El libro/Mundo
«Max Aub/Buñuel: Todas las conversaciones» Edición de Jordi Xifra).
Ediciones Prensas de la Universidad de Zaragoza/Editorial UOC/Gobierno de Aragón, ISBN: 9788413400518.
▲ Foto del rodaje de Belle de Jour (1967) | 📷 Manuel Litrán para Paris Match.
▲ Foto del rodaje de Belle de Jour (1967) | 📷 Manuel Litrán para Paris Match.
Me permitirán comenzar con cierta cautela. Cuando uno se dispone a recomendar encarecidamente a sus lectores, por desconocidos que sean, un libro que se extiende a lo largo de 1046 páginas, en realidad está acometiendo un acto mucho más complejo. Está pidiendo dos, tres, cuatro semanas de vida de sus interlocutores, está desalojando un espacio en una estantería —probablemente ya atestada— situada en una habitación desconocida, está señalando que algo grande —en todos los aspectos— puede y debe abrirse paso en un paisaje ya de por sí atestado de libros urgentes, libros necesarios, libros de gran actualidad.
Sin embargo —ya perdida la cautela—, puedo señalar que este pantagruélico Max Aub/Buñuel: Todas las conversaciones que editó recientemente la Colección Luis Buñuel es, sin duda, uno de esos libros. No únicamente por el valor exclusivamente historiográfico —que nos compete, con mayor o menor exclusividad, a los profesionales de la cosa—, ni tampoco por su interés para el cinéfilo de a pie o el lector ocasional más o menos interesado en los vericuetos del cine español.
En absoluto. Todas las conversaciones es mucho más que un libro de Historia del Cine o un libro de teoría fílmica. Es, en cierta medida, una colección de fotografías bien hilvanadas en las que comparece toda una España, todo un mundo, todo un uso del lenguaje, del arte. Es un tratado sobre la memoria, una adenda desmesurada y mayúscula al inevitable Mi último suspiro (1), una adictiva sucesión de idas y venidas, reflexiones y anécdotas, tiempos y lugares, propios y extraños, un baile de máscaras, un desfile de prosas, poesías, cuadros y películas. Un libro/museo, o incluso, mejor dicho, un libro/mundo.
Ahora que los volúmenes compuestos a partir del montaje de entrevistas son ya un género plenamente asentado en nuestro campo —especialmente en la esfera anglosajona (2)—, parece que el exquisito trabajo de edición propuesto por Jordi Xifrá nos queda cerca, pero a la vez, demuestra la cantidad de buenas investigaciones que suelen quedar sepultadas por el bloqueo metodológico. Nada de eso hay aquí: pese a que Max Aub y Luis Buñuel conforman, sin duda, el núcleo fundamental del libro, a su alrededor el cuidado trabajo de ordenación, traducción y disposición de las entrevistas, va generando una suerte de inagotables ondas expansivas por las que se filtra toda una manera de haber atravesado un siglo —el XX—, todos los cadáveres, las guerras, los orificios de bala en la pared, pero también todos los poemas, las bufonadas, las carcajadas, las películas. El libro habla, en el sentido de que su territorio está mucho más cercano, puntuado, por los usos, giros y lógicas del lenguaje. Volveré más adelante a esta idea.
▼ Simón del desierto, 1965.
«Todas las conversaciones es mucho más que un libro de Historia del Cine o un libro de teoría fílmica. Es, en cierta medida, una colección de fotografías bien hilvanadas en las que comparece toda una España, todo un mundo, todo un uso del lenguaje, del arte».
