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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Billy Lynn

    Billy Lynn

    Ídolos con pies de barro

    crítica ★★★ de Billy Lynn (Billy Lynn´s Long Halftime Walk, Ang Lee, Estados Unidos, 2016).

    Un rápido vistazo sobre la filmografía del taiwanés Ang Lee nos deja descubrir a uno de los cineastas menos encasillados del panorama cinematográfico, capaz de abarcar cualquier tipo de empresa con idéntica eficacia, sin género que se le resista y con títulos en su haber que, en muchos de los casos, desconciertan. Así, en su currículum brillan dos joyas que hablaban de la homosexualidad clandestina como El banquete de bodas (1993) y Brokeback Mountain (2005) –su primer Óscar al mejor director–; un drama victoriano de Jane Austen como Sentido y sensibilidad (1995) más propio del británico James Ivory –con galardonado guion de Emma Thompson–; una fantasía de artes marciales visualmente apabullante como Tigre y dragón (2000) –Óscar a la mejor película de habla no inglesa–; un ácido retrato de la liberación sexual en la América de los 70 como La tormenta de hielo (1997), o la fábula multirreligiosa La vida de Pi (2012) –segundo Óscar al mejor realizador–, obras que constituyen una muestra palpable de su indiscutible versatilidad. Incluso a dos proyectos tan, a priori, más convencionales, como el western Cabalga con el diablo (1999) o su incursión en el universo de superhéroes Marvel Hulk (2003), supo imprimir Lee una gran personalidad que el gran público no acertó a asimilar. Pues bien, la última demostración de este gusto del director por experimentar en todos los frentes nos llega con Billy Lynn (2016), una extraña aproximación al conflicto bélico de Irak que rompe con todas las visiones anteriores que el cine americano nos ha ofrecido del tema, a la vez que osa experimentar con las últimas tecnologías, siendo filmada a 120 fotogramas por segundo, con una resolución de imagen de 4k y con un original empleo del 3D. Cualidades que, por otra parte, solo pueden ser disfrutadas en todo su esplendor en las contadas salas habilitadas para ello.

    La historia, basada en una novela de Ben Fountain, sigue los pasos de un grupo de jóvenes soldados del pelotón Bravo convertidos en repentinas celebridades para el pueblo americano después de una acción bélica en Irak. Más concretamente, se centra en Billy Lynn, de solo 19 años, cuya imagen enfrentándose cuerpo a cuerpo con un combatiente enemigo para tratar de salvar la vida de su sargento –correcto Vin Diesel en la piel de un militar filósofo y muy espiritual que dice "te aquiero" a sus hombres antes de cada misión–, fue capturada por una cámara para convertirse en inspiración y muestra del honor, valentía y arrojo de estos “héroes” de guerra. Como reconocimiento a su labor, los muchachos son llevados a la espectacular Super Bowl del día de Acción de Gracias, un escenario único para que Ang Lee y sus guionistas Simon Beaufoy y Jean-Christophe Castelli desplieguen una sangrante sátira cargada de dardos envenenados hacia la superficial (y selectiva) percepción que de la guerra tienen los civiles que vitorean a sus guerreros. A lo largo de la gira asistiremos a la confusión en la que se ven inmersos estos jóvenes, afectados, en muchos de los casos, del estrés postraumático causado por los horrores que les ha tocado vivir, manejados como marionetas por gente sin escrúpulos dispuesta a sacar el máximo rendimiento económico de sus figuras, expuestas ante el público como monos de feria. Durante el caótico festejo propagandístico conoceremos las negociaciones del mánager de la patrulla –un Chris Tucker más contenido que de costumbre– para llevar a buen puerto una propuesta de Hollywood de rodar una película sobre la hazaña del pelotón Bravo; las intenciones de un ambicioso empresario republicano –sorprende Steve Martin en un antipático rol que le aleja de sus recurrentes papeles cómicos– de hacerse con sus derechos de imagen a un precio insultante; o los continuos desplantes de los organizadores del evento a estos chicos a los que, en una muestra de absoluta falta de sensibilidad, utilizan poco menos que como un elemento decorativo más dentro de la parafernalia del show. Esta manipulación alcanza su máxima expresión en la magnífica escena del concierto de Destiny´s Child, con los soldados colocados de manera estratégica sobre el escenario, desconcertados ante los fuegos artificiales que estallan a su alrededor.

