|| Críticas | Cannes 2024 | ★★★☆☆ ½
When the Light Breaks
Rúnar Rúnarsson
Afrontando la pérdida
Rubén Téllez Brotons
ficha técnica:
Islandia, 2024. Título original: Ljósbrot. Duración: 82 min. Dirección: Rúnar Rúnarsson. Guion: Rúnar Rúnarsson. Fotografía: Sophia Olsson. Compañías: Compass Films, MP Film, Eaux-Vives Productions, Halibut, Jour2Fete. Reparto: Baldur Einarsson, Mikael Kaaber, Elín Sif Halldórsdóttir, Katla Njálsdóttir, Ágúst Örn B. Wigum, Gunnar Hrafn Kristjánsdóttir.
Islandia, 2024. Título original: Ljósbrot. Duración: 82 min. Dirección: Rúnar Rúnarsson. Guion: Rúnar Rúnarsson. Fotografía: Sophia Olsson. Compañías: Compass Films, MP Film, Eaux-Vives Productions, Halibut, Jour2Fete. Reparto: Baldur Einarsson, Mikael Kaaber, Elín Sif Halldórsdóttir, Katla Njálsdóttir, Ágúst Örn B. Wigum, Gunnar Hrafn Kristjánsdóttir.
Lo que viene después es la reconstrucción, a través de los jirones de silencio de Una, de las cenizas de dolor que oscurecen su mirada una vez que el incendio, brusco e inesperado, de la pérdida se ha consumado. Rúnar Rúnarsson compone así una obra sobre la desolación provocada por la ausencia, que hilvana su discurso a través de la contraposición constante entre exterior e interior. La protagonista se ve obligada a afrontar el duelo en un mutismo espinoso que hace más profunda la herida por la que se está desangrando. Así, mientras los amigos, la novia y la familia del fallecido lloran, gritan y abren en canal sus sentimientos, ella contiene a duras penas sus sentimientos, disimula las lágrimas mojándose la cara, evita establecer contacto visual para que nadie vea la cartografía rota de su angustia, reflejada en el espejo fracturado de su mirada, e intenta poner en pausa el torrente de su desolación a fuerza de, precisamente, esconderla. El mejor amigo del fallecido, y el único que conoce su verdadera relación, le llega a pedir que no le diga nada a la novia para no empeorar más la situación.
Se levanta así un muro entre la protagonista y el resto del mundo, que la aísla de la realidad y la fuerza a gravitar alrededor de un sol apagado por la tragedia, que no hace sino oscurecer aún más sus palabras y gestos. El dolor, dice Rúnarsson, es un nudo enraizado en el pecho que se alimenta de la propia dificultad que uno siente para verbalizarlo, y que se hace más grande a medida que va devorando los mecanismos que deberían exteriorizarlo. When the Light Breaks se mueve entre el distanciamiento de unos planos generales en los que Una se ve apartada del resto de personajes que en él se encuentran (ya sea por la disposición de los cuerpos, la dirección de las miradas o elementos de la arquitectura del escenario), y la falta de aire de unos primeros planos que se comen su rostro. El diálogo entre los ambos tonos cristaliza en una simbiosis perfecta que expande el discurso y le añade tensión a las escenas. Rúnarsson evita en todo momento que la obra se convierta en una película de sobremesa, al trazar una curvatura dramática no excesivamente pronunciada que, lejos de sostenerse sobre la explotación melodramática de las emociones, lo hace sobre la exploración pausada y sobria de las mismas. La cinta, sin embargo, se pasa de frenada en el excesivo esfuerzo que hace por parecer lírica y trascendente (nunca es buena idea imitar a Terrence Malick), y tanto su escena de apertura como, sobre todo, la de cierre tienen un aire algo pedante que manchan un poco el resultado final. Aun con ello, el cuarto largometraje del realizador islandés supone una demostración de madurez narrativa pero, ante todo, de una enorme sensibilidad. ♦