Xifrá no esconde sus deudas con las ediciones anteriores de las entrevistas originales, especialmente con la compilación anterior de parte del material realizada por Federico Álvarez (3), si bien el lector interesado podrá encontrar un pormenorizado detalle de los preámbulos del trabajo de edición en la Introducción. Permítasenos aquí poner en valor, además, la posibilidad de que las nuevas generaciones accedan a un material que llevaba literalmente décadas convertido injustamente en fondo de librería de viejo y de catálogo polvoriento en bibliotecas especializadas. En una de las habituales maniobras de la desmemoria patria en temas cinematográficos, aquella edición de Destino había ido desapareciendo paulatinamente de parte de la bibliografía básica de la materia. A su favor se han impuesto otros monográficos no menos interesantes y alojados en editoriales con mayor músculo y tendencia a la reedición. Sin desmerecer en absoluto aproximaciones como la de Ian Gibson (4) o las de Sánchez Vidal (5), el alto voltaje de los diálogos de Max Aub merecía volver a la primera línea de combate intelectual, máxime si el trabajo de presentación era tan primoroso y preciso como para satisfacer al curioso, al cinéfilo y al académico. El trabajo de Xifrá no escatima en pies de página, breves pero muchas veces necesarios, ni se avergüenza de la rapidez, la fluidez con la que emergen los “montajes” de las entrevistas, los temas, las repeticiones y las matizaciones. Por mucho que en España sigamos felizmente obstinados en pensar alrededor de Buñuel —véanse las propias monografías editadas por la propia colección Cine y vanguardias de las Prensas de la Universidad de Zaragoza, o el muy estimulante trabajo de González Requena (6)—, lo cierto es que es imposible no sentir la constante sensación de que hay una pieza perdida, un más difícil todavía, un detalle que se escapa entre las manos. Podemos respirar tranquilos al intuir que Aub sufría incluso esa misma sensación pese a tener a los protagonistas delante: una y otra vez pregunta con obstinada cortesía sobre los mismos temas, juega con los matices de aquel testigo para sonsacar a otro, respeta elegantemente los silencios y los dobles sentidos y, ante todo, demuestra casi siempre una profesionalidad, un rigor y un compromiso con su objeto de estudio —la vida y obra de Buñuel— que debería ser estudiada explícitamente en las facultades de periodismo. Leyendo las minuciosas transcripciones tenía en ocasiones la sensación de que no aprendía tanto del contenido como de la propia pericia formal, el respeto y la capacidad de paciente escucha que emergen como raras avis en el contexto de la repugnante infoxicación que nos rodea.
Aub fue, hemos de decirlo, un brillantísimo entrevistador. Jugaba, qué duda cabe, con la carta de la amistad y la complicidad de muchos de sus cómplices. Pero tenía también —justo es reconocerlo— la capacidad para analizar el lugar desde el que dirigirse a cada uno de los sujetos que se pusieron en sus manos. Permítasenos poner simplemente algunos ejemplos emocionantes correspondientes al primer volumen: La entrevista a José Repollés —una de las más extensas de la infancia buñueliana— deja traslucir un cierto hablar popular y aragonés, un lenguaje férreo, envalentonado, pero también regio y justo. Repollés fue poeta y escritor, si bien la aproximación de Aub a Alberti se intuye meliflua y cuidadosa, bien diferente. Unas páginas después, llega José Gaos —como se recordará, uno de los pioneros traductores e introductores de la obra de Heidegger en España— y de pronto el libro se convierte en una profundísima pero nada pedante lección del funcionamiento filosófico de los años de juventud de Buñuel. Y por si fuera poco, apenas unas páginas más tarde, emerge Dalí como una figura hilarante, voluntariamente desmemoriada, juguetona, autoconsciente. Cada entrevistado esgrime un lenguaje, y Aub sabe perfectamente moverse entre sus silencios y sus posiciones.
