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    Cine Alemán Siglo XXI

    Berlinale 2014 | Novena jornada. Críticas: «La bella y la bestia», «Macondo», «Calvary», «The Little House (Chiisai Ouchi)» y «Triptyque»

    La bella y la bestia, de Christophe Gans

    La bella Berlín

    Crónica de la novena jornada de la Berlinale 2014 | Críticas de Macondo, La bella y la bestia,
    Calvary, Triptyque y The Little House.

    Último día de Sección Oficial antes de la Gala de entrega de Premios que tendrá lugar hoy sábado, y a la que los periodistas asistiremos mediante una retransmisión en una de las salas de cine adyacente al Berlinale Palast. Hoy toca hablarles de las tres últimas películas en programación. La primera, a las 9 de la mañana: Macondo. Otra vuelta más al mundo de la infancia y las ausencias paternas, esta vez en el marco de una familia inmigrante en Viena que recuerda poderosamente a otras propuestas que se han podido ver estos días, convirtiendo a la estructura familiar en uno de los leitmotiv oficiales de esta edición. No sorprendió demasiado pero dejó buenas sensaciones, aunque juega en su contra que, precisamente, es un tema que ya se ha prodigado bastante en el festival. A las 12 llegó el estreno fuera de competición de La Bella y la Bestia, de Christophe Gans, ese filme más dedicado a quitar tensiones y hacer reír involuntariamente a la prensa que a valorar en sí sus virtudes como película. Ejercicio de estilo con suficiente factura visual como para justificar su presencia en un cine, aunque algo desmarcada del tono del certamen.

    A las 15:15, la sesión del diablo. The Little House consiguió captar nuestra atención con una mimesis del melodrama clásico de amor de entreguerras que, no por ser la última cinta, merece menos atención. Yôji Yamada entregó una cinta encantadora, dirigida con gusto y de fuertes reminiscencias a Yasujiro Ozu, uno de los pilares de la filmografía de su director. Con ella se puso fin a la Sección Oficial, y dejamos hueco a dos últimas propuestas de Panorama. La primera de ellas, Triptyque, es extraño relato alrededor tres personas con problemas cerebrales de distinta índole que busca poner en relación la psique humana con algunas de las disciplinas artísticas, como la escritura o la canción, y la capacidad o incapacidad para crear obras de arte. De una extrañeza formal que impide empatar demasiado con ella, el filme contiene un discurso repleto de rincones en los que vale la pena explorar, aunque tal vez otra factura visual habría sentado mejor al filme. Por último, la guinda la ponía John Michael McDonagh con su segundo trabajo, Calvary, una de las más aclamadas de la sección Panorama hasta ahora, prueba latente de la promesa (o realidad) de un cineasta que sabe como entregar historias con un fondo poderoso, a través de una ironía afilada y nada condescendiente, sin renunciar a un toque emocional que, en este caso, redondea la obra con una escena que dejó a la platea con un nudo en la garganta. Si hubiera estado en Sección Oficial, habría sido una de las apuestas poderosas del evento.

    Macondo

    Macondo

    Austria
    Dirigida por Sudabeh Mortezai – Ópera prima
    Intérpretes: Ramasan Minkailov, Aslan Elbiev, Kheda Gazieva
    Competición | Premiere Mundial

    Macondo es el primer largo de ficción de la austriaca Sudabeh Mortezai, tras dos obras de carácter documental sobre determinados tabúes de la sociedad musulmana, los matrimonios temporales como laguna legal para cometer adulterio, y el tradicional día del Muharram en el que los jóvenes religiosos se flagelan públicamente en honor del nieto del profeta. Con esos antecedentes, no sorprende el paisaje escogido para Macondo: un edificio de apartamentos en Viena en el que residen la mayoría de inmigrantes de la zona, entre ellos Ramasan y su madre, naturales de Chechenia cuyo padre y marido ha muerto en la guerra. Entre juego y juego, el hijo adquiere, más por inactividad materna que por decisión propia, el rol de cabeza de familia. Cuida de sus hermanas e incluso toma parte en los asuntos burocráticos que conciernen a su madre, haciendo de traductor entre los empleados y ella. Mortezai busca desgranar con insistencia la adultez adelantada de mucho niños, algo que acerca su propuesta a otras miradas que ya han pasado este año por la Berlinale. Su planteamiento, e incluso ciertos elementos discursivos, se asemejan a los de otra película alemana que pasó hace unos días por la Sección Oficial: Jack. Otro viaje de decepciones, las de un hijo hacia una madre idealizada.

