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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | A todo gas 6

    A todo gas 6

    ANTIHÉROES EN ESTADO VEGETATIVO

    crítica de A todo gas 6 | The Fast & the Furious, Justin Lin, 2013

    Ha pasado más de un siglo desde que Albert Einstein formulara su celebérrima teoría de la relatividad. Cien años de absoluta vigencia, en los que tan sólo tres o cuatro mentes se han arriesgado a refutar, no sin respeto y cierta timidez, la anti-Arcadia de ese alemán proscrito. Nunca hubo suerte, nadie encontraba fallas en su argumentación. Hasta hoy. Porque hoy, al fin, el pollo con arroz y los batidos de proteínas y las inyecciones de esteroides se han impuesto al empirismo de la ciencia; el bíceps, y no el cerebro, es el músculo más valioso para dos hombres que además de unir —y cruzar— estrategias en una misión redentora, cumplen fibra por fibra los mandamientos del cine de acción estólido, cuyo común denominador es bastante ingenuo: más es más, y si quieres restar, mejor ve cavando tu propia tumba. No hay respiro en la tierra del tuning, donde ladrones y polis enfrentan a un villano que no inquieta ni genera la mínima preocupación entre ese grupo de pilotos ajenos a la ley y alejados forzosamente de su hogar, como Einstein durante el ascenso del nazismo. De nuevo, gravitamos alrededor de una idea: si faltan recursos narrativos, o directamente una historia que contar, nada mejor que la pirotecnia y la hostia sin contemplaciones. El campo de tipos —nada de “intérpretes”— como Vin Diesel y Dwayne “The Rock” Johnson, viejo fantasma de las arenas en El regreso de la momia y protagonista del obligatorio e (im)pertinente spin-off, que ya desnudaba las cualidades de un actor nefasto, impedido, sin ningún talento para hilar dos frases seguidas, digno merecedor de su apodo, una roca paseándose por el backstage. Todo ello después de alcanzar la cima del show business en la aclamada WWF.

    En cambio, Vin Diesel es otro asunto: puede advertirse el esfuerzo en esa sonrisa lánguida que de tanto en tanto muestra en sus planos cortos. Sabedor de sus limitaciones, intenta ofrecer su mejor versión en cada película. O en su defecto, la forma de potenciar su marca, a fin de cuentas un estilo propio. Oblicuo, sí. Mediocre, también. Pero muy personal. Ciertamente resulta fácil rechazar a un hombre que, a simple vista, parece un Mini-Yo ciclado, con camiseta de tirantes blanca y cruz ampulosa. Y, sin embargo, A todo gas 6 consagra a Vin Diesel como la mejor adaptación de Vin Diesel. Buen síntoma para los fans de esta interminable franquicia. Y no acaban ahí, puesto que Paul Walker también me recuerda cada vez más a la fotografía del primer Paul Walker, salvo por los típicos surcos que traza la experiencia. Ahora es padre y vive tranquilo en las Islas Canarias, junto a su mujer y su socio Toretto, quien amanece al lado de una rubia que nos llama poderosamente la atención por ser la única española que vive en esa playa subtropical (no obstante, luego asomará un ejército español recién salido de Arizona, o tal vez de Texas). Se llama Elsa Pataky, aunque podría figurar con cualquier otro nombre: la diferencia hubiera sido imperceptible de cara a su promoción en el mercado hispanohablante.

    A todo gas 6

    Rebobinemos hasta el último fundido: la historia que nos acontece es anterior a Tokyo Race. El grupo se disolvió definitivamente tras el memorable golpe de Río de Janeiro. Ninguno puede pisar suelo americano. Entre tanto, la mujer del indomable Toretto (Michelle Rodríguez) murió calcinada en un accidente de coche, o eso creímos al ver esa secuencia —aquí ofrecida a modo de flashback— que desembocaba en el margen derecho de la carretera. Ahora cada uno intenta vivir a su ritmo: vida familiar, lujo de altos vuelos, proyectos amorosos, retiros semiparadisíacos y ostensiones de Robin Hood se funden con la áspera intervención de La Roca, que reúne a la cuadrilla para llevar a cabo la caza y captura de un exmilitar que pone en jaque a los servicios secretos de Estados Unidos y, por tanto (ejem), la seguridad de medio mundo. ¿Por qué hablar de clichés que se repiten? Ahí reside, supongo, la atracción por este subproducto que lejos de mostrarse agotado, finaliza con otro comienzo. O sea, marcando el punto y aparte en la ya pródiga saga. Desde cualquier ángulo, A todo gas 6 es un dislate insostenible. Su director, Justin Lin, carece de una habilidad muy subvalorada en Hollywood: la sutileza para describir con el movimiento y expresar con la escala del plano; la inteligencia y la concreción del diálogo justas para generar una cierta proximidad con los protagonistas; la exactitud de un montaje que no encadene movimientos de cámara superfluos, que no aportan, que sólo transmiten pereza y frialdad.

    Dos deportivos bordean un acantilado lleno de chicanes, a cada cual más estrecha. Se adelantan una y otra vez, juegan a medirse mutuamente, como en los viejos tiempos. Gasolina en combustión desde las alturas, sobre el océano que desgasta las mismas paredes que siluetean ahora los bólidos. Una coreografía nostálgica. Doce años después del primer saludo, Brian O’Connor y Toretto están más unidos que nunca. La familia crece en el paraíso improvisado de las Islas Canarias. Luego, cerca del final, surge algo insólito, casi inenarrable: todo lo que nos habían contado era mentira. Newton mintió al contar la historia de la manzana. Obviamente ésta cayó y le golpeó en su genial cabezota, pero también es cierto que tardó unos segundos extra en impactar. Sucedió al ralentí. Ahora lo descubrimos gracias a Vin Diesel, que echa por tierra un siglo de estudios. En la escena más hiperbólica que recuerdo, el terrorista intenta huir en un tanque a lo largo —y ancho, pues la mediana no es obstáculo suficiente— de una larguísima recta, mientras Toretto coge el rebufo desde el carril contiguo aunque en dirección contraria, y la amnésica Letty Ortiz sale al exterior para desenganchar un coche que arrastran consigo y que ejerce de preocupante ancla del tanque. Y aun cayendo sin cuerdas, lentamente al vacío —para entonces se hallan en mitad de un puente— tras el impacto del armatoste contra la hueca mediana, Toretto se erige en valiente de la obra. Se estrella frenéticamente contra el muro y a continuación vuela como un águila (o un sapo) hacia su víctima. La distancia y la cabriola son mareantes, convierten la hazaña en una torpe caricatura estratosférica. El placaje del stuntman supera con creces toda expectativa y yo, sensible a la sobrecarga audiovisual, me llevo las manos a los ojos para comprobar que siguen en su sitio. De repente, la platea estalla en aplausos. Una ovación cargada de risas irónicas (intuyo que no son pocos los que han alcanzado el éxtasis). La imagen persistirá en el top de las mejores jugadas de la NFL. En cualquier caso, esa reacción tiene mucho de incredulidad. A todo gas 6 ha rebatido a Einstein, pero su director aún no lo sabe. ★★★★

    Juan José Ontiveros.
    crítico de cine.

    Estados Unidos, 2013. Director: Justin Lin. Guión: Chris Morgan. Fotografía: Stephen F. Windon. Música: Lucas Vidal. Reparto: Vin Diesel, Dwayne "The Rock" Johnson, Gina Carano, Michelle Rodriguez, Paul Walker, Luke Evans, Jordana Brewster, Elsa Pataky, Sung Kang, Gal Gadot, Ludacris, Tyrese Gibson, Joe Taslim.

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