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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | The Mountains (Bjergene)

    || Críticas | L'Alternativa 2023 | ★★★★☆
    The Mountains
    Christian Einshøj
    Reparar el alma


    Carles M. Agenjo
    Barcelona |

    ficha técnica:
    Dinamarca, 2023. Título original: Bjergene. Dirección: Christian Einshøj. Guion: Christian Einshøj. Compañías productoras: Made in Copenhagen. Fotografía: Christian Einshøj, Søren Einshøj. Música: Toke Brorson Odin. Producción: Mathilde Hvid Lippmann. Reparto: Alexander Einshøj, Christian Einshøj, Eva Einshøj, Frederik Einshøj, Kristoffer Einshøj, Søren Einshøj. Duración: 89 minutos.

    UEn una de las mejores escenas de Los Fabelman (2022), el actor Gabriel LaBelle –en la piel de un adolescente Steven Spielberg– descubre algo cautivador entre las imágenes que ha filmado durante una excursión veraniega. La mirada atenta del joven Sammy en primerísimo primer plano y el detalle de sus dedos, analizando fotogramas sobre la mesa de su habitación a través de la pantalla de su moviola, culmina en un triste hallazgo. Al principio, los gestos pasan desapercibidos. Necesita ver y volver a ver lo registrado con su cámara Bolex para entender qué ocurre. Sammy gira la manivela hacia delante y hacia atrás, una y otra vez, hasta que se da cuenta. Dos amantes pasean sin percatarse de que su mirada confiesa. Mitzi (Michelle Williams), la madre de Sammy, comparte aventura con un amigo de la familia (Seth Rogen). Las imágenes duelen, dificultan el habla, pero lejos de generar distancia, el joven acaba armándose de valor para contarle a su madre lo que ha visto. Ella se convierte en espectadora única encerrada en un armario y la sesión termina con un fuerte abrazo de reconciliación entre madre e hijo. De repente, el montaje se revela como herramienta útil para expresar sin palabras, comunicar lo prohibido y soltar lastre. Como en la proyección final de Cinema Paradiso (1988) que reescribía la historia a través del beso, los encuadres conforman un marco insólito e hipnótico, vibrante y sombrío, donde quedan grabados los secretos del alma.

    Quizá el director danés Christian Einshøj no sería el mejor ejemplo de un cine sincronizado con Spielberg o Tornatore. A simple vista, sus documentales no parecen conectar con el autor de Amblin’ (1968), que hace décadas dejó atrás la producción independiente para convertirse en marca. No obstante, es justo reconocer que podría servir como primer bloque de un diálogo entre lo global y lo íntimo, lo mainstream y lo específico, lo que se observa y lo que se monta. Y es que, por muy corporativo que se haya vuelto Spielberg y por muy codificadas que sean sus ficciones, Los Fabelman destila una idea magnífica que no es exclusiva. El montaje es el espejo de una vulnerabilidad en la que reconocernos y un proceso de acercamiento a la realidad para destapar su poder oculto. Esta reflexión no entiende de fronteras. Ya sea en una habitación oscura en la Arizona de los años 60 o en un estudio de pospo en la Copenhague de 2022. La relación estrecha con lo visual se mantiene intacta. Quizá por esto resulta tan complicado resistirse a la digresión ante una película tan extraordinaria como The Mountains, ganadora del premio Don Quixot en L’Alternativa. ¿Tan absurdo sería pensar en este primer largometraje de Einshøj como respuesta low-cost al drama autobiográfico de Spielberg? La película no está filmada con una Bolex ni montada con moviola. Tampoco puede definirse como la coming of age de un cineasta consolidado. Más bien es el debut de alguien que entiende el cine como ejercicio de empatía. Una crónica que se abre como un cuaderno de viaje y termina con unas entrevistas y reencuentros al calor de la hoguera que, según Einshøj, son lo más parecido a unas sesiones informales de terapia.