El segundo tomo de la obra, centrado en torno a la obra del aragonés es, quizá, el que más puede interesar a los que se acerquen a la obra desde la mirada cinéfila. Por un lado, emerge lo que podríamos llamar el “caldo de cultivo” contextual en el que se forjó Buñuel, sus interlocutores, sus rivales, sus desasosiegos creativos. Si bien el primer volumen cerraba a partir de las lecturas y los iconos buñuelianos, el segundo levanta el vuelo a nuestro juicio precisamente cuando a partir de la página 600 se introduce en los rudimentos propios del lenguaje cinematográfico. Xifrá ha sabido respetar los dos grandes ejes que construyen la experiencia propia del cine de Buñuel: por un lado, su urdimbre estética, el manejo de los materiales literarios y el impresionante trabajo sobre la forma fílmica. Leyendo las declaraciones de Fernando Rey, por ejemplo, es imposible no caer de pronto en la cuenta de la modulación de esa voz que está ausente en la escritura, esa inflexión serena y grave que, en efecto, forma parte del adn de la obra de Buñuel. También están Luis Quintanilla, Muñóz Suay (una presencia habitual en ambos tomos), y entre medias, deshojándose en paralelo, el segundo eje: la ambigüedad temática, el erotismo, la religión, el uso del símbolo, la materia narrativa de los films del aragonés. Y es aquí, claro, donde las semillas plantadas en el primer tomo —¿Era acaso Don Luis un ateo con arrebatos de fe? ¿Un hombre promiscuo enganchado de los filos de su propio romanticismo?— parecen dar el salto y pasar directamente a los textos: a Nazarín, a Simón del Desierto, a las películas propias y de los otros, a los proyectos abortados o esbozados o nutricios. Se despliega un Buñuel que es, a la vez, una interminable y fascinante colección de máscaras.
Les decía al comienzo: 1046 páginas pueden parecer gran cosa, si no fuera porque en el caso de Todas las conversaciones uno tiene la sensación de estar constantemente en movimiento, a toda velocidad, como si la propia contemplación de los materiales fuera, de alguna manera, más atractiva y ligera que la propia novela que Aub pensaba levantar a partir de ellos. Pese a lo pedestre de la afirmación, merece la pena señalarse que hay esa levedad, esa gracilidad en la lectura de ambos tomos ya la quisieran para sí muchas de las novelas de “consumo rápido” que canibalizan los estantes de los grandes almacenes. Al final, como ocurre con gran parte de su cine, la experiencia del constante descubrimiento de Luis Buñuel es al mismo tiempo un thriller, una comedia bárbara, una tragedia ridículamente desmesurada y un enigma/cicatriz imposible de cerrar.
Aarón Rodríguez Serrano |
© Revista EAM / Castellón
NOTAS
(1): BUÑUEL, Luis (1982). Mi último suspiro. Llobregat: Plaza y Janés.
(2): Por ejemplo, MCNEIL, Legs y OSBORNE, Jennifer (2008). El otro Hollywood: Una Historia Oral y sin censurar de la industria del cine porno. Barcelona: Es pop Ediciones.
(3): AUB, Max (1985). Conversaciones con Luis Buñuel: Seguidas de 45 entrevistas con familiares, amigos y colaboradores del cineasta aragonés. Madrid: Aguilar.
(4): GIBSON, Ian (2019). Luis Buñuel: La forja de un cineasta universal 1900—1938. Barcelona: Debolsillo.
(5): Especialmente, en lo tocante a los años de la Residencia, el celebérrimo SÁNCHEZ VIDAL, Agustín (1988). Buñuel, Lorca, Dalí: El enigma sin fin. Barcelona: Planeta.
(6): GONZÁLEZ REQUENA, Jesús (2011). Escenas fantasmáticas: un diálogo secreto entre Alfred Hitchcock y Luis Buñuel. Granada: Centro José Guerrero.
(1): BUÑUEL, Luis (1982). Mi último suspiro. Llobregat: Plaza y Janés.
(2): Por ejemplo, MCNEIL, Legs y OSBORNE, Jennifer (2008). El otro Hollywood: Una Historia Oral y sin censurar de la industria del cine porno. Barcelona: Es pop Ediciones.
(3): AUB, Max (1985). Conversaciones con Luis Buñuel: Seguidas de 45 entrevistas con familiares, amigos y colaboradores del cineasta aragonés. Madrid: Aguilar.
(4): GIBSON, Ian (2019). Luis Buñuel: La forja de un cineasta universal 1900—1938. Barcelona: Debolsillo.
(5): Especialmente, en lo tocante a los años de la Residencia, el celebérrimo SÁNCHEZ VIDAL, Agustín (1988). Buñuel, Lorca, Dalí: El enigma sin fin. Barcelona: Planeta.
(6): GONZÁLEZ REQUENA, Jesús (2011). Escenas fantasmáticas: un diálogo secreto entre Alfred Hitchcock y Luis Buñuel. Granada: Centro José Guerrero.
▼ Nazarín, 1959.