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    Cine Alemán Siglo XXI

    Toronto 2014 | Día 8. Críticas: 'The Imitation Game', 'Hungry Hearts', '99 Homes' y 'Retorno a Ítaca'

    Cumberbatch y Knightley en Toronto

    This is (almost) the end

    Crónica de la octava jornada del Festival de Toronto 2014

    El festival casi llega a su fin. Hoy viernes se terminan oficialmente los pases de prensa, reservando el último fin de semana solo para reestrenos públicos. Es interesante ver la dinámica decadente de Toronto, y lo digo sin ánimo de crítica. La gente asiste con entusiasmo. El cierre de calles es el punto álgido de la celebración y uno casi se siente caminando por la calle Preciados de Madrid en plena época navideña. Pero, aunque no sea agradable escucharlo, el ciudadano canadiense hace honor a los chistes, son de una amabilidad asombrosa y evidencian la calidad de vida de una urbe que presenta curiosos contrastes. El principal, el más llamativo, la mendicidad. Los precios, inusitadamente altos. Nada del otro jueves, por otro lado, en un coloso de este tamaño. Como ya dije uno de los primeros días, la modernidad de sus locales nocturnos, sus restaurantes y cafeterías, recuerda mucho al movimiento alternativo de enclaves en alza como Berlín, pero con el ensanche cuadriculado de una gran capital como Nueva York. El metro, del que tanto nos quejamos en Madrid, no es mucho mejor en Toronto, solo cuatro líneas, lo básico para llegar a los barrios periféricos; y el precio por un bono semanal ronda los 39 dólares canadienses, que al cambio son aproximadamente unos 27 euros por un pase de 7 días. Dos semanas, casi 80 dólares de bono. En el cine, un refresco mediano (que en España sería el tamaño grande) y una bolsa de Maltesers, 10 dólares, unos 7 euros. Aún con todo, es una ciudad que se disfruta, fácil de manejar y que busca la comodidad foránea.

    Dejando a un lado los elementos colaterales de un evento de estas dimensiones, el programa de estos últimos días está dejando propuestas y notas interesantes. La pasional 99 Homes, sobre la corrupción detrás de los desahucios; la conversacional Return to Ithaca, que se convertirá en la favorita de un sector de la crítica europea, o, la vibrante Hungry Hearts, una de las pocas muescas salvables en la 71ª edición de la Mostra de Venecia, son apuestas a tener en cuenta. La oferta estadounidense no mejora y The Imitation Game nos brinda un relato moroso en su tratamiento de la vida de Alan Turing, otra deudora más del filme de Ron Howard, Una mente maravillosa. Lo que sí nos ha dado Toronto a manos llenas son grandes interpretaciones y se nota en el nivel de los actores americanos, pues varias películas se han beneficiado mucho de tener a alguien de peso en el casting. A continuación, las impresiones del octavo día del TIFF.

    The Imitation Game

    The Imitation Game

    Dirigida por Morten Tyldum.
    Reparto: Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Mark Strong, Charles Dance, Matthew Goode.
    Estados Unidos, Reino Unido, 2014
    SPECIAL PRESENTATIONS

