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    Crítica | Belle (竜とそばかすの姫)

    Torrente imaginativo

    Crítica ★★★★★ de «Belle», de Mamoru Hosoda.

    Japón, 2021. Título original: «竜とそばかすの姫 / Ryū to sobakasu no hime?» Director: Mamoru Hosoda. Guion: Mamoru Hosoda. Producción: Studio Chizu, Dentsu Inc, Kadokawa, Nippon TV, Toho. Presentación: Festival de Cannes 2021. Fotografía: Mamoru Hosoda. Música: Taisei Iwasaki. Voces: Kaho Nakamura, Lilas Ikuta, Koji Yakusho. Duración: 122 minutos.

    Mamoru Hosoda se está convirtiendo, si no se ha consolidado ya, en una de las voces más importantes del cine de animación moderno, o del cine a secas. Cofundador del estudio Chizu, cuyo logo proviene de una de las mejores películas de Hosoda, La chica que saltaba a través del tiempo (2006), anterior a esa instauración, ello le ha otorgado mucha independencia a la hora de concebir sus historias. Mientras que gran parte de la industria actual, sobre todo en el cine dirigido a todo tipo de público, tiende a seguir patrones comunes y caminos previsibles, la voz de Hosoda se erige como decididamente personal, no tanto por la originalidad de sus películas, que también, tanto desde el punto de vista de la complejidad narrativa como de la innovación estética, sino precisamente porque el componente de familiaridad que se advierte en ellas remite a una experiencia propia, y por ende única. Mirai (2018) sería el mejor ejemplo para resumir esta impresión, al apoyarse en la experiencia paterna del realizador pero desarrollada con un género fantástico y a la vez coherente con su obra previa. En otras palabras, cada filme de este cineasta parece estar concebido con un cariño superior a la media, evitando que, al verlo, tengamos la sensación de estar ante «otra del montón», y sin embargo permanece la sensación ineludible de estar ante «otra de Hosoda».

    Pero todas estas alabanzas, justificadas a nuestros ojos por el recorrido que hasta ahora ha tenido este director, no pueden condicionar el juicio de cada película que realice a continuación. Solo las traemos a colación porque, incluso con ellas en mente, Hosoda nos sigue sorprendiendo con su último trabajo. Y eso que el mismo, titulado Belle, sigue unas coordenadas a priori poco sorprendentes. Hay que advertir con todo que la mayor parte de la animación japonesa se basa en el manga o en otras fuentes previas, pero no es el caso de Belle o al menos no como estamos acostumbrados. En esta ocasión Hosoda nos narra la historia de la joven Suzu, que vive sola con su padre en una pequeña ciudad del campo, al haber muerto su madre desde hace unos años. La chica sufre depresión desde entonces, y ese trauma lo intenta superar a través de su avatar, de nombre Belle, en una aplicación llamada U, una especie de fantasía virtual cuyos personajes responden a la personalidad de cada uno de sus usuarios y estos ahí pueden actuar con total libertad… o casi. Es mejor no desvelar más detalles de la trama, salvo para decir que mediante la introducción de otro personaje clave, apodado la Bestia, la película se convierte en una clara reformulación del cuento de la Bella y la Bestia. Sin embargo, como decíamos, estas influencias manifiestas no nos llevan por el camino de lo predecible, sino de lo extraordinario.

    De hecho, lo evidente de la referencia sortea de entrada la mayor acusación que podría sufrir esta cinta, como es la escasa originalidad de la narración (que no de su realización, como veremos), pues aquella se apoya conscientemente en los elementos prestados… más teniendo en cuenta la relación con Instagram y otras redes sociales, donde todo se basa en la reutilización de imágenes conocidas y temas populares. Y en cierto modo es esa conciencia la que permite sortear la previsibilidad de los referentes, al presentarse casi en una dimensión metalingüística. Yendo más allá, Belle se revela como culminación del propio cine de Hosoda, ya que también es obvia la propia referencia a dos de sus películas anteriores: Summer Wars (2009) y El niño y la bestia (2015). A partir de ahí, lo que importa es lo que se hace con esos precedentes, y lo que hace Hosoda es combinarlos y presentarlos de una forma, ahora sí, totalmente inédita, alcanzando una nueva cima en el mundo de la animación. La combinación o interrelación opera en diferentes niveles: entre el mundo real de Suzu y el mundo virtual de U, entre las distintas partes de la estructura narrativa y entre los propios estilos de animación, pues a la vanguardia tridimensional se suman guiños al dibujo más tradicional, incluso a las viñetas de cómic. Lo más sorprendente en cualquier caso es el maravilloso grado de detalle en la creación de U, en la que la película nos introduce sin miramientos, con un efecto apabullante mediante un estallido de colores y movimientos de cámara. Sin embargo, la sensación no es de caos sino de inmersión absoluta.

    竜とそばかすの姫, Mamoru Hosoda.
    Cannes Première & Oficial Fantàstic Competición del Festival de Sitges.

    Belle se revela como culminación del propio cine de Hosoda, ya que […] es obvia la […] referencia a dos de sus películas anteriores: Summer Wars (2009) y El niño y la bestia (2015). A partir de ahí, lo que importa es lo que se hace con esos precedentes, y lo que hace Hosoda es combinarlos y presentarlos de una forma […] totalmente inédita.


    Y es que Hosoda lo planifica todo de tal modo que cada instante en ese universo nos da información sobre su funcionamiento y quienes lo pueblan, de una riqueza inaudita y de tal manera que, aunque solo tenemos pinceladas de todo ello, nos queda la sensación de conocerlo bien. Esto también se debe al prodigio de síntesis narrativa de la película. En sus pocos minutos iniciales, además de esta memorable introducción a U, despliega enseguida, en pocas escenas, el drama necesario para entender plenamente el conflicto de Suzu, así como su conexión con determinados alumnos de la escuela. Esta primera parte del metraje incluye una secuencia de montaje, a modo de flashback, que nos muestra cómo falleció su madre, cargada de emotividad y lirismo. Otro gran acierto de la cinta son sus transiciones rápidas pero siempre armónicas entre el tono melancólico y el cómico, entre el trauma de Suzu, por ejemplo, y algún comentario divertido de su mejor amiga, o cuando directamente se detiene en una escena más pausada y ligera, más común en el estilo caricaturesco del anime, como es la de confesión sentimental entre otros dos compañeros de Suzu. En fin, Belle rebosa de ideas, harían falta varios visionados para asimilarlas todas, y es en esa energía inventiva donde radica su originalidad esencial. Para ofrecer todas esas ideas, cada plano adquiere una gran belleza a primera vista y a la vez da pie a una gran profundidad de análisis, como es propio de toda obra de arte… calificativo que, si puede aplicarse a cada plano, con más motivo debe atribuirse al filme en su conjunto.


    Ignacio Navarro Mejía |
    © Revista EAM / Sitges Film Festival


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