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    Cine Alemán Siglo XXI

    5 razones para ver EL AMOR ES UN CRIMEN PERFECTO

    El amor es un crimen perfecto

    Hoy viernes 5 de septiembre es la fecha elegida para el estreno de El amor es un crimen perfecto en los cines españoles. Los hermanos Larrieu –Pintar o hacer el amor (2005), Los últimos días del mundo (2009)– llevan a la gran pantalla la novela Incidences, de Philippe Djian, y el resultado es un atmosférico y sensual thriller psicológico cargado de ambigüedad y con leves apuntes de humor negro. Sin duda, un trabajo muy recomendable que supone una inteligente alternativa entre tanto estreno comercial proveniente de Hollywood y una cita ineludible con los aficionados al cine francés más de autor. Pero si esto no pareciera suficiente, les presentamos las credenciales de uno de los grandes éxitos en Francia.

    El amor es un crimen perfecto propone una historia de seducción y crimen muy sutil, jugando  con la ambigüedad de los personajes y las relaciones que se crean entre ellos. La cinta huye en todo momento de la obviedad, salpicando de pequeños detalles una narración que avanza sin prisa pero sin pausa, atrapando al espectador en su elaborado juego de dobles identidades. Tanto los idílicos escenarios –esas nevadas montañas a medio camino entre Suiza y Francia donde parece que nunca pasa nada– como la costumbrista historia del profesor de literatura que se dedica a dejarse querer por sus jóvenes alumnas, esconden muchas más capas de las que parece a simple vista, y todas de lo más turbias e inquietantes. La violencia se respira en el ambiente pero nunca se muestra de manera gráfica en pantalla, por lo que estamos ante una propuesta mucho más psicológica y elegante de lo habitual en su género. Ni siquiera el sexo, tan presente en la historia, es utilizado de manera explícita, optando sus realizadores por la sugerencia. Por otra parte, la intriga está más cercana al maestro Claude Chabrol que a Hitchcock.



    El filme no se limita a ser el típico thriller criminal, ya que sus responsables lo han dotado de un sutilísimo humor negro muy de agradecer y, en el segundo acto, la película funciona también como romance imposible entre dos personas cuyos secretos dificultan que su historia de amor llegue a buen puerto. Una hábil mezcolanza de diferentes géneros que, por una vez, funciona como un reloj suizo (nunca mejor dicho).

    Un brillante prólogo nos pone rápidamente en situación. El profesor Marc lleva en su coche a una guapa alumna hasta su casa de las montañas, un lugar aislado del mundanal ruido que se presta a este tipo de relaciones prohibidas. Tras una noche de pasión, la muchacha amanece muerta en la cama. ¿Qué ha sucedido? ¿Estamos ante un asesinato?¿Una muerte accidental?¿Causas naturales? Lo cierto es que, a continuación, Marc aparece haciendo su vida normal como si nada hubiera ocurrido, al mismo tiempo que la chica es buscada por la policía. Los hermanos Larrieu se ganan la atención del espectador ya desde el mismo inicio, haciéndole partícipe del secreto que esconde el atribulado Marc.

    El amor es un crimen perfecto

    El personaje de Marc, un tipo en apariencia normal pero lo suficientemente inteligente e interesante para despertar pasiones entre las féminas que le rodean, le supone al francés Mathieu Amalric un auténtico bombón con el que lucirse interpretativamente. Sin duda, estamos ante uno de los mejores actores del cine europeo, con trabajos tan destacados como los de Munich (Steven Spielberg, 2005), La escafandra y la mariposa (Julian Schnabel, 2007), Quantum of Solace (Marc Foster, 2008) o La venus de las pieles (Roman Polanski, 2013). Un auténtico camaleón que en El amor es un crimen perfecto borda un papel con claras carencias afectivas y un acentuado desequilibrio mental que lo convierten, a partes iguales, en víctima y verdugo de las circunstancias. 

    Tres rotundas mujeres acompañan a la perfección al astro francés, en unos roles que no se quedan atrás en cuanto a secretos que esconder. La fascinante mirada de Maiwenn da vida a Anna, que aparece buscando respuestas sobre la desaparición de su hijastra y supone una oportunidad para el protagonista de vivir un romance otoñal y sosegado. La joven Sara Forestier personifica la carnalidad y el deseo como Annie, la obsesiva e insistente alumna de Marc, al que pone en serios aprietos con sus insinuaciones. La más reconocida Karin Viard es Marianne, la hermana de Marc con la que comparte casa. La ambigua relación de dependencia casi enfermiza entre ambos es otro de los puntos más sugestivos de la propuesta. Es una gozada disfrutar de estas tres bellísimas y talentosas actrices que complementan a la perfección el memorable trabajo de Amalric y ayudan a conformar la peligrosa fauna del filme.

    Ya lo sabe, si usted no es del tipo de público que acudirá en masa a ver la enésima versión de Hércules para lucimiento de los músculos de The Rock, prefiriendo dejarse embaucar por un sofisticado rompecabezas donde nada ni nadie es lo que parece, y que no minusvalora la inteligencia del espectador, esta es su película. El amor es un crimen perfecto confirma la buena salud del thriller francés, cantera de títulos que se convierten en carne de cañón para que Hollywood emprenda sendos remakes a partir de sus ideas. Eso sí, a los americanos les será difícil encontrar a un Marc más perfecto que el que aquí nos ofrece el inconmensurable Mathieu Amalric, alma y motor de la historia.

    CRÍTICA DE EL AMOR ES UN CRIMEN PERFECTO, POR JOSÉ MARTÍN.



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