|| Críticas | ★★★★☆
Confidencial (Black Bag)
Steven Soderbergh
La palabra afirma, la imagen niega
Raúl Álvarez
ficha técnica:
EE.UU. 2025. Título original: Black Bag. Director: Steven Soderbergh. Guion: David Koepp. Productores: Corey Bayes, Casey Silver, David Koepp, Cate Blanchett, Michael Fassbender, Gregory Jacobs, Christof Neracher, Andrew Riach. Productoras: Focus Features, Casey Silver Productions. Fotografía: Peter Andrews. Música: David Holmes. Montaje: Mary Ann Bernard. Reparto: Michael Fassbender, Cate Blanchett, Tom Burke, Marisa Abela, Naomie Harris, Regé-Jean Page, Pierce Brosnan, Gustaf Skarsgård.
EE.UU. 2025. Título original: Black Bag. Director: Steven Soderbergh. Guion: David Koepp. Productores: Corey Bayes, Casey Silver, David Koepp, Cate Blanchett, Michael Fassbender, Gregory Jacobs, Christof Neracher, Andrew Riach. Productoras: Focus Features, Casey Silver Productions. Fotografía: Peter Andrews. Música: David Holmes. Montaje: Mary Ann Bernard. Reparto: Michael Fassbender, Cate Blanchett, Tom Burke, Marisa Abela, Naomie Harris, Regé-Jean Page, Pierce Brosnan, Gustaf Skarsgård.
La trama de Black Bag, ya se ve, no resulta particularmente original a poco que uno frecuente el cine de espías. De hecho, se torna predecible cuando el «topo» se significa de más durante su charla con la psicoanalista, de lejos la peor escena de la película. Lo que distingue esta propuesta de otras con argumentos similares –y aquí la lista de referentes podría retrotraernos hasta Encadenados (Notorious, Alfred Hitchcock, 1946)– es justamente la capacidad de Soderbergh y Koepp para concentrar la atención del espectador en lo que se dice y cómo se dice. Personajes bien escritos y planos bien compuestos, así de sencillo y complicado a la vez. No importa el género o la historia, la de Soderbergh sigue siendo una carrera construida sobre los mimbres esenciales del cine clásico norteamericano: puesta en escena naturalista y diálogos finos e irónicos. Por si sus películas no fueran suficiente prueba, ahí están las listas de visionados que publica en su recomendable blog.
La pátina de modernidad o la mirada cool que parece caracterizar sus películas no es más que el resultado de la aceleración de esos recursos mediante la fotografía (Peter Andrews) y el montaje (Mary Ann Bernard), también obra suya bajo dos pseudónimos ya de sobra conocidos. La primera secuencia, en el interior de un club londinense, y la cena en casa de Gerorge y Kathryn suponen dos magníficos ejemplos de esta estrategia narrativa, que con el tiempo se ha convertido en uno de los estilos autorales más reconocibles del cine norteamericano contemporáneo. Las películas de Soderbergh tienen un aparato formal inconfundible, y si, como en este caso, bailan al ritmo de la música de David Holmes, es muy difícil resistirse a su encanto. Los actores que han trabajado con él suelen decir que plantea los rodajes como una coreografía o una jam session, y, desde luego, parte de esa improvisación queda impregnada en sus imágenes, que fluyen en un éter estético de singular belleza. Soderbergh es de los pocos cineastas capaces de hacer invisible la cámara.
A diferencia de otros títulos suyos de corte exclusivamente experimental, el Soderbergh de Black Bag despliega su habilidad formalista para reflexionar sobre la amistad y las relaciones de pareja, no solo uno de los temas cardinales de su filmografía sino también el gran «tapado» del cine de espías, tanto si hablamos de su vertiente seria como si lo hacemos de su deriva entretenida, o el camino que va desde El espía que surgió del frío (The Spy Who Came in from the Cold, Martin Ritt, 1965) hasta James Bond. El terrorista de turno, la bomba nuclear o la seguridad del mundo libre, por citar solo algunos de los detonantes más comunes en estas películas, no serían sino macguffins –volvemos a Encadenados– que nos distraen del asunto principal: cómo nos comportamos con nuestro círculo íntimo cuando algo o alguien amenaza nuestra estabilidad. El personaje de Michael Fassbender nace de esta ansiedad.
Como guionista de la primera Misión imposible (Mission: Impossible, Brian de Palma, 1996) y de Jack Ryan: Operación Sombra (Jack Ryan: Shadow Recruit, Kenneth Branagh, 2014), David Koepp tampoco es ajeno a esta temática. Al contrario, en su libreto para Black Bag brinda algunas de sus mejores líneas en años, jugando y divirtiéndose con los secretos y mentiras que esconden todos sus personajes. Hasta George, que presume de detestar a los mentirosos, se revela al final como el maestro de marionetas que más y mejor miente. La película vuela cada vez que Soderbergh clava los planos que deben acompañar las sentencias de Koepp. O más bien negarlas, porque eso es lo que hacen las imágenes con respecto a las palabras en esta inteligentísima película. Ni un solo plano subraya en positivo las ideas del guion. Lo visual en Black Bag es una continua y gozosa negación de lo literario. ¿Ficción? No, la vida misma.
Igual que nosotros, en nuestro día a día, nos ponemos y quitamos distintas máscaras para sobrevivir en el infierno de lo social, los personajes de Black Bag se empeñan una y otra vez en esconder sus miserias de alcoba bajo caros trajes de diseño, apartamentos de lujo en el centro de Londres y un perfecto acento inglés de universidad privada. Soderbergh desnuda este teatrillo mediante la planificación, la fotografía y el montaje, juntos o por separado, a conveniencia según la escena, sin aparente dificultad, como si el cine fuera su lengua nativa. La mencionada cena en casa de George y Kathryn representa probablemente la mejor muestra de este juego tan brillante como complejo. Por la planificación aberrante, contraria al supuesto tono amistoso de la reunión. Por la fotografía tenebrista, contraria a la supuesta complicidad entre los invitados. Y por el montaje de falso plano–contraplano (a la imagen de quien habla le sigue siempre la imagen de quien sabe que el otro está mintiendo, no la del aludido en la conversación), contrario al plano–contraplano convencional.
Qué brillante es Soderbergh y qué vulgar es el cine que le (nos) rodea. Aunque el vapor empañe sus gafas, como le sucede a George cuando prepara la cena, él seguirá viendo la verdad mientras los demás mienten. ♦
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