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    Cine Alemán Siglo XXI

    Berlinale 2014 | Primera jornada. Críticas: «El gran hotel Budapest», «Kumiko», «Das große Museum» y «Nuoc (2030)»

    El gran hotel Budapest

    Notable apertura de la 64 edición

    Crónica de la primera jornada de la Berlinale 2014 | Críticas de El gran hotel Budapest, Das Grosse Museum, Kumiko & Nuoc

    La primera jornada en Berlin ha traído, ante todo, variedad. Comenzamos el día con una película de la Sección Forum, centrada en el mundo de los museos vieneses: Das Grosse Museum (The Great Museum). Continuamos con el plato fuerte del día, lo último del amigo Wes Anderson The Gran Budapest Hotel. Buen sabor de boca para la que ha sido la mejor película de esta primera entrega de festival, que tras un parón para reponer energías, nos comienza a ofrecer los platos dudosos de las distintas secciones. Primero Kumiko: The Treasure Hunter. División de opiniones ante lo último de los hermanos Zellner, directores experimentales estrenando su tercer filme en Berlin. Y terminamos con una de las últimas promesas del nuevo cine vietnamita, el director Minh Nguyen-Vo, que ya se dio a conocer en diversos festivales de Estados Unidos obteniendo cierto renombre con su anterior película: Buffalo Boy, y que se estrena en Europa con Nuoc (2030), fábula de ciencia ficción romántica bastante poco acertada, que ha constituido un broche algo decepcionante para terminar el día. Aunque ha habido menú para todos los gustos, la sensación general ha sido la misma: Buen comienzo, mal final.

    Das große Museum

    Das große Museum

    Austria
    dirigida por Johannes Holzhausen
    Fórum

    El documentalista austriaco, Johannes Holzhausen, abre la primera jornada del Festival en la sección Panorama, con el estreno de Das Grosse Museum (The Great Museum), investigación minuciosa y no carente de cierto humor y hallazgos visuales en torno al funcionamiento de un departamento de restauración de uno de los museos más representativos de Viena, el Kunsthistorisches, indagando en los procesos de organización centrándose en la preparación de una exposición dedicada, entre otros, a la pintura de los Hasburgo. Desde los estudios de marketing respecto al diseño de los pancartas y folletos promocionales, hasta los precios, beneficios, e incluso la pelea por la adquisición de ciertas obras de arte que completen las colecciones, dando lustro y caché frente a otros museos rivales de, cada vez, mayor peso.

    El director austriaco registra un ambiente clínico, frío, en ocasiones incluso absurdo en su rigidez de normas, y consciente de esa tradicionalidad, aprovecha para subrayar un discurso siempre interesante: la contraposición de este espíritu inalterable con otro más renovador y de aires modernos. Desde la sucesión en la dirección del museo, hasta la preferencia por una decoración que resalte la antigüedad del conjunto al introducir elementos de diseño nórdico muy vanguardistas, tales como lámparas de hierro forjadas a base de formas geométricas. Das Grosse Museum es un trabajo que encuentra su mejor baza en sus pequeños detalles. En la acertada elección por un tono que resalte el humor de ciertos momentos, en la buena composición de planos, y en las secuencias que, mediante el seguimiento de determinado personaje, ayudan a definir el espacio mediante un gran angular que casi siempre toma como referencia un punto de fuga muy marcado. Interesante propuesta documental sobre un backstage artístico que uno conoce poco. Sabe como resultar elegante evadiendo una solemnidad de contenido que, por el contexto, era muy fácil que acabara condenando el filme. | ★★★(68|100)

