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    [Seminci 2014] Crítica | Miss Julie

    Miss Julie

    Love will tear us apart

    Crítica en la Seminci a Miss Julie (La señorita Julie, 2014), dirigida por Liv Ullmann. | ★★★★ |

    Como dato inicial, baste indicar que Miss Julie es una adaptación escrita por la propia Liv Ullman del clásico teatral de August Strindberg, relato que narra la historia de la hija de un terrateniente que seduce a su criado durante la noche de San Juan. Una premisa simple con tres únicos personajes (la noble, el criado y la cocinera) que desarrolla todo su potencial a través de la situación y del discurso. Ullman decide arriesgarse mantiéndose fiel al texto original, no añade elementos y crea una propuesta puramente teatral, tanto en forma como en tempo actoral, que, sin embargo, no renuncia a la belleza fílmica, con una fotografía cuidadísima (iluminación digna de elogio) o una composición de planos que sabe aprovechar a la perfección los recursos del audiovisual. No sabemos si la elección de Chastain y Farrell responde a gustos personales o a necesidades económicas de asegurar un reembolso, pero la verdad es que la química creada entre el irlandés y la pelirroja californiana de aspecto gaélico es prácticamente instantánea. Ella, que tiene el papel difícil, cumple con sobrada nota, reflejando una progresión emocional de vértigo, desde el modelo barbie cautivadora hasta la esquizofrénica de tendencias suicidas. Lamentablemente, no puede decirse lo mismo de Farrell, incómodo en gran parte del metraje y bastante sobreactuado, como si no hubiera captado la esencia de la adaptación cinematográfica y se hubiera quedado congelado sobre la tarima del escenario.

    ¿Y qué hay de la historia? Resulta tremendamente compleja debido a la profundidad de sus personajes y a la renuncia autoral de polarización de éstos en un único estereotipo, vicio en el que tragedias de tintes griegos como esta suelen caer con frecuencia. Así pues ni negro ni blanco, toda una paleta de grises desdibujada en los pretéritos ocultos que poco a poco se van desvelando, pues a pesar de que la cocinera y el criado mantienen un romance, es ineludible el recíproco deseo sexual que este mantiene con la hija del duque. Deseo con el que Chastain, valiéndose de sus poderosos atributos femeninos, tentará al joven, atraído en principio por la añoranza de sus recuerdos, la belleza de la pelirroja, y la imposibilidad de relación con un miembro de la nobleza. Y, sin embargo, como tan a menudo pasa en la vida real, el encuentro sexual dará un giro a la situación, y las bonitas palabras de antes no serán más que adornos que el viento se ha llevado arrebatando a la joven la ternura y el cariño que creyó podía llegar a poseer. La aparente seguridad en sí misma que durante toda su vida había poseído se quebrará como una rama seca para desvelar las inseguridades de aquella que necesita reflejar consigo misma la sinceridad que mantiene con los demás: se siente atrapada en un mundo que no la corresponde, en una realidad que no entiende y la supera. Será entonces él quién abuse de ella desde la ceguera del poder que ve accesible. La Diosa a la que ha venerado toda su vida y el poder de esta, a su alcance. La mujer vista como objeto de deseo y como medio de consecución de la riqueza. La carencia material que se superpone a la rotura emocional. El acto sexual como acto de posesión. La atracción como violencia pasional imprevisible en medio de cruces de tensión desgarradora de dos personajes quebrados por una vida de la que desean escapar juntos. Y, entre medias, la pobre cocinera encerrada en la habitación, cuya firme creencia en la rectitud, en la búsqueda de modelo perfecto en sus señores, la llevara a superar sus celos monógamos con una repulsión ante el robo de la pureza de la hija del conde por parte de un inferior.

    La belleza inunda la pantalla con una pulcritud de escena que bien pudiera haber tomado Ullman del gran maestro sueco, Ingmar Bergman —con el que tuvo una hija—, las emociones fluyen con una Chastain entregada por completo a su papel, pero son las palabras las que mandan en un contexto en el que ni los propios personajes saben exactamente qué es lo que sienten o lo que quieren comunicar. Quizás. es por ello por lo que resulta tan estimulante seguir un conflicto que parece no tener fin. Love will tear us apart que decían los Joy Division. | |

    Álvaro Martín
    Enviado especial a la 59ª edición de la Seminci


    Miss Julie poster
    La señorita Julia
    Título original: Miss Julie.
    Dirección y Guión: Liv Ullmann.
    Productoras: Maipo Film, The Apocalypse Films Company, Subotica Entertainment.
    Intérpretes: Jessica Chastain, Colin Farrell, Samantha Morton, Nora McMenamy.
    Fotografía: Mikhail Krichman, en color.
    Montaje: Michal Leszczylowski.
    Música: Arve Tellefsen, Håvard Gimse, Truls Mørj.
    Duración: 129’ .
    Rodaje: Irlanda del Norte.
    Países: Reino Unido, Noruega. 
    Sección Oficial.




    Pueden leer, también, la crítica de Gonzalo Hernández, enviado especial de EAM al Festival de Toronto.

    «Es una obra bipolar, que pasa de una contención hipnótica a un histerismo desfasado que puede resultar ridículo y maravilloso al mismo tiempo, al ver cómo esos actores levantan, solos, instantes tan vergonzosos como obsoletos ante la conciencia actual. Su destino es pasar desapercibida. Por suerte, la bella señorita Julie encontrará, entre los puristas, a su amante perfecto».
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