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    Crítica | Marfa Girl

    Marfa Girl

    EL SENTIR DE UNA PEQUEÑA LOCALIDAD

    crítica de Marfa Girl | Larry Clark, 2012

    Las últimas noticias que teníamos de Larry Clark como cineasta se remontan a Impaled, su segmento para la película Destricted (Varios directores, 2006), donde contaba los pormenores de un casting porno. Pero de repente aparece en la pasada edición del Festival de Roma con esta Marfa girl, anunciando novedades además. La película, que se alzó con el máximo premio de la competición italiana, sólo se exhibiría en pantalla grande en susodicho festival. Desde ese momento, sólo estaría disponible en su página web por una pequeña cantidad. La enésima prueba de que Clark, de 69 años, sigue siendo uno de los cineastas viejos más jóvenes de espíritu. Conectado a la juventud, sus métodos y maneras. En su faceta como fotógrafo siempre tuvo interés en el cuerpo adolescente en movimiento. Skaters, surfistas y demás fauna callejera rezumaban belleza ante su objetivo. Y por lo tanto la polémica le ha acompañado siempre. Acusado de pornógrafo, viejo verde o provocador, es indudable que su destacada filmografía sacude a la audiencia. A veces por impacto. Otras de forma más sutil, esa culpa por no saber qué pasa con las generaciones de menor edad. Es fácil despreciar sus películas. Tacharlas de postales calenturientas y efectistas, pero el camino más estimulante, el que vamos a tomar, es el de escarbar en la superficie para ver si algo merece la pena.

    Marfa girl supone un variación de las clásicas historias de Larry Clark. El interés no cambia demasiado: adolescentes, sexo, la apatía de sus vidas, los adultos sin rumbo, alguna expresión artística. Pero por primera vez el director de la notable aunque algo sensacionalista Bully (2001) hace que la ciudad donde se enmarca la acción tenga también importancia. Lo que antes eran urbes cualquiera, es en esta ocasión un grupo compacto de lugares para transmitir un sentimiento. Marfa es una ciudad texana donde la policía fronteriza tiene un cuartel general. Y por lo tanto campa a sus anchas. Los jóvenes latinos locales son el blanco de su trabajo, aún sin haber hecho nada. Clark usa un pequeño mosaico de personajes con el joven Adam como denominador común para convidar cómo es vivir en la ciudad. Una ciudad donde todavía se permite azotar a los alumnos en el instituto. Donde hay un toque de queda. Donde la parte espiritual heredera de la tradición latinoamericana está también presente (las escenas con la curandera son hipnóticas, muy relajantes). El argumento por lo tanto es sencillo, que no simplón. Adam será nuestro guía por la ciudad el día de su cumpleaños y los siguientes, mientras un agente de policía de inestable psique (un eficaz y valiente Jeremy St. James dando vida al cliché) tiene su ojo echado en esa familia.

    Marfa Girl

    La buena mano para la composición del encuadre de Clark está presente, que por algo es un fotógrafo de renombre. Y es que algunos planos son particularmente bellos. La luz que capta el hermoso trabajo del director de fotografía David Newbert es cálida y sensual, perfecta para reflejar la voracidad sexual de los personajes del director de Tulsa. Pero a diferencia de sus anteriores trabajos, aquí no se quiere transmitir la idea del sexo como elemento de destrucción o arma. Ni SIDA, ni complot para un asesinato, ni orgías adolescentes... aquí hay un elemento de naturalidad. De no condena. Y de libertad absoluta, por supuesto. Los polvos están rodados con la mínima intervención de la cámara. Nada de elaboradas coreografías o primeros planos, los actores trabajan con rapidez y imprimen pasión al deseo de sus personajes. En esta línea de libertad brilla el mejor personaje de la cinta, la Marfa girl del título. Una joven artista que trabaja con una beca en la ciudad. De mentalidad abierta y ningún pudor, supone un contraste de lo más interesante. Clark se sirve de ella para verbalizar algunos debates eternos: 1) la promiscuidad de una mujer es vista socialmente como algo negativo y la de un hombre como signo de poder. Esta chica se folla a medio pueblo y lo hace con la cabeza bien alta, disfrutando de lo que cada uno de esos encuentros le da física y artísticamente; 2) es muy fácil preocuparse de la situación de los inmigrantes en una ciudad fronteriza cuando se es una chica blanca y rica. La falsa ingenuidad con que Drake Burnette la interpreta ayuda a ganarse al espectador de entrada. Aunque es un personaje condenado a despertar simpatías y odios por su conducta.

    Es una pena que el director use los matices solo con ese personaje. El resto es un poco de brocha gorda y previsibilidad argumental. Lo mejor y lo peor del cine de Clark está presente en Marfa girl. Las intenciones son loables, pero el carácter sensacionalista del director acaba emergiendo. Y aunque no de forma tan explícita como en sus otras películas, existe una ola profunda de moralismo bajo la superficie. Hay un embarazo como castigo a la ignorancia. Un intento de violación como pérdida definitiva de la inocencia. Conforme se acerca el desenlace, se percibe claramente lo que el policía perturbado pretende. No se sale del arquetipo. Como típica es también la escena del colocón de los guardias con la Marfa girl, porque Clark recurre a unos sobados recursos visuales para mostrar los efectos de las drogas. Y previsible es la resolución del asunto. Clark aplica un realismo social mal entendido a su historia, que acaba convirtiéndose en un unidimensional cuento de racismo y de brusca entrada en el mundo adulto. El reparto, mezcla de actores profesionales con no-profesionales, cumple con eficacia su cometido pero sin lograr superar la endeblez de muchos de los personajes. Queda entonces una película hecha para evidenciar una dura realidad. Escrita desde la rabia. Con evidentes ganas de incordiar pero también de vincularse con los jóvenes, de ofrecer algo con lo que se puedan sentir identificados. Hablarles de esa difícil etapa con las perspectiva que dan los años. Esa ha sido siempre la misión última del arte de Larry Clark. Lástima que el resultado no iguale el objetivo. ★★★★

    Adrián González Viña.
    crítico de cine.

    Estados Unidos, 2012, Guión y dirección: Larry Clark. Música: Bobby Johnston. Fotografía: David Newbert. Productora: Marfa Productions. Reparto: Adam Mediano, Drake Burnette, Jeremy St. James, Mary Farley, Mercedes Maxwell, Indigo Rael, Tina Therese, Jessie Tejada, Richard Covurrubias, Lindsay Jones. Presentación: Roma 2012 (mejor película).

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