    La falta de figuras paternas ha sido el tema latente de esta 64ª edición. Tanto Jack como Ramasan asumen una responsabilidad que no deberían, y aunque se muestran seguros y fuertes, en ambos casos comparten un anhelo. La búsqueda de un padre que ejerza como tal. La directora no insiste en dar lugar a una serie de acontecimientos que marquen el desarrollo con clímax emocionales. En contraposición, Macondo es uno de esos filmes que crean un contexto de cotidianidad muy sencillo, explorado en su día a día, otorgando ciertas reflexiones en torno a la integración extranjera, pero sobretodo en torno al desarraigo y el crecimiento; visualizado desde una cámara que empatiza con Ramasan más que con cualquier otro personaje, en una persecución contínua que establece otra mirada infatil con bastante valor e interés, aunque de matices y discursos que ya hemos visto antes por estas butacas. | ★★★★(75|100)

    La bella y la bestia

    La belle et la bête (Beauty and the Beast)

    Francia / Alemania
    Dirigida por Christophe Gans (Silent Hill, Brotherhood of the Wolf)
    Intérpretes: Vincent Cassel, Léa Seydoux, André Dussollier
    Premiere Internacional – Fuera de competición

    Christophe Gans aterriza en Berlín por primera vez encarnando, junto a la George Clooney, la apuesta comercial del certamen. Películas que se estrenan fuera de competición con no más ínfulas que atraer la atención de público y prensa que de hablar en sí mismos. Su nuevo trabajo, La bella y la bestia, llega seis años después de su última creación, Silent Hill, adaptación del videojuego homónimo y cinta estimable en su contexto. El cineasta francés sigue resistiéndose a dejar el género, aprovechando el tirón que ahora mismo están teniendo en Hollywood las revisiones oscurantistas de algunos de los cuentos más famosos del folklore popular. Visualizaciones falsamente tenebrosas, y decimos falsas, porque en su esencia siguen siendo tan inofensivas como en su día lo fueron las obras de Disney. La bella y la bestia entrega lo que se espera de una producción como esta. Una dirección de arte recargada, de fuertes aires góticos y románticos, en ocasiones hasta algo kitsch y rococó. Trajes de terciopelo, costuras y pedrería, mucho FX y, sorprendentemente, algo de escenografía real. No se le puede pedir a una película como esta algo que desde el principio sabes que no va a darte. Gans no entrega personajes memorables ni grandes reflexiones. No indaga en la naturaleza del cuento, ni las motivaciones, ni siquiera en la moraleja que porta consigo misma. Es un ejercicio de estilo en su máxima esencia, con un marcado acento visual que, en honor a la verdad, hace que la cinta se disfrute mucho en un cine.

    Cierto es que la película esta algo descontextualizada en el programa de la Berlinale, pero en mitad de las áridas ausencias paternas y las miradas de fuerte conciencia social, la cinta de Gans ha sido el desestresante ideal para estos últimos días de programa, ofreciendo además una dosis de humor involuntario al que algunos periodistas no hemos podido resistirnos. Abdellatif Kechiche debe estar dándose latigazos en la espalda con la imagen de bucólica campesina con la que han caracterizado a Léa Seydoux en el filme. El tirón de la actriz es cada vez mayor y la estrategia comercial que supondrá esta película seguramente le otorgará una buena taquilla en Europa, y en Francia más que ningún otro sitio. En conclusión, La bella y la bestia no entrega nada que ya no sepamos. Sigue la estela que en su momento marcó Tim Burton con Alicia en el País de las Maravillas, enmarcándose en el mismo juego visual y de star system al que ya se han adscrito cintas de próxima aparición como la Maléfica del estudio Disney. Por más que Christophe Gans afirme, al igual que otros cineastas, que busca acercarse a una visión única y alejada de concesiones, es más de lo mismo. Aquí hay batallas, romance, gigantes de piedra, y paisajes digitalizados. Superficialidad, pintalabios y ningún discurso. | ★★★★(45|100)

