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    Crítica | Líbranos del mal

    Líbranos del mal

    Diabulus ex Machina

    crítica de Deliver Us from Evil | Scott Derrickson, 2014

    Reconozco que me gusta el cine de terror digamos tontuno. En el ambiente adecuado y en el estado de humor correcto, el cine de susto, chillido, demonio y/o puñalada es uno de esos placeres que nadie debería perderse, aunque sólo sea para liberar un poco de estrés. Lo que no me gusta es que me tomen por tonta. Esto viene a cuento de mi anterior experiencia con el cine de Scott Derrickson, la (incomprensiblemente) muy alabada Sinister. Tuve la oportunidad de verla hará cosa de un par de años en el Festival de Sitges, precedida por unas palabritas de Derrickson, donde poco más o menos vino a decir que lo suyo era un “estudio de personajes” y no “una película estúpida con un argumento visto mil veces y donde se usa la música para asustar al espectador” (palabras más o menos textuales, hasta donde me alcanza la memoria). Comprenderéis mi cabreo al comprobar que la película protagonizada por Ethan Hawke era justamente eso: una historia que podría haber escrito un Stephen King en horas bajas —con escritor atormentado e irritante incluido— que no se corta un pelo en usar subidas de música, sonidos efectistas y hasta el muy manido plano final de “bicho-saltando-a-la-pantalla” para suplir sus carencias como historia de terror.

    Líbranos del mal, su cuarta película, va exactamente por el mismo camino. Hay un actor conocido al frente del reparto (en este caso, Eric Bana) que sirve para darle al espectador la sensación de “estás ante una película seria, esto no es Paranormal Activity”. Hay imágenes notablemente perturbadoras —puede que el único talento de Derrickson como director— rodadas en tonos apagados para aumentar el mal rollo. Hay un bicho malo malísimo que le hace la puñeta a los protagonistas. Y, por supuesto, hay música estridente, puertas que se cierran de golpe, ruidos extraños y todo el repertorio de sustos de barraca de feria trillados que alguna vez se hayan usado en el género. Todo ello envuelto en la parafernalia del “basado en una historia real”.

    Bana encarna a Ralph Sarchie, policía de Nueva York —y autor del libro en el que se basa el guión— con todos los tópicos del género: atormentado, con una mujer (Olivia Munn) y una hija (Lulu Wilson) a las que ignora, y hasta un compañero adicto a las emociones fuertes (Joel McHale). Cuando los dos intrépidos policías se encuentran en pocas horas con tres casos bastante más brutos y desagradables de lo que es habitual en un sitio como Nueva York, empiezan a mosquearse. Sólo faltarán las inscripciones en latín por las paredes, además de ciertos ruidos que sólo Sarchie parece oír, para acabar sumando dos más dos y decidir “nenes, llamemos al padre Karras”. Como Jason Miller hace un día o dos que pasó a mejor vida, han echado mano de Édgar Ramírez para encarnar al padre Mendoza, un sacerdote latino con pinta de malote, que fuma mucho, bebe mucho y hasta dice tacos.

    Líbranos del mal

    Lo que sigue son las locas aventuras superdivertidas del agente Sarchie y el padre Mendoza, o lo que es lo mismo, todos y cada uno de los tópicos del cine de terror de este principio de milenio en su variante con demonios y otras criaturas del averno. Ello incluye inscripciones chungas en paredes y cuerpos, muñecos chungos, planos desde el punto de vista de los personajes, pseudo found footage y gente hablando raro mientras ejecuta posturas que harían llorar al contorsionista más experimentado. Y me estoy dejando cosas en el tintero. Puede que a los más jóvenes del lugar les haga saltar de la butaca, pero probablemente cualquiera con más de 30 años y/o cuatro películas del género en su haber estará demasiado ocupado bostezando como para que ni la música chillona lo haga pegar un respingo. Eso cuando no esté partiéndose de risa con la utilización digamos creativa que Derrickson le da a las canciones de The Doors.

    Se me escapa entender cómo actores como Eric Bana, Joel McHale o Edgar Ramírez se han dejado convencer para participar en una película tan sonrojante como Líbranos del mal (teniendo en cuenta su presupuesto, dudo que les hayan puesto una millonada encima de la mesa). Se me escapa entender que haya gente que pueda verle “ideas interesantes” al cine de Scott Derrickson. Como divertimento descerebrado tiene un pase. Más o menos tanto como lo pueda tener Sharknado. | ● abyecta |

    Judith Romero
    redacción Londres


    Estados Unidos, 2014. Director: Scott Derrickson. Guión: Scott Derrickson y Paul Harris Boardman (basado el libro “Deliver Us from Evil: A New York City Cop Investigates the Supernatural”, de Ralph Sarchie y Lisa Collier Cool). Productora:Jerry Bruckheimer Films / Screen Gems. Fotografía: Scott Kevan. Música: Christopher Young. Montaje: Jason Hellmann. Intérpretes: Eric Bana, Édgar Ramírez, Olivia Munn, Chris Coy, Dorian Missick, Sean Harris, Joel McHale, Mike Houston, Lulu Wilson, Olivia Horton.


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