    Todo empieza con la entrañable estampa en plano medio de tres superhéroes enfrentados a su propia melancolía. Christian, el director, aparece en el centro disfrazado de Batman. Su hermano Frederik, a su izquierda, lleva el uniforme de Robin y Alexander, el pequeño, viste de Spider-Man. Lógicamente, su objetivo consiste en vencer al mal, que no es otro que la distancia de una familia que está a punto de perder su hogar común. Los padres quieren vender la casa de Oslo donde sus hijos crecieron para volver a Dinamarca. El motivo de este distanciamiento es una tragedia que el tiempo se encargó de sepultar. Einshøj rompe su silencio para expresarse a golpe de tijera a partir de fragmentos de cintas Hi8 que su padre, Søren, filmó en los años 90 como un acto de resistencia contra la muerte. Estas cintas tenían la función principal de atrapar los últimos días de vida de un cuarto hermano afectado de histiocitosis. Kristoffer es el bebé que humedece los ojos en este retrato plural. Lo más curioso es que las imágenes donde aparece son el resultado de más de 15 años de análisis de material fílmico por parte del director, que también se encarga del montaje. Su edición exhaustiva se complementa con grabaciones en presente para reagrupar a sus seres queridos en un trabajo que, en el fondo, se acerca antes al espíritu sanador de Carla Simón en su enigmática Carta a mi madre para mi hijo (2022) o a Laura García Pérez –que abre en canal sus emociones reforzando lazos maternos en su intenso debut Sóc filla de ma mare (2023)– que a las ediciones domésticas del mentado Sammy Fabelman. El montaje, de nuevo, manifiesta su condición de espejo que refleja la vida, nuestros miedos y un sentir frágil de la existencia.

    Einshøj rompe su silencio para expresarse a golpe de tijera a partir de fragmentos de cintas Hi8 que su padre, Søren, filmó en los años 90 como un acto de resistencia contra la muerte.


    Asimismo, The Mountains se lee como un acto de exploración contemporánea. Einshøj intercala fragmentos del baúl paterno en un trayecto redentor a través de Oslo, el sur de España y el círculo polar ártico. El humor es otro elemento acertado que oxigena la densidad de esta road movie de discurso existencial. Especialmente, cuando presenta a sus personajes. No obstante, lo que más cala es la entrevista a su hermano Frederik, un adicto al trabajo empresarial que suelta una confesión de las que hielan la sangre. De hecho, según Einshøj, sus padres no sabían nada de dicha confesión hasta que vieron el documental por primera vez. Como si éste cobrara una nueva dimensión al otro lado de la pantalla para contar una verdad ignota. Menos profunda, en cambio, es la figura materna. Eva Einshøj queda desdibujada en un conjunto dominado por hombres. Suya es la mirada perdida en uno de los momentos de duelo más amargos de la propuesta donde camina rumbo a ninguna parte. Como si Noruega le resultara confusa. El problema es que Einshøj no le presta demasiada atención. El motivo, tal vez, hay que buscarlo en su anterior documental. Precisamente, Haunted (2018) le concedía todo el protagonismo. En este mediometraje, Eva asegura haber visto una silueta espectral en la entrada de la habitación donde Christian y Frederik dormían de pequeños. Einshøj propone un relato de fantasmas que sigue de cerca sus rutinas. La filma tumbada en el sillón de una terraza, leyendo el periódico en el comedor o disfrutando de una puesta de sol mientras los pájaros cantan. Su mirada y sus gestos quedan radiografiados en una crónica que también incluye fragmentos de Hi8 como si el director sumara una capa más de memoria a su propio archivo familiar.

    En este sentido, Haunted y The Mountains componen un díptico personalísimo. Una saga nórdica dividida en capítulos que, tal vez, se necesitan el uno al otro para rellenar –no todos– los huecos de una narración descompensada. A pesar de ello, Einshøj despunta en el retrato de una realidad en la que es fácil reconocerse y emocionarse. La capacidad que demuestra en su debut para invocar la ternura es infinita. Lo consigue mediante una atmósfera tupida que encuentra en la música electrónica de Toke Brorson Odin y sus melodías de teclado su mejor aliada. Todos estos elementos alimentan la potencia de un documental ambicioso de experiencia catártica. El cine, en definitiva, se expone como un acto de redención compartida gracias a una cámara que despeja su apariencia de intrusa y ayuda a reparar el alma. ♦


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