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    Crítica | Nop

    || Críticas | ★★★★★ |
    Nop
    Jordan Peele 🇺🇸
    A la caza de la toma Oprah


    José Martín
    Telde |

    ficha técnica:
    Estados Unidos, Japón, 2022. Título original: «Nope». Dirección: Jordan Peele. Guion: Jordan Peele. Producción: Ian Cooper, Jordan Peele, David Torres. Productoras: Universal Pictures, Monkeypaw Productions. Distribuidora: Universal Pictures. Fotografía: Hoyte van Hoytema. Música: Michael Abels. Montaje: Nicholas Monsour. Reparto: Daniel Kaluuya, Keke Palmer, Brandon Perea, Michael Wincott, Steven Yeun, Terry Notary, Donna Mills, Barbie Ferreira. Duración: 130 minutos.

    Nop viene a ser la prueba de fuego definitiva para poder evaluar si, realmente, la fama de su director como uno de los grandes salvadores del género de terror, Jordan Peele, es merecida. Debutar con una ópera prima tan sorprendente como Déjame salir (2017), por cuyo guion original ganó un merecido Oscar, podría ser un arma de doble filo, ya que demasiadas eran las expectativas creadas sobre su segundo proyecto, aquel Nosotros (2019) que jugó la siempre sugestiva baza de los “dobles tenebrosos”, de un modo totalmente distinto al planteado, por ejemplo, en The Body Snatchers, la novela de Jack Finney sobre vainas alienígenas suplantadoras de cuerpos humanos. Peele triunfó de nuevo, alzándose como un autor con inquietudes, capaz de aunar crítica social –desde los vestigios de racismo ocultos bajo la hipócrita mirada amable de la clase acomodada americana de era post Obama (Déjame salir) a las diferencias de clases, con los despojos de la sociedad emergiendo de las profundidades para reivindicar su lugar (Nosotros)– con un sentido del espectáculo que él mismo defiende por encima de las distintas lecturas o interpretaciones más profundas a las que se puedan prestar sus obras. El realizador se ha comprometido con un género al que piensa dedicar su carrera, generando atmósferas de auténtico desasosiego y regalando imágenes de terror verdaderamente perturbadoras e icónicas. Nop confirma, de una vez por todas, que lo suyo no fue fruto de la casualidad. El talento, la personalidad única y las ganas de dinamitar todas las reglas escritas siguen aquí intactos, subiendo, además, la apuesta por el riesgo un escalón más. La suya no llega a las carteleras con la intención de ser la película del terror del verano ni de ganarse a ese público descarriado que aún no ha comulgado con su especial visión del horror. Lo que ofrece en este nuevo trabajo es un doble salto mortal sin red, con el que corría el riesgo de fracasar, ahogado en la propia ambición de la propuesta, pero que termina emergiendo como esa obra de madurez necesaria para situarle como la voz más original y necesaria que ha dado el terror en la última década. Un nuevo título destinado a generar todo tipo de controversias, pero que nunca dejará indiferente a nadie. Lo amarás o lo odiarás, no se admiten medias tintas.