    El entusiasmo crítico que ha despertado The Imitation Game choca con la convencionalidad y lo vago de su argumento. El relato de cómo Alan Turing, genio matemático, ayudó a descifrar el irrompible código Enigma utilizado por los alemanes se salda con un guión que sabe controlar, en demasía, las aristas más delicadas de su discurso, con el objetivo de no herir sensibilidades. El desarrollo y tratamiento del personaje debe mucho al canon que parece haber establecido Ron Howard con Una mente maravillosa. Filme en el que ahora parecen mirarse todos los biopics sobre figuras incomprendidas de intelecto superior a la media. Las concesiones de Tyldum son similares, y su control de la decencia parece regirse por el departamento de edades de Hollywood. Observamos a Benedict Cumberbatch en su lucha incansable por construir un aparato que él denomina como una computadora digital, y ése, y no otro, es el centro de atención de la trama durante gran parte del metraje. Intercalando el interés romántico, encarnado en una solvente Keira Knightley, con el recuerdo de un “amor” de infancia, el guión muestra interés por razonar la actitud de Turing, pero lo hace con trampas, pues en ningún momento habla claramente de lo que supone para él hacer convivir su vida profesional con una inclinación sexual ilegal durante esos años. Sólo pasado el ecuador de la película, el guión se permite abarcar el tema de manera un tanto superficial, y en apenas cuatro o cinco escenas todo queda zanjado. Luego el director hasta es capaz de terminar con un alegato en pro de las injusticias que muchos homosexuales sufrieron entonces, como si toda la cinta hubiera sido una concienzuda égloga, cuando en absoluto es así. Algo como Pride, con su humor inglés algo tontorrón, justificaría eso, pero en The Imitation Game queda forzado y, personalmente, molesta un poco, pues parece que Tyldum juega al populismo sabiendo que así atraerá a más público. Como biopic no sale nunca de la norma. Es solemne cuando tiene que serlo, con alguna que otra broma para aligerar de vez en cuando el tono y una interpretación principal poderosa. Resulta inevitable compararla con The Theory of Everything, teniendo en cuenta que ambas tratan sobre la vida de científicos ilustres; pero donde el filme de Marsh es delicado y conmovedor, el de Tyldum es rutinario en sus formas, y no cuesta imaginarlo cayendo poco a poco en el olvido. 65|100. | |

    99 Homes

    99 Homes

    Dirigida por Ramin Bahrani.
    Reparto: Andrew Garfield, Michael Shannon, Laura Dern.
    Estados Unidos, 2014
    SPECIAL PRESENTATIONS

    Ramin Bahrani, director de Un café en cualquier esquina (Man Push Cart, 2005), concede una potente respuesta al salvajismo del desahucio inmobiliario con drama de un banquero encargado de llevar a cabo esas desagradables tareas; hasta que en uno de sus últimos casos conoce a un joven obrero de la construcción al que adopta como cómplice para su trabajo a cambio de un sustancioso cheque. La pérdida de valores se convierte en la bandera de Bahrani, y Michael Shannon en el representante, el villano capitalista de un guión que empieza bien construido y que plasma la progresiva decadencia moral del denostado personaje que da vida Andrew Garfield, que vive con su madre en un motel barato. Una perorata que remarca las injustas desigualdades económicas de aquellos que manejan nuestras cuentas y de la indefensión del ciudadano medio, que no puede hacer otra cosa que ver como le roban todo lo que tiene delante de sus narices. 99 Homes abarca también la corrupción total del sistema, pues Rick Carver (Shannon) se asegura una inversión doble robando los aparatos de aire acondicionado y los filtros de agua de las casas embargadas, para luego revendérselos al agente inmobiliario ofreciéndole un arreglo al “aparente” desmantelamiento que los vecinos han llevado a cabo aprovechando la situación. El realizador de origen persa no repara a la de hora de mostrar con crudeza ciertas escenas bastante incomodas, sobre todo al principio, con un desalojo, con los dos papeles principales envueltos, que la cámara lo graba con brío y mucho nervio. El problema es cuando, en la segunda mitad, el guión se vuelve ligeramente más maniqueo, concluyendo con un cierre extraño y que no alcanza el punto álgido necesario. Una pena porque 99 Homes sabe mantener la atención sin dificultad, convirtiéndose en un certero manifiesto contra la falta de moralidad del sistema crediticio. 70|100. | |

    Hungry Hearts

    Hungry Hearts

    Dirigida por Saverio Costanzo.
    Reparto: Adam Driver, Alba Rohrwacher, Roberta Maxwell.
    Italia, 2014
    SPECIAL PRESENTATIONS

