Un día, su mujer se va de la ciudad durante una semana por motivos laborales y Clay se encierra en su casa con el único objetivo de ver la tele y beber cerveza. Los días transcurrirán sin mayor complicación hasta que, por pura casualidad, el protagonista se encuentre con Whit (Whitmer Thomas, también guionista), un antiguo compañero de clase que le pedirá, con palabras cargadas de desesperación, su ayuda para solucionar un problema tan desconcertante como divertido.

    El director construye toda su propuesta desde la certeza de que el extrañamiento tiene grandes cualidades cómicas, más aún si se mezcla con la desesperada ironía del absurdo. La cinta se mueve por la pantalla como un silencio que el realizador sostiene en el tiempo hasta haber perforado la comodidad de un espectador que contempla, atónito, cómo un ejercicio de funambulismo en el que la realidad cercana y la fantasía imposible se dan la mano cincela incontables sonrisas en su rostro. Tatum salpica la narración con constantes elementos disruptivos —y muy singulares— y los estira al máximo para poner en duda las pocas certezas que había en la película. No hay en The Civil Dead respuestas fáciles, gestos sobresaltados ni imágenes planas; sino una profunda exploración de la crisis de la treintena y, sobre todo, un estudio afilado de las relaciones de amistad. La cinta, sin embargo, flaquea un poco en su segunda mitad, puesto que el salto que hace de la comedia absoluta al drama con tintes de terror, aunque es indispensable a nivel temático, no resulta del todo homogéneo y el choque de tonos le resta potencial a las partes más locas. Para el final, queda la sensación de haber asistido a un espectáculo que no ofrece quince segundos de sorpresa cómica, sino una hora y media de humor de calidad. ♦


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