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    Crítica | Lesson of the Evil

    Lesson of the Evil

    Let the show begin!

    crítica de Lesson of the Evil | Aku no kyôten, de Takashi Miike, 2012

    Lesson of the Evil empieza con la elipsis de un asesinato al ritmo del “Die Moritat von Mackie Messer”, la pieza original en alemán de la ópera escrita por Bertolt Brecht. La música guía los pasos de un adolescente desnudo dispuesto a dar fin a un matrimonio que se lamenta en la habitación contigua. El diálogo que mantienen parece arrojar algo de luz al tortuoso pasado de ese presunto agresor al que no le vemos el rostro. Se abre una puerta e inmediatamente se corta el plano hacia el contrapicado de una antena sobrevolada por dos cuervos. De vuelta al presente Miike nos emplaza a un instituto donde unos profesores debaten acerca del mejor modo de combatir las “chuletas” del siglo XXI durante los exámenes, gracias a las nuevas tecnologías y posibilidades que proporcionan los móviles personales. Capitalizando la atención de la reunión se encuentra Hasumi Seiji (Hideaki Itô), un joven y admirado profesor de inglés de misterioso pasado el cual parece convertirse en el eje del relato. A su alrededor, unos adolescentes con las hormonas revolucionadas.

    La sobriedad formal expuesta en los primeros minutos de este trabajo de Takashi Miike, sin embargo, aparece contrapuesta al desarrollo de acontecimientos que desemboca en su delirante final. Pero para llegar ahí existe un camino, y es aquí donde reside el verdadero interés de la propuesta del prolífico director japonés. Miike raciona la información sobre el personaje del profesor, su personalidad y utiliza el espacio como elemento definitorio del personaje. Poco a poco Seiji va revelándose ante el espectador como un ser cada vez más oscuro, ambiguo y manipulador, siendo su casa, un edificio vacío, gris y ruinoso, el lugar donde la naturaleza del personaje se manifiesta en toda su inquietante magnitud. Cuando la situación explota y los acontecimientos se descontrolan por una serie de hechos encadenados, explota también tanto la naturaleza de su personaje como las verdaderas posibilidades e intenciones que Miike otorga al relato. En este sentido, no es casual que Lesson of the Evil sea una película llena de anglicismos. No tanto porque se justifique en el hecho de que Seiji sea un profesor de inglés (algo que tampoco es casual, como tampoco lo es el flashback que repasa la estancia del personaje en los Estados Unidos), como por acentuar parte del discurso que subyace bajo las imágenes de la película. De hecho, Miike no tarda en desvelar la verdadera identidad de aquel adolescente del prólogo, porque el juego planteado por el director está lejos de seguir por ese sendero. Primero con la ópera de Bertolt Brecht, en forma de música extradiegética o propiamente tarareada por el propio Seiji antes del estallido final. Segundo por la presencia de los dos cuervos que también veíamos en el prólogo y que el personaje atribuye a las figuras de Hugin y Mugin, los cuervos consejeros de Odin. Y tercero por la cada vez más inquietante personalidad del profesor.

    Lesson of the Evil

    Y no solo eso. La acusada presencia de elementos occidentales que forman parte tanto de los rasgos definitorios del propio personaje del profesor (la ópera de Brecht, la obsesión con la mitología nórdica, el jazz norteamericano, la cultura pop occidental…) como de esa nueva generación de adolescentes japoneses (la decoración en forma de túnel del terror de ese instituto que elaboran esos mismos jóvenes alumnos), no viene sino a reflexionar sobre la decadencia, la perversión y el desmoronamiento de la sociedad occidental. Que los acontecimientos finales nos retrotraigan tanto a episodios recientes acaecidos en los institutos de EE.UU. o el triste episodio de la isla noruega de Utoya, vienen a reforzar una idea en la que el humor negro no deja de tener cabida, como puede ejemplificar el simbolismo de ese astronauta de cartón piedra cayendo al suelo durante el dilatado clímax final o un desatado y sangriento pasaje orquestado a ritmo de jazz. E incluso yendo más allá, Miike, en un clima de violencia y tensión dosificado in crescendo, acaba por adoptar progresivamente las fórmulas propias de Hollywood, aplicadas a la narración de unos acontecimientos llenos de incorreción política: desde la banalización de la violencia más reprobable, pasando por ciertos efectismos visuales (el plano CGI de los perdigones de una escopeta cruzándose con una flecha disparada) hasta llegar a la puesta en imágenes de ese show final que parece absolutamente fuera de lugar, incluyendo el tema musical que da pie a los títulos de crédito finales y la mofa del cliffhanger.

    Lesson of the Evil

    Sin embargo, aunque el delirio y el exceso se adueñen del tramo final de la película y nos recuerden la personalidad del director que se encuentra detrás de las cámaras, no es menos cierto que, a pesar de todo, las imágenes de Lesson of the Evil permanecen en todo momento bajo control. Y aunque antes hacíamos referencia al contraste de tono entre los minutos iniciales y finales del film, a nivel formal Miike mantiene en todo momento (salvo efectismos aquí justificados en parte) la sequedad expositiva y cierta sobriedad desprendida del principio, optando por desechar progresivamente un recurso como la elipsis en vistas a mantener la coherencia con el discurso planteado. Sin concesiones, Miike va dejando sin salidas al espectador, optando por una planificación que recurre muchas veces al distanciamiento mediante el plano fijo general. Una sensación incómoda que evita el poder empatizar con ninguno de los personajes que pueblan la trama de la película, yendo de la repulsión del agresor a la absoluta indiferencia del agredido. El descontrol y la furia fílmica del Miike más conocido aparece mutada hacia terrenos mucho más reflexivos y maduros, cuyos arrebatos más caprichosos parecen responder a esa idea ya apuntada sobre la contaminación circense del Hollywood más rancio. En cualquier caso, Lesson of the Evil aparece como una de la más interesantes y estimulantes propuestas de un autor cuya trayectoria evolutiva parece tender hacia el reposo formal y discursivo que, veremos, lo que nos puede deparar en el futuro. ★★★★★

    Daniel Jiménez Pulido.
    Redacción Barcelona.

    Japón, 2012. Título Original: Aku no Kyôten. Director: Takashi Miike. Guión: Takashi Miike (basada en la novela de Yûsuke Kishi). Productora: Bungeishunju / Dentsu / Nippon Shuppan Hanbai (Nippan) K.K. Fotografía: Nobuyasu Kita. Música: Kôji Endô. Montaje: Kenji Yamashita. Intérpretes: Hideaki Itô, Takayuki Yamada, Shôta Sometani, Ruth Sundell, Fumi Nikaidô, Kento Hayashi, Howard Harris, Erina Mizuno, Rena Kanzaki, Yukino Kishii. Presentación oficial: Festival de Roma 2012.

    Lesson of the Evil poster
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