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    Crítica | La máquina de la muerte de Khmer Rouge

    La máquina de la muerte de Khmer Rouge, de Rithy Panh

    El cénit de la crueldad

    crítica de La máquina de la muerte de Khmer Rouge | S-21, la machine de mort Khmère rouge, de Rithy Panh, 2003

    Entre la suma de hambruna y los asesinatos, el genocidio camboyano provocó 7 millones de pérdidas humanas entre 1975 y 1979, uno de los más cruentos episodios de toda la historia moderna. La máquina de la muerte de Khmer Rouge es un duro documental realizado hace una década por Rithy Panh y basado en los hechos acontecidos durante esta franja por los Jemeres rojos en el Centro de detención y torturas S-21, ubicado en el centro de Phnom Penh, capital de Camboya. Otrora una escuela secundaria, convertida en núcleo de exterminio en manos del líder del régimen Pol Pot y el Khmer Rouge (Jemeres rojos en francés, la organización guerrillera camboyana tras la caída del Phnom Penh), en este centro fueron interrogados, mutilados y asesinados 17.000 prisioneros, una cifra escalofriante con una cifra de supervivientes ínfima y todavía más escalofriantes, pues sólo tres salieron de allí con vida. Este indispensable documental, 27 años más tarde de tal cruenta desgracia reúne a dos de estas víctimas junto a varios sus carceleros torturadores, a fin de realizar un análisis exhaustivo de la masacre que en nombre del Khmer Rouge se perpetuo en Camboya mediante el asesinato masivo, las violaciones y abusos y las torturas indiscriminadas sobre gente inocente. La máquina de la muerte de Khmer Rouge es una radiografía del salvajismo deshumanizador, de la frialdad aterradora que insufla el abuso de poder, y del despojo absoluto de ética como recurso fundamental que los totalitarismos emplean para lavar el cerebro de sus “súbditos” y así llevar a cabo aniquilaciones en masa; lo que se da en llamar “sistema de anulación de la conciencia”.

    Indagando previamente en la base histórica de esta meritoria obra documental, las primeras causas del genocidio camboyano se fundamentan en la formación de la Kampuchea Democrática, un régimen totalitario de gobierno que con apariencia de República Popular de inspiración maoísta, fundó en la práctica un sistema económico agrario de tipo radical, que requería destruir por entero la civilización urbana “burguesa” y recuperar la cultura ancestral camboyana, lo que se dio en llamar Camboya Año Cero. Así, la despótica dirección del líder Pol Pot persiguió la consigna de la llamada “búsqueda del enemigo interno” en la población civil, que vivió una pesadilla auténtica en la que se vio deshumanizada, vilipendiada y torturada hasta la extenuación. Este documental sencillo pero valiente, cercano y valiosísimo no se sirve de recreaciones ficcionales a modo de flashbacks, ni de voces en off, ni de otros elementos narrativos, sino que el eje conductor son las entrevistas e interacciones entre torturadores y víctimas, reviviendo los protocolos de detención, interrogatorio y asesinato, y mostrando las fotografías y documentos reales pertenecientes a la tragedia.

    La máquina de la muerte de Khmer Rouge, de Rithy Panh

    En la prisión S-21, código para denominar su nombre completo, Tuol Sleng, las barbaridades eran infinitas y reducían a sus prisioneros a algo mucho peor que animales, a polvo, a inmundicia, a un saco de órganos sostenido por un esqueleto cansado de sufrir. Para la “justificación” de la detención de cada víctima, se precisaba una confesión “voluntaria” de su “traición” (el abuso de las comillas es aquí una exigencia), y en esa hipócrita empresa diferentes grados de tortura iban siendo aplicados in crescendo. Vendajes en los ojos, esposas y grilletes, ausencia de alimentos, abusos sexuales, golpes en la nuca, degollamientos, hediondas fosas comunes, patadas a cadáveres y una larga serie de horrores son descritos de manera aséptica por los ex torturadores, haciendo gala de la insensibilización que a su juicio, les vino impuesta de forma ineludible por el Angkar o partido del régimen, y que a juicio de las dos víctimas supervivientes, es una aberración que denigra a la condición humana. Las torturas tenían como fin la confesión de la culpabilidad del prisionero, ya que, según afirmaba uno de los guardias: “cuando teníamos las respuestas, los matábamos a todos”. El documental narra sin frialdad, sin distancia, pegado a la cara buena y a la cara mala del crimen, sin medianillas, sin escenificaciones, porque sólo los testimonios en si mismos son capaces de ponernos los pelos de punta y sentir una pena imborrable por la población civil asesinada, como en muchos otros genocidios paralelos, “en nombre de”. En definitiva, La máquina de la muerte de Khmer Rouge un documento audiovisual imprescindible para conocer la escalofriante historia del genocidio camboyano y rendir homenaje a la memoria de sus víctimas, además de subrayar el peligro de la alienación y la anulación total de la conciencia que sobre sus individuos inyectan los regímenes totalitarios y dictatoriales. ★★★★

    Andrea Núñez-Torrón Stock
    redacción Galicia | enviada especial al Festival Cineuropa de Santiago de Compostela

    Camboya, 2003, S-21, la machine de mort Khmère rouge (S21: The Khmer Rouge Killing Machine). Director: Rithy Panh. Guión: Rithy Panh. Productora: Coproducción Camboya-Francia; Institut National de l'Audiovisuel (INA). Música: Marc Marder. Fotografía: Prum Mesa, Rithy Panh. Presentación: 2003: Cannes: Premio François Chalais. 2004: Festival de cine independiente de Buenos Aires: Premio Derechos Humanos.

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