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    Cine Alemán Siglo XXI

    FANTOMAS - A LA SOMBRA DE LA GUILLOTINA (1913)

    Fantomas poster
    Las series de televisión están de moda, es un hecho. Sobre todo las de procedencia anglosajona, más aún las norteamericanas. Todos las vemos, las comentamos y admiramos (o no): por su calidad técnica, por sus historias, por su acabado en muchas ocasiones elegante y en no pocas artístico. Ha desplazado en parte al cine, al menos entre cierto público de más edad que prefiere quedarse en casa viendo un producto bien facturado o cuando menos entretenido antes que ir al cine a enfrentarse a la posibilidad de ver un bodrio de película. Es la edad de oro de las series, nos dicen. Parece algo nuevo, como si viviéramos una época única en la historia de la televisión. Y sí, esto es así en lo que a la televisión se refiere. Pero si de lo que hablamos es del formato de serial… Oh, esto ya es casi tan viejo como el mismo cine. Contar una historia en una serie de episodios enlazando unos con otros con un continuará o bien episodios independientes protagonizados por un mismo grupo de personajes ya se hacía cien años atrás. Solo que no se veían en casa: había que ir al cine. Y la gente iba. Los seriales ya entonces gozaban de un gran éxito.

    Si nos remontamos a la Francia de un siglo atrás, descubriremos a un personaje que era todo un maestro a la hora de realizar seriales, una figura gigantesca que el tiempo ha transformado en mítica: el gran Louis Feuillade. Enemigo de quienes veían en el cine una herramienta con posibilidades artísticas, valedor del concepto de cine como forma de entretenimiento puro y duro, hoy es recordado irónicamente por tres seriales considerados tres obras maestras del cine, tres joyas perladas de momentos emocionantes y hermosos. Tres obras de arte, en fin: Fantomas (Fantômas, 5 episodios, 1913-14), Los vampiros (Les vampires, 10 episodios, 1915-16) y Judex (12 episodios, 1916-17). Dirigió cientos de películas más, pero para la memoria cinéfila estos tres seriales son los más recordados.

    Iniciamos aquí una serie de comentarios en los que revisaremos uno a uno cada capítulo de Fantomas: en cinco entregas, cual si se tratara de un folletín o un serial. No podíamos pensar mejor homenaje.

    El primer capítulo o entrega del serial Fantomas es el titulado A la sombra de la guillotina (À l’ombre de la guillotine, 1913). Estamos ante cinco episodios que cuentan historias independientes aunque se busca una continuidad en el protagonismo de los mismos personajes y en las transiciones de un episodio a otro. A la sombra de la guillotina se basa en la primera novela de la saga creada por Pierre Souvestre y Marcel Allain publicada en el año 1911 y que supuso un éxito tremebundo en Francia. El serial no hizo sino convertir en inmortal al personaje, el genio del mal y del crimen sin conciencia, sin sentimientos, capaz de las mayores atrocidades, de ocultarse tras miles de disfraces y siempre perseguido por su némesis, el inspector de la Sûreté Juve. (Puedes leer un comentario sobre la novela en mi blog La décima víctima siguiendo el enlace AQUÍ).

    El episodio comienza con una imagen de Fantomas, un plano medio, y a continuación se van encadenando imágenes de Fantomas con sus diferentes caracterizaciones. Al contrario que en la novela, en la cual siempre se juega con el desconcierto del lector que nunca sabe quién es Fantomas, en el serial se opta de manera inteligente, pues lo contrario hubiera obligado a un exceso de intertítulos explicativos, a dejar claro qué personalidades adoptará el rey del crimen. Y enseguida se da paso a la escenificación de una de los momentos más brillantes del libro: el robo en el Royal Palace Hotel. La narración es más sencilla y lineal, evitando los retruécanos y sorpresas continuas de la novela, buscando la efectividad de las imágenes antes que lo apabullante de la trama original.

    Fantomas still
    Fotograma restaurado y de coleccionista de Fantomas (Louis Feuillade, 1913)
    Lo mismo sucede con la desaparición de Lord Beltham, otro crimen tras el que está nuestro antihéroe Fantomas. La puesta en escena de Feuillade todavía es deudora de las formas cinematográficas de la época: planos generales de larga duración en los que se desarrolla la acción en plano fijo de clara herencia teatral. Pocos exteriores, pero siempre rodados de forma naturalista, cuando precisamente será en la elección y forma de rodar los mismos donde Feuillade impondrá su forma única de mostrar la acción posteriormente. Forjado en el rodaje de películas y seriales de fuerte raigambre realista, dramas sociales o históricos, pues eso era lo que él tenía por bueno para el cine, la falta de éxito de los mismos le llevó a probar con una trama criminal con ribetes fantásticos que sí le daría lo que antes se le negaba: la aclamación y el reconocimiento popular. Pero en este primer episodio todavía no ha explotado su genio.

    Esto no quita para que esta primera entrega resulte apasionante de ver. La utilización de planos detalle vigoriza la secuenciación de los planos generales más teatrales. Consiguen la buscada efectividad y en algunos casos reflejan a la perfección grandes aciertos folletinescos de la novela. Así en el robo en el hotel, Fantomas deja una tarjeta en blanco a una de sus víctimas. Esta mira y remira la extraña tarjeta hasta que vemos cómo en ella se sobreimpresiona un siniestro nombre: Fantomas.

    Lo mejor de este episodio está en su plano final. Juve, cuya única obsesión es atrapar al fantasmal criminal, está sentado solo en su despacho presa de la desolación pues Fantomas acaba de engañar a toda la policía de París con una ocurrente y delirante treta, cuando de pronto, surgiendo de la nada, aparece una figura, un hombre en traje de etiqueta, sombrero de copa y antifaz en el rostro que se burla de él. ¡Es Fantomas! Juve se lanza sobre él pero justo cuando parece que va a atraparlo desaparece de entre sus manos. En este plano contemplamos la esencia misma del folletín y de toda la serie: Fantomas está más allá de lo humano. Es una pesadilla tornada realidad que avanza por las calles y edificios de la ciudad inaprensible y terrible, una sombra inalcanzable y portadora del mal. El rey de los antihéroes.

    En fin, preparaos para las siguientes entregas: creedme que lo bueno está por llegar. ¡Y de qué arrolladora manera!

    (Continuará)

    Pero antes, el episodio completo de Fantômas - À l'ombre de la guillotine (Louis Feuillade, 1913).



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    Imdb Fantômas - Á l'ombre de la guillotine, 1913Por José Luis Forte

    Escribe encerrado en una cueva, nunca entra el sol.
    Proyecta películas en la pared, ni que fuera Platón.
    Cuando sale se divierte, aunque solo piensa en volver.
    Cuando por las noches llueve, también le gusta leer.

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