    Chiisai Ouchi

    Chiisai Ouchi (The Little House)

    Japón
    Dirigida por Yôji Yamada (Tokyo Family, About Her Brother)
    Intérpretes: Takako Matsu, Haru Kuroki, Hidetaka Yoshioka, Satoshi Tsumabuki, Chieko Baisho, Takataro Kataoka
    Competición | Premiere Internacional

    El mérito de una cinta como The Little House radica en su inigualable mimesis para con un tipo de melodráma clásico que su director, Yôji Yamada, consigue capturar con una exactitud muy desprejuiciada. Yamada nos cuenta una historia de amor de entreguerras. Una tragedia llena de suspiros, contención emocional y correspondencias que revelan sentimientos no expresados, enmarcado en el contexto de una pequeña casa de provincias en la que viven un matrimonio, con su hijo y su sirvienta; ésta última, testigo presencial del romance entre la señora de la casa y un amigo de la familia. El filme está estructurado en capas. Comenzando en la actualidad con la muerte de la sirvienta, vemos como su sobrino encuentra sus últimos diarios, los últimos textos de la autobiografía que la anciana estaba escribiendo y que ella solía leerle cuando él iba a visitarla. El anclaje a un punto presente convierte a el largomeraje en una rememoración de continúa nostalgia, y de hecho todo lo que tiene lugar en el pasado está revestido de una textura visual similar a la de las viejas fotografías. En colores sepias, marrones y cremas, con un grano muy leve, y una cámara que casi nunca sale del espacio interior de la casa; una localización construida en estudio, a la manera de una casa de muñecas, dando al filme cierto aire de cuento infantil de esencia trágica.

    Técnicamente es un trabajo sobresaliente, homenaje reminiscente de algunas cintas de Mizoguchi o Ozu, de intenciones humildes y nada afectado. Con un lenguaje de planos fijos que sabe como aprovechar los espacios, creando un microuniverso de personajes que, en su aparente ingenuidad, poseen un tratamiento muy deudor de familias como las de Cuentos de Tokio. La propia filmografía de Yamada contiene consecutivas referencias a los intereses temáticos y formales que Ozu trabajó en su momento. Y ya su anterior filme lo dejaba en evidencia. Una familia de Tokio era de hecho un remake de la cinta de Ozu que acabamos de citar. Un trabajo estimable, ganadora de la Espiga de Oro en la Seminci del año pasado, que partiendo de un material ajeno le ha servido a Yamada como base para The Little House, relato conmovedor, de marcado acento nostálgico, con referencias de peso y un gusto estilístico de aroma clásico que, sin duda, ha constituido un bonito broche de oro para la Sección Oficial. | ★★★★(75|100)

    Triptyque

    TRIPTYQUE

    Canadá
    Dirigida por Robert Lepage, Pedro Pires
    Intérpretes: Frédérike Bédard, Lise Castonguay, Hans Piesbergen
    Panorama

    Triptyque es el quinto largo del ficción del cineasta canadiense Robert Lepage, aunque el primero junto al director y especialista en efectos especiales, Pedro Pires. Han pasado diez años desde la anterior película de Lepage y, como ya sucediera con el director de The Lamb, el certamen ha decidido invitarle por segunda vez para enmarcarle en la sección Panorama. Lepange llegaba con una propuesta con guión propio alrededor de tres personas con problemas cerebrales. Interconectadas entre sí, la película estructura su desarrollo alrededor de estos personajes. I: Michelle, II: Thomas, y III: Marie. Una es poetisa y dependienta de una librería de segunda mano. Empieza a tener visiones y, en consecuencia, acaba ingresada y drogada. Él es cirujano, y empieza a perder el control de sus movimientos. La mano le tiembla involuntariamente y prefiere mantenerlo en secreto. Y la última, es una cantante de jazz a la que una operación cerebral le quita la capacidad del habla, y por tanto, de cantar.