    La familia Rohrwacher está pegando fuerte desde Italia. Primero Alice, con su Gran Premio del Jurado en Cannes por Las maravillas, y, ahora, Alba, su hermana, con la Copa Volpi a la Mejor Actriz en Venecia por esta brutal Hungry Hearts. La claustrofóbica pesadilla cotidiana de una pareja que, tras los necesarios preámbulos amorosos, deciden tener un hijo al que su madre, vegetariana y de carácter espiritual, sobreprotege de forma enfermiza de las impurezas del mundo. Hasta tal punto que sólo alimenta al niño con una medicina de herboristería a base de aceite, aguacates y poco más, impidiendo el crecimiento normal del bebé. Aunque la película tarda en arrancar hasta llegar al punto central de la trama, mostrando poco a poco el enamoramiento y la convivencia de la pareja, una vez se asienta, la atmósfera se carga de una tensión insoportable. Saverio Costanzo recurre a unas decisiones visuales que marcan a fuego este ambiente malsano, utilizando grandes angulares y lentes de ojo de pez que deforman el espacio, al tiempo que lo abarca del todo, acercándose también a los rostros de los actores como forma de incomodar al espectador, que intuye que tarde o temprano, algo grave habrá de pasar. La tensión se trabaja poco a poco, pues el comienzo simula una pequeña historia de amor indie a la manera de una Blue Valentine filmada al estilo dogma. De hecho, el comienzo, paradójicamente, resulta hermoso y dulce. Un único plano de unos cinco minutos que nos presenta al matrimonio, antes de conocerse, quedándose estancado en el baño de un restaurante chino justo cuando él acababa de hacer sus necesidades; y, en ese breve lapso, Costanzo se ha ganado a gran parte del público involucrándolo en la comicidad de los dos jóvenes. El tono cambia con el traslado al piso común, donde parece que los espacios cada vez se vuelven más pequeños y donde ella adquiere una presencia física inquietante. Flaca, esquelética, y de rostro inofensivo, deja el corazón en un puño cuando impide a su marido tocar al niño o en tareas, en principio, convencionales. Una imprevisibilidad, una angustia latente que se convierte en el gran acierto del largometraje. Un filme de crueldad sentimental que juega con el SNC del espectador, haciéndole retorcerse en su butaca. Una de las sorpresas destacables de estos últimos días. 75|100. | |

    Return to Ithaca

    Return to Ithaca

    Dirigida por Laurent Cantet.
    Reparto: Isabel Santos, Jorge Perugorria, Fernando Hechevarria, Nestor Jimenez.
    Francia, 2014
    SPECIAL PRESENTATIONS

    Laurent Cantet asombra con un espíritu increíblemente hispano, filmando las conversaciones en la azotea de un grupo de amigos cubanos que se reúnen para recibir a uno de ellos recién llegado de España. A lo largo de 95 minutos asistimos a una serie de diálogos, filmados con mucha naturalidad y sencillez, de corte fuertemente nostálgico sobre los recuerdos del pasado y el resentimiento del abandono, en una celebración que parece convertirse en catarsis para el grupo entero. Con un ligero trasfondo social que no evita hablar de la ilusión de la juventud cubana y del desencanto que los años han ido arraigando en cada uno de ellos, Cantet ejerce como un mero observador con notable capacidad crítico-analítica. No sólo ha sabido escribir un guión que transpire autenticidad, dando la sensación real de que uno está allí escuchando a personas de a pie contar su vida, sino que hace partícipe al público, o. por lo menos. pide su implicación en cada plano. Aún con su delicada melancolía, Retorno a Ítaca no es una película fácil. La entrada del espectador debe ser automática, pues hay poco a lo que agarrarse más allá de sus diálogos. Algún momento musical que ayuda a expirar la presión, con canciones como California Dreamin' o algunas de Serrat, y un bienvenido breve cambio de escenario a mitad del filme rompen la uniformidad; el resto es un conjunto que incluso podría concebirse como obra de teatro realista, donde los secretos emergen poco a poco a la tabla. No todo el mundo congeniará con ella pero es irreprochable la calidad de su guion y la buena dirección de sus actores. La exigencia en la atención de nos pide Cantet bien merece la pena. Debe ser una de las cintas europeas de la temporada. Los EFA esperan. 77|100. | |

    Gonzalo Hernández
    Enviado especial al Festival de Toronto 2014



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