    Billy Lynn

    «Un título muy irregular y menor dentro de la obra de Ang Lee, que, sin embargo, merece ser aplaudido por la valentía con la que critica el excesivo patriotismo americano, a la vez que habla del sinsentido de las guerras y cómo estas llegan distorsionadas a través de la televisión».


    Billy Lynn acierta de lleno a la hora de ofrecer una radiografía vitriólica que deja en muy mal lugar al país de las barras y estrellas, mostrando una visión muy poco favorecedora del estilo de vida americano, con unos ciudadanos postrados ante efímeros ídolos de los que, en cuestión de días, nadie se acordará –muy representativo el papel de Makenzie Leigh como la cheerleader que, más que enamorarse de Billy, parece obnubilada por su popularidad como héroe nacional– al ser reemplazados por otros. Una sociedad hipócrita, que lo mismo se vanagloria de sus creencias cristianas que envía a sus hijos a morir en el frente. En contraposición a este ambiente de enajenación enfervorecida, el libreto deja un hueco para la cordura en ese personaje de la antibelicista hermana de Billy –interpretado con excelencia por Kristen Stewart– que intenta por todos los medios hacer que el muchacho desista de su intención de regresar a la contienda durante las pocas horas que tiene de permiso. Por desgracia, gran parte del poderoso mensaje de la cinta queda plegado ante las ambiciosas formas del proyecto y su particular estética. Los numerosos planos subjetivos, esos personajes mirando a cámara mientras hablan, los continuos flashbacks que muestran cómo las mentes de los militares aún siguen en el conflicto bélico y el deslavazado dibujo de la mayoría de sus criaturas –el prometedor Joe Alwyn, notable como Billy, y Garrett Hedlund, en su papel de sargento, hacen verdaderos esfuerzos para destacar en un reparto coral dominado por el carisma de sus secundarios– solo hacen que el filme resulte un tanto artificioso y carente de la necesaria fuerza dramática que sirva para dar contundencia al material. Lo que queda es un título muy irregular y menor dentro de la obra de Ang Lee, que, sin embargo, merece ser aplaudido por la valentía con la que critica el excesivo patriotismo americano, a la vez que habla del sinsentido de las guerras y cómo estas llegan distorsionadas a través de la televisión. Vividas en primera línea, no cuentan con vencedores o vencidos. Al final, todos son víctimas del horror y los supervivientes se muestran incapacitados para regresar a sus hogares, en los que ya se sienten extraños y desubicados, viéndose empujados a volver al frente para no decepcionar a un país que, mientras tanto, continúa adelante con sus comodidades, sus partidos de fútbol y su doble moral. | ★★★ |


    José Martín León
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Estados Unidos. 2016. Título original: Billy Lynn´s Long Walk. Director: Ang Lee. Guion: Simon Beaufoy, Jean-Christophe Castelli (Novela: Ben Fountain). Productores: Stephen Cornwell, Ang Lee, Marc Platt, Rhodri Thomas. Productoras: Coproducción USA-GB-China; Sony Pictures / TriStar Pictures / Bona Film Group / Dune Films / Film4 / Ink Factory / The Marc Platt Productions / Studio 8. Fotografía: John Toll. Música: Jeff Danna, Mychael Danna. Montaje: Tim Squyres. Dirección artística: Kim Jennings, Thomas Minton, Aziz Rafiq. Reparto: Joe Alwyn, Garrett Hedlund, Kristen Stewart, Steve Martin, Vin Diesel, Chris Tucker, Tim Blake Nelson, Makenzie Leigh, Bruce Mckinnon, Deirdre Lovejoy. PÓSTER.

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