    Lepage aborda en los tres casos un tema común. El deterioro mental y la relación del arte con el ser humano. Al cirujano, por ejemplo, le gusta Caravaggio, y admira la Capilla Sixtina. En concreto el fresco relativo a la creación de Adán, un croquis en perfil del cerebro humano que relaciona la fisicidad pura del cuerpo con la capacidad de la mente para crear obras únicas. El discurso del director es rico e interesante en matices. Pero las formas resultan algo antipáticas. La elección de cámara digital le da a la película un textura algo sucia, de ocres baratos. Se centra mucho en las caras, como queriendo introducirse en ellas, y a veces se echa en falta una mayor unidad de espacio, tiempo y lugar. Las tres partes de la película se abordan de manera muy compartimentada. Lepage introduce incluso cierto toque experimental a través de escenas que plasman los sueños y visiones de los personajes. Es una reflexión extraña, algo torpe aunque no desechable, en torno a los mecanismos mentales en relación al arte y algunas de sus disciplinas como la canción, la escritura, la pintura, o incluso la ciencia, encarnada en la figura de Thomas. Contiene un interés temático bastante particular y por eso ya merece crédito. | ★★(66|100)

    Calvary

    CALVARY

    Irlanda
    Dirigida por John Michael McDonagh
    Intérpretes: Kelly Reilly, Chris O'Dowd, Aidan Gillen, Brendan Gleeson, Domhnall Gleeson.
    Panorama

    A última hora de la noche llegaba lo nuevo de John Michael McDonagh, Calvary. Segunda película tras su debut con El irlandés. De nuevo, con mucha ironía y bastante humor negro, contando una historia alrededor de un cura al que su último confesor, violado de pequeño, le ha dicho que va a matar en siete días, aunque no sea culpable, como mero acto poético. En una semana, el sacerdote irá poniendo en orden a su comunidad, la relación con su hija o sus propias ideas. McDonagh alterna un tono de comedia repleta de ironía y replicas afiladas con una emocionalidad que va creciendo conforme avanza la trama, a través determinados diálogos que revelan algunas de las claves de la película. La perdida de la fe o el resentimiento de la hija hacia a su padre cuando, tras la muerte de su mujer, decidió convertirse en cura. McDonagh va alternando ambos tonos consiguiendo un equilibro general difícil de conseguir, merced sobretodo a una banda sonora de Patrick Cassidy que hace gran parte del trabajo.

    El filme es una declaración de principios desde su primera frase. Y es consecuente con su discurso hasta el último plano. Calvary es el viaje de un personaje a través de lo que ha sido su vida, de las decisiones que ha tomado y lo que ha dejado atrás, pero también es una proclama a la defunción de la fe. Una visión cercana a Nietszche sobre la perdida de valores y la desaparición de la Iglesia, abarcando matices sobre la moralidad de una institución que durante siglos ha regido la vida las personas, y que en localidades tan pequeñas como las de este trabajo, sigue siendo el motor de la vida diaria de muchas personas. En su pase de prensa en Berlin tuvo un gran recibimiento, aunque dejó a la audiencia noqueada con un final carente de concesiones que emocionó a más de uno en el Zoo Palast. La única cuestión que cabría hacerle al certamen es porque un filme de un nivel semejante ha sido encuadrado en una sección paralela, cuando guarda un potencial de premios que seguramente se irá materializando a lo largo de este año. McDonagh acaba de confirmarse como un cineasta de primera linea. | ★★★★(90|100)

    Gonzalo Hernández
    envíado especial a la 64ª edición del Festival de Berlín

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