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    Crítica | Try Harder!

    || CRÍTICAS | AMERICANA FILM FEST 2022 | ★★★☆☆
    Try Harder!
    Debbie Lum
    Ahora, a quién llamo


    Raúl Álvarez
    Madrid | Americana Film Fest |

    EE.UU. 2021. Título original: «Try Harder!». Directora: Debbie Lum. Guion: Spencer Nakasako. Productores: Geralyn White Dreyfous, Michael Ehrenzweig, Kathryn Everett, Amy Ferraris, Sally Jo Fifer, Tony Hsieh, Lauren Kawana, Naja Pham Lockwood, Debbie Lum, Bryn Mooser, Lou Nakasako, Nico Opper, Mimi Pham, Jean Tsien y Lois Vossen. Productoras: California Council for the Humanities, ITVS International, Independent Lens, XTR. Fotografía: Kathy Huang y Lou Nakasako. Música: Diana Salier. Montaje: Amy Ferraris y Andrew Gersh. Reparto: Alvan Cai, Shealand Fairchild, Rachael Schmidt, Richard Shapiro, Ian Wang, Sophia Wu. Duración: 85 minutos.

    Debbie Lum sabe muy bien de lo que habla en Try Harder!, título documental a vueltas con los agujeros negros del sistema educativo norteamericano; en concreto, la presión desmedida que sufren los alumnos de algunos institutos (públicos) para tratar de acceder a una universidad (privada) de prestigio. Tratar, sí, porque la cultura del esfuerzo no siempre es sinónimo de éxito en esta o cualquier otra empresa. Que se lo digan si no a las decenas de estudiantes que cada año se quedan en la cuneta porque su esfuerzo pesa menos que otras cuestiones como la raza, el género, los orígenes, el apellido o incluso el aspecto físico. Al centro de esa diana dirige sus acometidas esta cinta que, tal vez consciente de su carácter iterativo —ni el tema es nuevo ni se aborda de manera particularmente sugerente—, busca diferenciarse cuestionando una idea tan arraigada en la sociedad estadounidense como es la convicción en el trabajo duro para triunfar. Lum acompaña a un grupo de chicos y chicas de Lowell, el mejor instituto público de San Francisco y donde ella misma estudió, para desarrollar una tesis que no por intuida dejará de sorprender a ciertos públicos en determinados países —España, sin ir más lejos— donde la universidad es un deseo relativamente accesible.

    Para los aspirantes de Lowell, donde al «pecado» de lo público se suma el estigma de pertenecer a una comunidad de estudiantes en su mayoría de origen asiático, la universidad se antoja un sueño casi imposible. Apoyándose en el típico montaje de testimonios y vivencias reales, encajados en una estructura dramática de superación personal, Lum describe las montañas y los valles por los que transitan sus protagonistas durante un curso académico completo. A Alvan, Shealand, Rachael, Ian, Sophia y otros no les vale con estudiar y aprobar todas las asignaturas con una nota superior a 8. Además, deben tener un trabajo, tocar un instrumento, destacar en algún deporte, esforzarse para ganar una plaza en las clases avanzadas y ocupar puestos de responsabilidad en asociaciones del instituto. Eso como mínimo, porque la lista de criterios que presumiblemente puntuarán a favor de los alumnos en sus futuras solicitudes de ingreso a la universidad es tan demencial como inasumible sin caer en la obsesión o la quiebra psicológica. En sus mejores momentos, las escenas relativas a los exámenes de primavera, Try Harder! transmite esa ansiedad y estrés, con la consiguiente sensación de que cualquier sacrificio por parte de los alumnos será en vano.

    Lum acierta al elevar desde el subtexto del relato esa dinámica ferozmente competitiva, ligada a la cultura del protestantismo, y señalarla como uno de los múltiples efectos de la capacidad sináptica del capitalismo, que todo lo permea y desvirtúa. En primera y última instancia, Try Harder! no es tanto la crónica agridulce de un grupo de muchachos que intentan llegar a la universidad —lo que podía esperarse a priori— como una crítica severa de los procesos de selección natural que pone en marcha la maquinaria económica de un Estado liberal para identificar y acompañar a los sujetos potencialmente más eficaces y beneficiosos para mantener dicho sistema. Adoctrinar, convencer y asimilar. Esto es, la base de un modelo social homogéneo y especializado que potencia al individuo por encima del grupo. Aterra, o debería hacerlo, la soledad y angustia de esos chavales, empujados a ver a sus compañeros como rivales antes que como amigos. Eso no es un instituto sino una granja. A falta de una batería potente de recursos narrativos, Lum se concentra en cartografiar con escritura clara y precisa —a veces, también facilona— la geografía de ese proceso de deshumanización que convierte la docencia y la pedagogía en una suerte de ciencias del aislamiento. Porque Alvan y cía. no interactúan entre sí salvo con el propósito de saber qué nota han sacado otros o en qué deben mejorar para redondear su perfil académico.

    «Cuatro años de agonía», como dice Ian, desembocan en un proceso de petición de ingreso, o más bien de súplica, a las autoridades universitarias de la Ivy League, que agrupa los ocho centros privados de estudios superiores más prestigiosos de Estados Unidos (Brown, Columbia, Harvard, Cornell, Dartmouth College, Pensilvania, Princeton y Yale). «Prácticamente, sales trabajando», afirma, de nuevo, Ian. Esa es la ideología que se lanza a denunciar, con sus aciertos y errores, este modesto título que se reserva para el final su momento de gloria. De todos los alumnos retratados por Lum, solo uno, Shealand, es aceptado en la Universidad de Stanford, donde no entraba nadie procedente de Lowell desde hacía años. ¿Sus méritos? Levantarse a las cinco de la mañana para estudiar Física, trabajar por las noches en un restaurante, competir sin piedad con sus compañeros. Y, por supuesto, ser el único blanco. ⁜


    Try Harder!, Debbie Lum
    DOCS Americana 2022.

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