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    Crítica | Perdidos en la noche [Cannes 2023]

    || Críticas | Cannes 2023 | ★★☆☆☆
    Perdidos en la noche
    Amat Escalante
    La zanja de un thriller desencaminado


    Ignacio Navarro Mejía
    Cannes (Francia)|

    ficha técnica:
    México, Países Bajos, Alemania, Dinamarca, 2023. Título original: «Perdidos en la noche». Dirección: Amat Escalante. Guion: Amat Escalante. Compañías productoras: Bord Cadre Films, Cárcava Cine, Match Factory Productions, Pimienta Films, Snowglobe Films. Música: Kyke Dixon, MIguel Steinberg. Fotografía: Adrián Durazo. Presentación oficial: Cannes Première del Festival de Cannes. Reparto: Ester Expósito, Bárbara Mori, Juan Daniel Garcia, Jero Medina, Fernando Bonilla, Mayra Hermosillo, Vicky Araico. Duración: 120 minutos.

    México es uno de los países donde más personas desaparecen al día, a manos o por orden de narcotraficantes, policías corruptos u otra clase de delincuentes. La vida humana pierde así valor y a menudo cae en el anonimato, cuando de repente alguien ya no está, de un día para otro, porque, con toda seguridad, ha sido secuestrado o directamente ejecutado y enterrado en algún lugar recóndito. En su obra magna 2666, Roberto Bolaño dedicaba una parte importante, a lo largo de muchas páginas, para hacer un recuento del sinnúmero de mujeres asesinadas en el territorio mexicano, incidiendo en el nombre de cada una de ellas y sus señas de identidad. En todo ese fragmento, casi un interludio de la narración, la misma se apartaba del thriller para entrar en un tono más periodístico, para evocar con un lenguaje seco, crudo pero también neutral, tan inabarcable tragedia humana. Así la indignación que despertaba era más eficaz. Esto no quiere decir que el thriller no sea un género apropiado para narrar este tipo de relato, aun basado en hechos reales, aunque habría sido quizá más apropiado abordarlo con el ejemplo singular de Bolaño, por citar solo uno de los más elevados, que con el de otros nombres como Dostoyevsky o, ya propiamente en el mundo del cine, el de Elia Kazan o el de Alfred Hitchcock.

    Nada menos que tales son las influencias reconocidas por Amat Escalante en su última película, Perdidos en la noche, presentada en Cannes Premieres hacia el inicio del festival, por lo que tiene sin duda rasgos de ambición, que no acaba de medir bien. Su premisa es, de nuevo, la desaparición de una mujer. Esta defiende los derechos de un pueblo afectado por explotaciones mineras, que traen dinero pero también amenazas e incidentes varios. Tras manifestar su posición en una interrumpida asamblea a la intemperie, la mujer en cuestión es interceptada, de noche, con otros compañeros en su coche, y asesinada por oficiales al mando de un poder invisible. Esto, sin embargo, no es más que el prólogo de una historia que, tras una elipsis inconexa, sigue las desventuras de un joven que resulta ser su hijo, quien busca a su madre desde el día de su desaparición. En esta búsqueda obtiene una pista determinante cuando, por azar, interroga a un policía moribundo en el hospital, pues lo conduce al servicio de una adinerada familia conectada al crimen. Lo curioso es que esta familia reside en una mansión en medio de la nada, a cuyas inmediaciones acceden sin problema el joven y su precaria novia y se ganan fácilmente la confianza de estos privilegiados.

    A partir de ahí, la trama pretende desarrollarse, en clave de thriller, en torno a las pesquisas del joven protagonista en un entorno hostil y turbio, donde nada es lo que parece. No lo es desde las primeras imágenes del metraje, previas al mentado prólogo, que adelantan la decoración de la enigmática e inquietante casa donde será empleado nuestro héroe. Sin embargo, luego la historia se centra más en el exterior o en otras localizaciones, por lo que no aprovecha el marco que parecía diseñar, con intrigante anticipo, desde el principio. Tampoco centra bien el foco en las relaciones de los miembros de esta familia y lo que esconden, por lo que, una vez separados los personajes y desplazados fuera de la casa que a priori iban a compartir (donde habría sido fácil y provechoso poner en escena momentos de riesgo y suspense), el comportamiento de todos ellos se antoja casual o gratuito. En ello hay que incluir la relación con la incipiente novia del protagonista, rota por un descubrimiento que cae en la peor de las casualidades. Pero más gratuitas todavía resultan algunas acciones del padre, la madre y la hija (interpretada, por cierto y de forma sorprendente, por Ester Expósito) de la mentada y desestructurada familia, en particular en la última parte del drama. Incluso hay momentos presuntamente climáticos, hasta la escapatoria del joven, que parecen resueltos con desgana, casi se podría decir que de una manera cutre. Perdidos en la noche, a esas alturas, genera más confusión que expectativa en el espectador, también desorientado en la oscuridad de la sala: queda más pendiente de recordar lo que ha podido pasar anteriormente para entender lo que está ocurriendo en ese momento que pendiente de esto último en preparación, en vilo, para ver cómo puede resolverse posteriormente. Y es que la premisa, la base de todo el thriller, para entonces ha sido olvidada, al seguir derroteros aleatorios o inéditos, por lo que es imposible que, en este caso, pueda hacerse justicia con la memoria de la víctima.

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