Las Palmas 2025

Festival de Las Palmas 2025

Anotaciones sobre su 24ª edición.

Que la imagen de la 24ª edición del Festival de Las Palmas sea una representación de la mítica escena de la escalera de Odessa de El acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin, Sergei Eisenstein, 1925) emociona porque el certamen canario, un clásico del circuito europeo, mira de frente al presente en su programación pero el pasado cinematográfico tiene la misma importancia; tanta como para dar cuerpo estético a cada entrega del festival. Que el magnum opus de Eisenstein tenga tal relevancia se une a las miradas homenajísticas al recientemente fallecido David Lynch o el tributo a Donald Sutherland. Las Palmas es el primer festival nacional que recupera la filmografía del cineasta de Montana. Si Lynch construyó un puente entre el cine independiente y el gran público con unas firmas reconocibles, vale la paradoja que el evento insular ha hecho lo propio, con irregularidad, con el cine de bajo presupuesto, con el cine de festivales, y la cinefilia española. Y decimos irregularidad porque mientras la industria cinematográfica sea esclava de la deriva política siempre se verá lastrada por ello. Y el Festival de Las Palmas no es una excepción.

Como eventos del circuito tales como el D’A Film Festival Barcelona, la Mostra de Valéncia – Cinema del Mediterrani y Cinemajove también valenciano, el Festival de Las Palmas huye de la esencia contenedora de los festivales de otoño –el calendario y la distribución son inmisericordes—, lo que le permite presentar premieres de trabajos que han pasado por las sombras de Park City, Berlín, Róterdam o Buenos Aires. Junto a su mentada mirada retrospectiva, valiosa como pocas, Las Palmas se erige en un bastión del cine de autor que programa ya cine de 2025. Obras con un recorrido de prestigio en algunos casos pero también situadas en los márgenes, ante todo comerciales. Justamente el impulso que concede el máximo galardón, la Lady Harimaguada de Oro, dotado de un premio de 20.000 euros –10.000 para el director/a; 10:000 para la empresa que distribuya el filme en terreno español—, está pensado para promocionar un cine con cada vez más dificultades de proyectarse sin el apoyo de un palmarés de un Categoría A.

Diez serán los filmes que concursarán para integrar el cuadro de honor. De entre todos ellos destaca el ganador del Gran Premio de la sección internacional del Festival de Sundance, Cactus Pears, retrato sensible de la homosexualidad en la India rural que parte de la pérdida como espacio para la redención identitaria. Una cinta de tono accesible que trata al espectador con honestidad. Lo mismo ocurre, con temática similar, con Blind Love, de la taiwanesa Julian Chou, que compitió en la última entrega del IFFR roterdamés. Todo desde el punto de vista un triángulo generacional. El salto generacional, en este caso en el mundo de la dirección, marca la línea de la competición del LPFF. Las nombradas películas de Rohan Parashuram Kanawade y Julian Chou son óperas primas. También lo son largometrajes como la turca One of Those Days When Hemme Dies, la estadounidense Seeds, la georgiana Holy Electricity y la española Deuses de pedra, de Iván Castiñeiras Gallego, último dibujo de la Galicia rural personificada por una adolescente que decide dejar su pueblo para continuar sus estudios. La húngara Fekete Point –segunda cinta de Bálint Szimler—, la canadiense Two Women –cuarta de Chloé Robichaud— y la argentina La quinta –debut en solitario de Silvina Schnicer— completan el máximo apartado de un Festival de Las Palmas en plena forma programática.

Se celebrará del 25 de abril al 4 de mayo.