    El gran hotel Budapest

    El gran hotel Budapest

    The Grand Budapest Hotel
    Reino Unido / Alemania
    Dirigida por Wes Anderson (Moonrise Kingdom, Life Aquatic)
    Intérpretes: Ralph Fiennes, F. Murray Abraham, Mathiu Amalric, Adrien Brody, Saoirse Ronan, Tilda Swinton,
    Jude Law, Willem Dafoe, Harvey Keitel, Edward Norton, Jeff Goldblum, Owen Wilson, Jason Schwartzman, Lea Seydoux,
    Bill Murray, Bob Balaban.
    Premiere Mundial – Película de apertura

    Wes Anderson estrena por segunda vez en Berlín, tras Los Tenenbaums. Y, como era de esperar, lo hace siendo fiel a sí mismo. Su aparición en la Berlinale constituía uno de los primeros platos fuertes del Festival, y podemos decir con total tranquilidad que ha cumplido expectativas. Su última obra juega una carta difícil, documentar los cambios sociales vividos en Europa con la Segunda Guerra Mundial, a través del microuniverso de un conocido hotel de montaña regentado por Monsieur Gustave H, asiduo amante de todas sus clientas ancianas y millonarias. El punto de arranque lo marcará el asesinato de su última conquista, Madame D. cuyo testamento certifica que uno de sus cuadros más valorados, el titulado como “El chico de la manzana”, será para él. A raíz de eso, Anderson pone en marcha el entramado espídico de la película en una serie de persecuciones que involucran a la familia gangsteril de la fallecida, entre ellos un Willem Dafoe vampírico y de facciones poco menos que aterradoras, que será la némesis particular de Gustave, y su joven ayudante de recepción, Zero.

    The Gran Budapest Hotel es una obra pulida con mano detallista, inconfundible en su uso de la música, en la escenografía de fuertes aires teatrales, en la visualización del espacio como si de una casa de muñecas se tratara. Su última película es como un opus magna de todo lo que hasta ahora ha caracterizado su cine. Los ambientes cotidianos vistos desde una excentricidad tan afin a Anderson, los personajes extravagantes, con caracteres o fobias muy marcados que definen con exactitud unas caricaturas en el fondo muy humanas, o un leve toque poético que suele introducirse, casi siempre en el cine de Anderson, a partir de una relación amorosa o familiar, suficientemente desarrollada como para que no resulte simple, pero sin cargar demasiado las tintas en una solemnidad emocional que iría en contra de la ligereza a la que el cineasta se empeña siempre en atar todas sus películas. Aunque El Gran Hotel Budapest puede considerarse fácilmente su obra más completa en cuanto a que contiene todo aquello que hace a Wes ser Wes, definitivamente no es su obra maestra. Es un filme ligero, divertido, muy ágil, con unas filigranas de diseño artístico muy identificativas, con un cuidado cromático que ya es marca de la casa, y con la misma manía por vadear terrenos emocionales demasiado farragosos. En contraste, Moonrise Kingdom era mucho más nostálgica en su búsqueda de un mundo infantil donde las excentricidades del director por fin tenían un contexto en el que no desentonaban, centrando su mirada en dos niños que sólo querían crear su propio reino. Visto así, esta gran aventura histórica puede considerarse incluso medio paso atrás respecto a algunos de los hallazgos de su anterior trabajo. Valorándolo en el contexto de lo que nos ha dado este primer día de Festival, ha sido lo mejor de la jornada, y una buena carta de presentación para la Sección Oficial. | ★★★(80|100)

    Kumiko

    KUMIKO: THE TREASURE HUNTER

    Estados Unidos
    dirigida por David Zellner
    intérpretes: Kinko Kikuchi
    Fórum

    En la sección Fórum, dedicada al cine de vanguardia, trabajos de corte experimental, ensayos o paisajes cinematográficos poco investigados, se estrenaba una curiosa propuesta de dos directores americanos, los hermanos Zellner. Ambos cineastas habían tenido un recorrido a través del corto y el mediometraje experimental con diversas piezas colgadas en su web personal (zellnerbros.com) y no fue hasta su segundo largo que empezaron a llamar la atención de Festivales internaciones de peso. Kid Thing, fue su debut en la Berlinale de hace dos años, además de Sundance, lugares donde repiten por segunda vez consecutiva con su último filme: Kumiko: The Treasure Hunter. La historia de una chica japonesa solitaria (incontestable Rinko Kikuchi) que, desoyendo sus deberes familiares y profesionales, decide embarcarse en la búsqueda de un lugar donde ella cree que hay un tesoro. El mismo que Steve Buscemi desenterraba en la nieve en una escena clave de Fargo, de los Hermanos Coen, junto a una valla en mitad de una zona desértica y nevada del estado de Minnesota.

    Los Zellner construyen una película donde tienen cabida algunas de las obsesiones que hasta ahora han estado presentes en su cine. La búsqueda constante de algo que, por muy absurdo que sea, es necesario para sentirnos completos, la confusión entre realidad y ficción, y la idea algo infantil de huir del mundo reinventándolo, como si no fuera más que un juego de niños. Kumiko es así. Es un trabajo caótico, algo incoherente en su tono y sus formas. Sin demasiada lógica, ni demasiado centralizado. Comienza como un drama de tintes japoneses, pero acaba mutando en una criatura por la que ya han pasado el fantasma de los Coen e incluso un espíritu de road movie americana muy intenso y marcado. Contiene una variedad de estilos que descoloca. Tan pronto una secuencia es planteada desde la ligereza de una comedia medicinal, como visualizada desde la atmósfera de una tensión asiática muy afín al terror japonés. Sí, Kumiko: The Treasure Hunter es poco clara, pero contiene una idea poderosa y de fuerte calado cinéfilo. La idea del cine como vía de escape, aun a costa de sacrificar la propia realidad del mundo. | ★★★(65|100)

    Nuoc (2030)

    NUOC (2030)

    Vietnam
    dirigida por Minh Nguyen-Vo
    intérpretes: Quynh Hoa, Hoang Tran Minh Duc, Kim Long Thach, Hoang Phi Tran
    Panorama

    La jornada de hoy se cerraba con Nuoc (2030), una cinta vietnamita catalogada como “ciencia ficción romántica” que, a partir de las premisas de un calentamiento global que ha convertido el planeta en un mundo acuático, traía a la mente reminiscencias de otro filme bastante desafortunado que también intento hacer algo parecido: Waterwold. Aunque en esencia ambas películas sean muy diferentes, lo cierto es que a ninguna de las dos le ha valido la excusa. Aquí se nos cuenta la historia de una mujer casada (de nombre Sua) que decide descubrir la verdad acerca de la muerte de su marido, ahogado en el mar en extrañas circunstancias. Estructurada en dos partes que cuentan la relación de Sua con dos hombres diferentes, Nuoc (2030) se pierde en trascendentalismos. En un monocromatismo un tanto insulso y una banda sonora de disonancias brutalmente poco efectivas.

    A pesar de todo hablamos de un director, Minh Nguyen-Vo, que ya en 2004 pasó con éxito por festivales como el de Locarno y Chicago, ganando el Premio del Jurado Joven y el Silver Hugo respectivamente, con su anterior película Buffalo Boy, obra que ya adelantaba ideas y conceptos de Nuoc (2030): un mundo donde el agua rige y condiciona la vida de la gente. A este respecto, debemos decir que los intereses ecológicos del director no son puntuales. Su filme se podría emparentar con cierta corriente cinematográfica de producciones baratas que abogan por un contenido cuyas historias, en un nivel u otro, apelan a algún aspecto que tenga que ver con el maltrato que el hombre ejerce al medio ambiente, introduciendo un componente amoroso de algún tipo que amenice y justifique cierta empatía con los personajes, inexistente en Nuoc (2030), una propuesta sin poso alguno y con poco que ofrecer. | ★★★(30|100)

    Gonzalo Hernández
    envíado especial a la 64ª edición del Festival de Berlín

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