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    Crítica | Mejor otro día

    Mejor otro día

    En picado hacia ninguna parte

    crítica de Mejor otro día | A Long Way Down, de Pascal Chaumeil, 2014

    Nick Hornby se ganó un hueco en el corazón de muchos espectadores cuando en el año 2000 Stephen Frears, en uno de sus últimos grandes trabajos, estrenó Alta fidelidad. Una adaptación de la segunda novela del autor en la que —a diferencia de la primera que se hizo en 1997 de Fiebre en las gradas y traducida como Fuera de juego (1997) en España— no contó con la rúbrica en el guión del escritor británico. El filme de Frears ha acabado convirtiéndose, 14 años más tarde, en una cinta generacional de referencia. El reflejo de una juventud amante de la música y los deportes, emocionalmente desequilibrada y, en el caso de los personajes de Hornby, casi siempre irónica. Su cercanía a la cultura popular le ha convertido en un ente más de los muchos que pueblan esa peligrosa etiqueta del “POP” en la que se engloban personalidades como Diablo Cody o cineastas como Richard Linklater o Cameron Crowe. Ahora nos llega a España, con una potente campaña de promoción en marquesinas de autobuses capitalinos, el último trasvase del universo Hornby al cine. En concreto el de su quinta novela, En picado, la historia de cuatro personas que, en la celebración de la Nochevieja, coinciden en la misma azotea con un objetivo común: suicidarse. Las motivaciones de cada uno son diferentes. Martin es un conocido ex-presentador de televisión que se ha quedado sin trabajo y sin familia a raíz de que los medios airearan su lío con una menor, seguido de la consecuente denuncia y perdida de reputación. Por su parte, Maureen es una mujer de cierta edad, madre de un chico límite que necesita cuidados constantes. Jess, es una joven de 15 años que sufre mal de amores, y J.J es un chaval de veintitantos introvertido y reservado del que, hasta bien entrada la historia, no conoceremos detalles de su vida.

    Las historias de Hornby suelen contener buenas dosis de humor negro, mucho buen rollo y también algo de cinismo. El escritor tiene una picardía a la hora de plasmar la contemporaneidad de personas ordinarias que resulta muy cercana al público de sus relatos. No sólo se habla de música o chicas, sino de inmadurez y autocrítica. El autor otorga especial importancia a saber reírse de las imperfecciones de uno mismo, de su propia mezquindad. Es un concepto que en sus libros queda muy bien plasmado. Trazado a través de un lenguaje ágil y unas ideas claras, pero que a la hora de traspasarse al cine, pierde gran parte de su calado, dulcificando el contenido a manos llenas. Pasó con Fever Pitch (2005), de los Farrelly, y ha vuelto a pasar con En picado, traducida en España (en esas decisiones de evidente comercialidad) como Mejor otro día (2014). Un título que, en honor a la verdad, encierra la clave de la trama. Los cuatro suicidas han decidido postergar su propósito “de año nuevo”, hasta el próximo día de San Valentin. Uno de los días del año en los que los suicidios aumentan hasta un 25 % más. No es extraño, por tanto, que parte de los lectores que no tragan al escritor piensen que sus obras tienen tintes de autoayuda. El cine, en parte, tiene la culpa de haber dado ese reflejo. Y Pascal Chaumeil, cineasta de esta Long Way Down, ha seguido perpetuándolo. Su película destierra la acidez de una propuesta tan aparentemente negra como es esta, para optar por una ligereza de tono de una suavidad que parece menospreciar la idea original. Porque es eso exactamente. Uno observa con la sensación de que, al final, ni el director ni el guionista han sabido valorar lo que adaptaban.

    Mejor otro día

    El trabajo de Chaumeil causa indiferencia. No irrita, ni molesta. Tiene algún gag ingenioso, pero le cuesta horrores sacar una sonrisa. No es ágil en el humor, y las pocas veces que se muestra lúcida se lo debe más a sus actores que al trabajo de dirección. No todos están al mismo nivel, es cierto. Pierce Brosnan empieza a acusar gravemente el paso del tiempo y la ausencia de papeles jugosos. Es un actor al que se le tiene cariño, aunque no es un dechado de expresiones. Curiosamente la más beneficiada, aparte de una intachable Toni Collette a la que nunca se le puede reprochar un mal trabajo, es la jovencita Imogen Poots. Tal vez también por que su personaje es el más ácido de todos, y el más refrescante. Por lo menos es el que más complicidad provoca. Más incluso que un Aaron Paul que en esta película se ha puesto el piloto Jesse Pickman, aunque de forma justificada dada el tratamiento tan similar de su rol. De cualquier forma, el mayor hándicap aquí no es ni el tono, ni el ritmo (que de hecho es bastante ágil y se ve sin problemas) ni la falta de complicidad o chispa. Es el mal planteamiento que se ha hecho del libro. El punto de partida es interesante, pero el desarrollo, en pantalla, se vuelve inverosímil, difícil de creer. Todo parece dictado por las coincidencias y unas relaciones que, en menos de 10 minutos, han ganado una fuerza de confianza que cuesta creer en desconocidos tan distintos entre sí. Uno se queda fuera desde el principio, y aunque intuye el aroma de Hornby en el aire, éste se percibe adulterado, subestimado, y muy poco acertado. | ★★★★ |

    Gonzalo Hernández
    redacción Madrid

    2014. Inglaterra, Alemania. Título original: A Long Way Down. Director: Pascal Chaumeil. Guión: Jack Thorne (basado en la novela “En Picado” de Nick Hornby). Intérpretes: Pierce Brosnan, Toni Collette, Imogen Poots, Aaron Paul. Banda sonora: Dario Marianelli. Fotografía: Ben Davis. Productoras: Wildgaze Films, BBC Films, DCM Productions, Film4. Fecha de estreno oficial: 10 de Febrero de 2014. (Festival Internacional de Cine de Berlin).

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