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    Entrevista a Eugène Green

    Eugène Green, en el 68º festival de San Sebastián

    En el marco de la peculiar edición del Festival de San Sebastián condicionada por la Covid-19, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Eugène Green por el estreno mundial de su última película, Atarrabi et Mikelats, basada en la mitología vasca y rodada en euskera.


    Entrevista a Eugène Green.
    Texto y fotografía de Rubén Seca | | 68ª edición del Festival de San Sebastián.



    En general, tu obra cinematográfica es muy cercana a los cuentos y mitos. ¿De dónde surge este interés por la mitología?

    Como dice el verso de Fernando Pessoa que puse en exergo, «El mito es el nada que es todo». Un mito es una trama narrativa que conlleva siempre una posibilidad de sentidos múltiples, y que están siempre cerca de los elementos fundamentales de la condición humana. Después, el artista modela la materia mitológica para darle un sentido personal.

    ¿Cómo descubriste el mito vasco que da título a tu película?

    Lo encontré en los escritos del sacerdote-antropólogo José Miguel de Barandiarán.

    ¿Cómo afrontas el trabajo de escritura del guion a partir de un mito?

    Como en la escritura de todos mis guiones, a partir de una idea de base añado elementos y transformo otros para dar a la historia un sentido preciso y personal.

    En tus películas tiene mucha importancia la palabra. ¿Cómo fue rodar en euskera? ¿Resultó más complicado dirigir los actores en un idioma que no dominas?

    Trabajaba con una asistenta lingüística, Audrey Hoc, con quien ya había contado en Faire la parole. Ella tenía el papel de cuidar la dicción —todos tenían que respetar las reglas del euskara batua, el vasco unificado, que se enseña en las escuelas y que utilizan la mayoría de los escritores vascos— y servía también de intérprete con los actores de Hegoalde (País Vasco sur) que no hablaban francés. Como la traducción en euskera seguía fielmente mi guion en francés, y como entendía las palabras clave, sabía más o menos lo que decían los actores y podía dar indicaciones de interpretación. Buscaba el mismo tipo de interpretación que en mis películas en francés, portugués o italiano.

    ¿Cómo fue el proceso de localizar y hacer casting en el País Vasco?

    Fue de nuevo Audrey quien me ayudó, dado que conoce muy bien la zona. Me acompañó en las visitas de localización, e hizo ella las primeras investigaciones para encontrar actores y actrices.

    ¿Cuáles fueron las mayores dificultades que tuviste que afrontar como director en esta película?

    Dificultades físicas y materiales relacionadas con la topografía y la meteorología: rodajes en la montaña, el frío, la lluvia. El palacio del Diablo es un antiguo presidio en Córcega: es muy bonito como decorado, pero hacía mucho frío y humedad. Sin embargo, hubo un entendimiento tan grande entre todos, que el rodaje fue una experiencia muy bonita.

    En la película hay algunas escenas con animales. ¿Cómo rodaste las escenas con las aves?

    Los animales eran actores profesionales, que llegaban con sus domadores. El jabalí venía de Madrid (rodamos esa escena en Navarra) y era muy serio. Actúa muy bien su papel, y habla euskera con mi voz. Fue un poco más difícil con los pájaros, sobre todo con Dalek, el buitre, que no era muy disciplinado. Incluso quiso atacar a Saia Hiriart e intentó comérselo. Pero finalmente obtuve los planos que necesitaba.

    Los colores tienen mucha relevancia en la película, ¿con qué intención los utilizas?

    Los colores son muy importantes en mi cine. Tienen un papel simbólico y emocional. Atarrabi, por ejemplo, viste azul y ocre, los colores del cielo y de la tierra; Mikelats lleva el rojo, el color del fuego, asociado a la destrucción.

    El vestuario es muy peculiar, ¿por qué decidiste enfocarlo de esta manera?

    La ropa de los personajes es contemporánea porque quería que el espectador entendiera que la historia nos concierne hoy, e incluso que identificara algunas categorías sociales precisas: el Diablo se viste como un hombre de negocios moderno (branché), y Mikelats y los jóvenes diablos tienen un aire deportivo.

    ¿Tienes algún nuevo proyecto ya en marcha?

    Sí, varios. Escribo fácilmente guiones, pero luego lo que es muy difícil es encontrar la financiación. En Francia tengo un proyecto de mediometraje y otro de largometraje, y querría rodar los dos en 2021... si dependiera de mí. Tengo otro proyecto en Portugal. Veremos lo que será posible hacer próximamente.

    El estreno en el Festival de San Sebastián fue, por desgracia, polémico. ¿Te gustaría decir algo al respecto?

    Decidí de no contestar a los comunicados del señor Rebordinos, porque quisiera que se hablara sólo de mi película, y no de aquella historia grotesca. Pero tengo que decir que la versión del festival conlleva muchas mentiras y cosas calladas. Fue un error nuestro aceptar la proposición de hacer la premiere mundial en una sección no artística del Zinemaldia. En España hay muchos cinéfilos y es el país de Europa donde hay más entusiasmo por mis películas, pero éstas tienen su lugar en los festivales adecuados como Gijón y Sevilla, donde les interesa más el cine y no las estrellas bárbaras.

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