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    Recap | True Blood (7x10). Final

    True Blood (7x10)

    Insípida despedida

    crítica de Thank you (7x10) | True Blood (Temporada 7, final)

    HBO | EE.UU, 2014. Director: Scott Winant. Guión: Brian Buckner. Creador: Alan Ball. Reparto: Anna Paquin, Stephen Moyer, Sam Trammell, Ryan Kwanten, Alexander Skarsgård, Chris Bauer, Kristin Bauer Van Straten, Amelia Rose Blaire, Lauren Bowles, Anna Camp, Gregg Daniel, Nelsan Ellis, Aaron Christian Howles, Noah Matthews, Bailey Noble, Jim Parrack, Nathan Parsons, Adina Porter, Carrie Preston, Jurnee Smollett-Bell, Deborah Ann Woll, Lois Smith, Michael McMillian, Patricia Bethune, Riley Smith, Will Yun Lee, Ashley Hunshaw. Fotografía: Evans Brown. Música: Nathan Barr.

    Existen varias formas de cerrar una serie. No es una tarea fácil, ya que se tiene que tratar de contar la historia que los guionistas, o un guionista (el showrunner) quiere contar; teniendo en cuenta en mayor o menor medida a los fans, los intereses de la cadena y a veces hasta las propias aportaciones de los intérpretes. Muchos quieren que su opinión se tenga en cuenta en cuanto a cómo despedir su personaje o la historia en general, así que no es sencillo poder contentar a todos. Brian Buckner, showrunner de True blood desde mediados de la sexta temporada y el único guionista presente en las siete temporadas, ha escrito una mala despedida para la serie. Como capítulo en sí, solo tiene un par de momentos destacables (la charla entre Pam y Sarah en el carrusel, con el doloroso mordisco como colofón; Sookie escuchando por primera vez los pensamientos de Bill, con todo lo que eso significa; y el intenso momento que el matrimonio Anna Paquin/Stephen Moyer protagonizan en el ataúd del vampiro, y que termina con su muerte). ¿El resto? Tedio y un poco de indignación. Thank you dura 65 minutos, y la primera media hora de ese tiempo se gasta en la subtrama más absurda, la idea más tonta y especialmente uno de los errores más comunes de los finales de serie: ¡la boda sorpresa! Jessica y Hoyt se casan al día siguiente de los hechos recogidos en el anterior episodio para que Bill, cada vez más enfermo, pueda llevar a su “hija” al altar, ya que no pudo hacerlo con su hija real. La serie parece olvidar que es un drama coral, ya que abandona a Eric, Pam y Sarah tras los primeros diez minutos y relega a la mayor parte del reparto a roles mudos o con una frase en la escena final. Todo un despropósito. Queríamos oír a Lafayette.

    Tras amenazar la vida de Pam, Eric se harta del señor Gus y le mata a él y a sus secuaces. Si podía hacer eso desde el principio, ¿qué se lo impedía? Sarah es libre aunque queda conectada con Pam a través de la sangre. Bill pide a Sookie que le mate con su bola de energía de hada, lo que significaría que la joven perdería sus poderes. La boda tiene lugar mientras Jason afianza su relación con Brigitte, que se convertirá en la madre de sus hijos. Hasta escribirlo evidencia lo ridículo que es. Lois Smith retoma su papel de Adele Stackhouse en un flashback donde viene a decirle a su nieta que sea ella misma, y Michael McMillian será el adecuado tormento para toda la eternidad de Sarah, que está tan loca que se imagina a su ex-marido cada vez que se queda sola. El fallo de este final, quizá de esta última temporada, es querer centrarse en dar un relieve dramático de peso a una serie que siempre ha sido una juguetona payasada de verano. Sí, tenía fuerza metafórica para lo que significa ser el Otro (gays, negros, mujeres, etc), pero en realidad era un festín de sexo, sangre y efectos especiales con ninguna otra pretensión que entretener con sus salidas de culebrón barato y sus alocados giros de guión. ¿Qué nos está diciendo el final de True blood? Que todo trataba sobre el amor imposible entre Sookie Stackhouse y Bill Compton. Buckner ha escrito un episodio que cierra la serie, sí, pero la cierra de forma no solo torpe sino insatisfactoria. Es imposible que alguien esté plenamente satisfecho con un desenlace que obvia a tantos personajes y soluciona sus destinos con un salto temporal (otro recurso típico de los finales). Merece ser destacado, eso sí, que Scott Winant dirija el final cuando se encargó del segundo capítulo de la serie y es el único director que ha trabajado en cada temporada. Un bonito detalle.

    True Blood (7x10)

    La segunda parte del episodio lidia con la decisión de Sookie de matar a su amado, ya que las razones de éste para querer morir tienen sentido. Como pasara con Godric, creador de Eric que se suicidó viendo el amanecer, un vampiro puede llegar a querer descansar para siempre. Y así lo hará Bill, a manos de su amada y apropiadamente en su tumba, que lleva ahí desde la Guerra Civil. No voy a negar la fuerza del momento, pero es eso, un momento aislado entre tanta charla intensa y monólogo de autodescubrimiento. ¿Se hubiera imaginado alguien que True blood iba a acabar con una feliz reunión entre churumbeles y parejas de vampiros y humanos? No lo creo. Le pegaba terminar con la batalla definitiva, con más bajas importantes y sensación de peligro. Tras múltiples temporadas con malos de categoría, subtramas tan locas como estimulantes, vampiros que explotan como globos de agua y una colección de cliffhangers para el recuerdo, Buckner va a lo seguro y cierra la historia con humor (los anuncios de New Blood no tienen desperdicio, con el cameo de Charlaine Harris incluido) y sonrisas. La sensación imperante tras los créditos es la pura incredulidad. True blood no estaba llamada a terminar así. | ★★ |

    Adrián González Viña
    redacción Sevilla


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