|| Críticas | ★★★☆☆
Bagger Drama
Piet Baumgartner
Frase breve, imagen concisa
Rubén Téllez Brotons
ficha técnica:
Suiza, 2024. Título original: Bagger Drama. Duración: 94 min. Dirección: Piet Baumgartner. Guion: Piet Baumgartner. Música: Rio Wolta. Fotografía: Pascal Reinmann. Compañías: Dschoint Ventschr Filmproduktion AG. Reparto: Bettina Stucky, Phil Hayes, Vincent Furrer, Karin Pfammatter, Maximilian Reichert.
Suiza, 2024. Título original: Bagger Drama. Duración: 94 min. Dirección: Piet Baumgartner. Guion: Piet Baumgartner. Música: Rio Wolta. Fotografía: Pascal Reinmann. Compañías: Dschoint Ventschr Filmproduktion AG. Reparto: Bettina Stucky, Phil Hayes, Vincent Furrer, Karin Pfammatter, Maximilian Reichert.
El duelo, en la cinta, es un fuera de campo del que apenas se llegan a atisbar algunos de sus efectos tangenciales, los daños físicos y emocionales que la muerte accidental de una adolescente produce en su familia. Si la película comienza meses después de que haya sucedido el evento traumático, si nunca se le llega a poner cara a la joven fallecida, es precisamente porque al director, Piet Baumgartner, no le interesan ni el caos que el acontecimiento desencadena en la rutina de sus protagonistas ni la parte más inmediata y abrasiva de su dolor, sino, por un lado, el proceso de ósmosis a partir del cual este se va filtrando en su día a día, y, por otro, las diferentes formas en que cada uno intenta lidiar –-convivir— con él. Es por eso por lo que Bagger Drama está construida con retazos vitales que, en la superficie, no remiten a esa desolación que surge después de la pérdida: el cineasta no pone en escena el duelo, sino sus consecuencias; una serie de cuadros diarios que son como son y se desarrollan del modo en que lo hacen debido a la existencia de la herida que abre la muerte no asumida ni superada de un ser querido.
El perspectivismo que estructura la cinta permite acercarse a dicha herida desde un distanciamiento que aleja cualquier tipo de populismo emocional y asegura el conocimiento de los motivos por los que cada personaje actúa de tal o cual forma. En ese sentido, la decisión de dividir la cinta en diferentes capítulos en los que la visión de la realidad que ofrece el director está subordinada a la visión de la realidad que tienen sus protagonistas evidencia el impulso humanista del que surgen las imágenes. No hay juicios ni valoraciones moralistas, solo personas intentando salir adelante después de un episodio inasumible y repentino. La descripción seca que hace Baumgartner de las emociones en las que cristalizan las diferentes formas de encarar el duelo es, en ese sentido, más intelectual que emocional: el plano no participa ni se deja contagiar por los sentimientos de los protagonistas —mayoritariamente, rabia e impotencia—, sino que los condensa —que no resume— en una sentencia breve cuya mayor virtud es la de no caer nunca en el simplismo.
Un ejemplo: a mitad de película, el hijo está a punto de marcharse a Estados Unidos para iniciar sus estudios universitarios. Su padre, que —según sus propias palabras— no puede acompañarle al aeropuerto por cuestiones de trabajo, llama a la puerta de su habitación para darle un abrazo y desearle suerte. La relación entre ellos lleva tiempo siendo tensa; sus interacciones son rígidas; sus movimientos, casi robóticos; las frases que intercambian, rutinarias; y el abrazo con el que termina la escena es antes un signo de incomodidad que de cariño. El director, pese a esto, abre la siguiente secuencia con un primer plano del padre conduciendo de camino a una reunión con un cliente. No hay música, los párpados le tiemblan y las lágrimas se secan lentamente sobre su piel. Un corte de montaje cuya brusquedad enfatiza los contrastes entre un plano y otro, es suficiente para reflejar el conflicto interno, el nudo emocional, de un hombre que, pese a lo que las apariencias puedan proyectar, se ve sobrepasado por unos acontecimientos trágicos. Aprisionado dentro de una masculinidad asfixiante, es incapaz de expresar sus sentimientos, mucho menos de despedirse de su hijo reproduciendo con sus gestos y palabras el amor que siente hacia él. Su parquedad verbal viene acompañada por un pragmatismo que, en principio, le ayuda a aceptar la muerte de su hija más rápido que el resto de miembros de su familia, quienes le juzgan por ello. No como el director, que encuentra la formulación visual exacta que le permite exponer el caos de sus pensamientos sin ensombrecer la narración con valoraciones personales. Hay, sin embargo, algunos momentos en los que Baumgartner no termina de sentirse seguro con la frialdad y el distanciamiento emocional que le impone a sus imágenes, e introduce piezas musicales extradiegéticas con el fin de forzar una reacción sentimental de los espectadores o de inyectarle un lirismo de pie forzado a unas secuencias que no lo necesitan. ♦
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |