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    Crítica | Sisi & I

    || Críticas | German Film Fest | ★★★★☆
    Sisi & I
    Frauke Finsterwalder
    Nadie como ella


    Emilio M. Luna
    Berlín |

    ficha técnica:
    Alemania, Suiza, Austria, 2023. Título original: «Sisi & Ich». Dirección: Frauke Finsterwalder. Guion: Frauke Finsterwalder, Christian Kracht. Compañías: Walker Worm Film, MMC Independent, C-Films, Dor Film Wien, Austrian Film Institute, BKM, Bayerischer Banken-Fonds, Deutscher Filmförderfonds, FilmFernsehFonds Bayern, Filmfonds Wien, Filmförderungsanstalt, Filmstandort Austria, Filmstandortförderung Schweiz, Malta Tax Credit, Medienboard Berlin-Brandenburg, SRG SSR Idée Suisse, Succes Cinema, Suissimage, Zürcher Filmstiftung. Fotografía: Thomas W. Kiennast. Reparto: Sandra Hüller, Susanne Wolff, Tom Rhys Harries, Anthony Calf. Duración: 132 minutos. Presentacion oficial: Berlinale 2023.

    El revisionismo histórico es una de las claves del cine alemán contemporáneo. Una mirada retrospectiva que aborda las consecuencias ideológicas y sociales de períodos fundamentales de la nación germana durante gran parte del siglo XX, que van desde los albores de la Primera Guerra Mundial hasta los prolegómenos de la caída del Muro de Berlín y la reunificación, pasando, por supuesto, por la irrupción del nazismo, la II Guerra Mundial y la incertidumbre de la posguerra. No obstante, la evolución de la ficción alemana del nuevo milenio ha acompañado la redefinición de la identidad de un país que se ha reconstruido en tiempo récord, convirtiéndose en una potencia económica y social en quince años. No por el contrario su cine, con una evidente deriva durante los años 90 y el primer lustro neomilénico. El vacío que dejaron autores como Fassbinder y la migración de cineastas de fuste al mercado anglosajón, despojaron a la industria germana de nombres y títulos relevantes. La rehabilitación de su sistema cultural y, por ende, de su sector cinematográfico, provocó la aparición de directores dentro de un panorama eminentemente localista, el cual, pese a sus intentos de quebrar fronteras, quedaba relegado a la cuota nacional de la Berlinale. Aun con ello, el cine alemán ha recuperado prestigio gracias al aporte de directores como Christian Petzold, Maren Ade, Angela Schanelec o Maria Schrader. Lo ha hecho, como indicábamos en la primera línea, desde la crítica y la reflexión sobre un pasado que se funde con un presente encriptado, en el que conviven el mestizaje social y las políticas neocapitalistas. Una nueva Alemania que sin embargo no deja de lamerse las heridas del pasado reciente; ya que toda revolución –volvemos al muro— sueña con el inconformismo de sus agentes. Un inconformismo que murió entre los cascotes que dividían la capital.

    Comentado esto, resulta especialmente interesante abordar un filme de amplio espectro como Sisi & I (Sisi & Ich, 2023), destinado a epatar desde una mitología básica y adulterada. Claro está, la vida y frustraciones de la Emperatriz Isabel de Baviera, Sisi, se erigieron durante décadas en los paradigmas del melodrama fílmico y literario para diferentes generaciones espectadores y lectores. Gracias, en gran medida, a la trilogía firmada por Ernst Marischka –Sissi (1955), Sissi emperatriz (Sissi, die junge Kaiserin, 1956) y El destino de Sissi (Sissi - Schicksalsjahre einer Kaiserin, 1957)—, un hito popular que se alargó durante décadas, sobremesas televisivas mediante. El realizador austríaco ofreció un retrato ostentoso y, a la vez, trágico de la última figura abrazada por el concepto romántico de la monarquía. Una representación a la que se le sumaron componentes extracinematográficos aportados por su actriz protagonista, Romy Schneider, a cuyo carisma físico se le unía una tormentosa vida sentimental que desembocó también en un trágico destino. En puridad, emergió un relato articulado sobre dos leyendas y el afán popular de elevarlas. La historia de la emperatriz Sissi es la de una emancipación fallida pero también la del ocaso de un continente al borde de la implosión; de la decadencia de un statu quo que fue el germen del cambio.

    El segundo largometraje de Frauke Finsterwalder parte de la demolición del mito, eliminando el tono melodramático y de infortunio. Ya en su debut, Finsterworld (2013), la realizadora se valía de la ironía y el humor negro para ofrecer una perspectiva del país, ya a la cabeza de la enésima salvación –esta vez económica— del viejo continente, a través de un ejercicio metacinematográfico apoyado en una pléyade de grandes intérpretes germanos. En Sisi & I, como decíamos, se quiebra la idealización de Marischka desde su raíz narrativa, ya que la perspectiva de la narración la aporta la dama de compañía de la emperatriz, la condesa Irma Sztáray, encarnada por una magnífica Sandra Hüller. Ya en las dos primeras escenas, con la exposición de las directrices por parte de la madre de la joven noble, se establecen las bases del filme: una visión caricaturizada, por momentos esperpéntica, de la monarquía europea de finales del siglo XIX; la del Imperio Austro-Húngaro, volcán socio-burocrático que explosionó por la combinación del cambio ideológico-social y la inacción estamental. Finsterwalder dibuja el discreto y absurdo encanto de la realeza capturando una cotidianidad basada en eternos períodos diurnos dominados por el hastío –que en cierta manera recuerda a lo ya descrito en María Antonieta (Marie-Antoinette, 2006) de Sofia Coppola— y las dinámicas obsesivas –se representa la bulimia de la monarca a través de dietas y rutinas físicas que rozan lo disparatado—, con sesiones nocturnas destinadas a cenas, eventos lúdicos y obras de teatro. Precisamente, en una dramaturgia, se presenta al personaje más rico de la cinta: el archiduque Louis Viktor de Habsburgo, termómetro moral de una monarquía perdida, impotente, en el protocolo, y totalmente alejada de la realidad.

    En esta desmitificación, el aparato fílmico corresponde con un anacronismo vinculado a una visión coetánea de lo que significa la monarquía. Una ruptura apoyada en la banda sonora –en la que fluyen temas de formaciones independientes como Nico, Le Tigre, Dory Previn, Portishead o Pop Tarts—; en la dirección de fotografía de Thomas W. Kiennast, cuyas elecciones cromáticas y encuadres rememoran un estadio onírico; y en los diálogos de aura posmodernista entre las dos protagonistas, Sisi (Susanne Wolff) e Irma. Más allá de su contexto histórico, y del alma transgresora de Finsterwalder, Sisi & I es una historia de camaradería entre dos mujeres que son conscientes que el castillo en el que conviven está cimentado sobre una ladera de vapor que se va disipando. La acción se centra en el último tercio vital de la emperatriz, con sus viajes por prescripción médica por el Mediterráneo, alejado de centro neurálgico del imperio. Justamente, este, el imperio, es la gran enfermedad de Isabel de Baviera, extrapolada a su relación con el emperador –un convincente Markus Schleinzer. Un matrimonio de conveniencia en el que no hay ni conexión ni apego, y del que Sisi no deja de huir, refugiándose en el universo femenino. El vínculo entre Sisi e Irina se mueve entre el interés, el capricho y la soledad de la primera; y la camaradería y la tensión sexual de la segunda. Esto último explica el último giro del filme, que sugiere una reescritura histórica propiciada por la ambigüedad –es una adaptación libre de las memorias de Sztáray— y la evolución de un rol que no deja de ser una valiosa guía que recorre los estertores de un modelo que voló por los aires, valga la paradoja, un par de décadas más tarde. Ese final abierto a la interpretación no es más que una licencia de un viaje por momentos fascinante que ofrece una perspectiva inédita y terrenal de un icono popular convertido en referencia de una ucronía que solo tuvo cabida en la prosa y en la pantalla. ⁜

    Sisi & I es la película ganadora del premio del público de la 25ª edición del German Film Fest. Actualmente no cuenta con distribución española. The Match Factory se encarga de sus ventas internacionales.


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