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    Crítica en serie | Hannibal (1x10)

    Hannibal 1x10

    MENTES CONFUSAS

    crítica del décimo capítulo de Hannibal, “Buffet froid” (1x10)

    NBC | EEUU, 2013. Director: John Dahl. Guión: Andy Black & Chris Brancato & Bryan Fuller. Creador: Bryan Fuller. Reparto: Hugh Dancy, Mads Mikkelsen, Laurence Fishburne, Hettiene Park, Scott Thompson, Aaron Abrams, Ellen Muth, John Benjamin Hickey. Fotografía: James Hawkison. Música: Brian Reitzell.

    Una joven ha sido asesinada y su cara brutalmente rajada. Will sigue perdiendo tiempo hasta implicarse demasiado en la investigación, para preocupación de Jack. Hannibal recurre a un viejo amigo neurólogo para tratar de comprender el problema del agente especial.

    Will Graham es un ser humano complejo. Y enfermo. Y el estupendo capítulo de esta semana ha dedicado su tiempo a acercarnos a esa personalidad tan interesante y cambiable, a comprender mejor al protagonista de esta historia. Porque aunque la serie se titule Hannibal, está claro que Bryan Fuller tiene un mayor interés que el de retratar la psique del caníbal, y es analizar la relación entre éste y el que el espectador sabe será su némesis. Una relación desigual porque el doctor Lecter lleva siempre ventaja. Es más inteligente, menos inestable y tiene una visión global de lo que está en juego -sólo hay que ver el flashback de Georgia Madchen para comprobar esto último-. La frialdad de sus acciones le confiere el control. Will es su objeto de estudio favorito, y se entiende perfectamente su fascinación por el agente especial, que además sigue sus indicaciones con fe ciega porque confía en su “amigo”. En el episodio anterior se introdujo un nuevo síntoma, la pérdida de tiempo. Will pasaba de un instante a otro en un suspiro, dejando horas por el camino. Como todo síntoma de una enfermedad sin tratar, ha ido a peor, y Fuller y sus co-guionistas Andy Black y Chris Brancato, con la inestimable ayuda del director John Dahl, aprovechan para levantar instantes de legítima tensión y eficaces sustos. El prólogo es impecable en este sentido, construyendo poco el desasosiego y cerrando con un clásico sobresalto. La serie, que definitivamente crea las mejores atmósferas de la televisión actual, suele destacar al ofrecer momentos inquietantes, pero hasta ahora ningunos tan aterradores como lo de Buffet froid. Cuando Will recupera la conciencia sobre donde está, tras el primer salto, su histeria es nuestra histeria. Un gran susto, sin duda. Seguido de una de las más tiernas -dentro de su brusquedad- conversaciones de estos 10 capítulos. Jack se preocupa por estar haciéndole a Will más daño del que éste pueda asumir, así que le declara no solo su amistad sino su condición de confidente. Es “su roca”, ante las arenas en las que el agente especial camina. Es bueno ver que Jack aprende de sus errores y sabe mantener la perspectiva en una situación delicada.

    Hannibal 1x10

    Ayuda mucho a crear esa tensión del episodio la escalofriante villana, que trae consigo una fascinante historia tanto dentro como fuera de la pantalla. A saber, la asesina está interpretada por Ellen Muth, una nueva presencia del universo Fuller en Hannibal en cuanto que Muth era la protagonista de su mejor trabajo, la maravillosa comedia negra Tan muertos como yo (2003-2004). En esa serie, Muth interpretaba a Georgia Lass, una joven que moría en el piloto y desde entonces, con otra identidad, se dedicaba a marcar a la gente que iba a morir antes de hacerlo. Lo cual nos retrotrae a este episodio, donde Georgia Madchen sufre el Síndrome de Cotard, una enfermedad mental donde el afectado cree estar muerto (tanto figurada como literalmente), sufrir la putrefacción de los órganos o simplemente no existir. Ambos personajes comparten condición, así que la conexión es interesantísima. El propio Fuller dijo hace unos meses sobre su cameo que “...era una oportunidad de deconstruir nuestro anterior trabajo de una forma inesperada. […] Su personaje tiene el mismo nombre y es una reinterpretación del anterior personaje, y, de una forma, era como mezclar Tan muertos como yo y Mulholland Drive (David Lynch, 2001).” Esto explica la conexión entre Will y Georgia, una relación similar a la que crean el monstruo que se oculta bajo la cama con el niño asustado que lo imagina, una proyección de todo aquello que no quiere ser. Pero esa no es la única sorpresa que presenta el capítulo, plagado de momentos ricos en sustrato y sin apenas molesto relleno. El doctor Lecter, manteniendo su control sobre Will, le miente sobre su enfermedad y hace que su mayor miedo se confirme. Pone en marcha así un experimento que involucra las ansías de gloria del ser humano -algo parecido a lo que ya hizo Lecter en Entrée (1.6) con el doctor Chilton-, del que se eliminan brutalmente las piezas innecesarias hasta que las circunstancias se combinan favorablemente y Hannibal sale triunfante. Sin rastro de su presencia. Un recuerdo borroso en el mejor de los casos. ¿Cuál es el objetivo final del doctor? Si el objetivo final de Fuller es valerse de los códigos del policíaco clásico para mutar la fórmula, algo está logrando. Acaba de obtener una segunda temporada, 13 nuevos capítulos para seguir explorando retorcidas psiques. Esperemos que todos sean tan buenos como éste. ★★★★

    Adrián González Viña.
    crítico de cine & series de televisión.

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