    La historia comienza en un rancho en medio del desierto de California, donde Otis Haywood Sr. se dedica al entrenamiento de caballos para su posterior uso en películas o series de televisión, ayudado por su hijo Otis “OJ”, que será sobre quien recaiga la presión de perpetuar el decadente negocio familiar una vez que el patriarca muera en un extrañísimo accidente, tras ser alcanzado por un objeto caído del cielo. Esta presentación, tan bizarra como enigmática, no solo ayuda a entender el porqué de la actitud apática y retraída que caracterizará al personaje de OJ (Daniel Kaluuya sigue formando un tándem ganador con Peele tras Déjame salir) durante la mayor parte de la historia, sino que sirve de detonante para que entre en escena el otro personaje protagónico y fuerte de la misma, el de su hermana Emerald (genial Keke Palmer), radicalmente opuesta a él en personalidad, vitalista y resuelta, más preocupada en encontrar su propio camino en Hollywood que de continuar atada a unos terrenos sembrados de deudas. La relación entre los hermanos no es fácil, pero una serie de acontecimientos que ellos relacionan con fenómenos OVNI en los alrededores del rancho, hacen que se unan con el fin común de lograr una imagen del supuesto objeto volador que se escondería tras una nube que lleva meses inmóvil frente a su hogar. Imagen (citada como la toma Oprah por la chica) que les traería fama y el dinero suficiente para salvar el negocio de la quiebra al que está abocado. Este es el punto de partida de un filme que esconde muchas más capas de las que parece mostrar en un principio. Las imágenes de una subtrama, muy perturbadora y oscura, la del chimpancé que enloquece durante la grabación de la sitcom noventera Gordy´s Home, se repiten a lo largo de la historia principal, algo que podría desconcertar, pero que sirve muy bien para dibujar esa capacidad de Hollywood para arrasar con todo en su búsqueda del entretenimiento, presentando, al mismo tiempo, a Jupe (Steven Yeun), esa traumatizada estrella infantil, luego reconvertida en dueño del parque temático Jupiter´s Claim, otro de los escenarios claves de la trama. Y es que todos los personajes –especial mención para ese director de fotografía (inspiradísimo Michael Wincott) que remite tanto a la figura de Werner Herzog, entregado a la causa de obtener (¡con su cámara mecánica!) esa toma imposible que todos persiguen– , en mayor o menor medida, pretenden ser vendedores de ilusiones, siendo los protagonistas descendientes del hombre negro que montaba el caballo de la primera película de imágenes en movimiento, datada en 1878, un hito que solo ellos parecen recordar a día de hoy y que habla por sí solo de la facilidad con la que la fábrica de los sueños encumbra a sus mitos para luego relegarlos al más cruel de los olvidos.

    Si lo que el espectador espera encontrar en Nop es una película de ciencia ficción, sobre OVNIS, al uso, la decepción puede ser mayúscula. La nueva creación de Peele es mucho más que eso. Más en la línea intimista de The Vast of Night (Andrew Patterson, 2019) o el M. Night Shyamalan de Señales (2002), el director se mueve, en los primeros compases de su película, en unos parámetros intimistas y alejados de efectismos, tomándose su tiempo a la hora de entrar en “acción” y no mostrando sus verdaderas cartas hasta bien avanzado el metraje. Esto propicia una perfecta construcción de los ambientes, personalidades y relaciones que se establecen entre sus personajes, arrastrando al público en su descabellada empresa –al igual que hacen los hermanos con Angel (Brandon Perea), un vendedor de productos tecnológicos lo suficientemente friki como para convertirse en colaborador necesario–. Ya en su segunda mitad, Peele sucumbe al sentido del espectáculo intrínseco de estas historietas de civilizaciones extraterrestres superiores que llegan a la Tierra a visitarnos, y se vale del amor que siente hacia la imprescindible Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977) para capturar, tanto esa fascinación que la ufología siempre ha despertado en el ser humano, como el impacto de sus escenas de “abducciones” –imposible no recordar a una aterrada Melinda Dillon y a su hijo encerrados en su casa, acechada por un objeto luminoso que salía de entre las nubes– . Y no se detienen ahí los tintes spielbergrianos presentes en Nop, ya que todo el tramo final, climático y repleto de imágenes poderosísimas, viene a ser una suerte de Tiburón (1975) en el que cazador y presas también revierten sus roles, solo que cambiando la inmensidad de los océanos por el no menos amenazante cielo californiano. Tanto la indefinida amenaza volante como la forma en que están rodados sus ataques, destacan por la originalidad con la que están concebidas, todo un triunfo del uso de efectos especiales de manera creativa y de la magistral labor fotográfica de Hoyte van Hoytema, siempre a favor de la historia. Hay tanto (y buen cine) en cada plano de Nop, que todo el riesgo asumido por el director en su mezcla de terror, ciencia ficción, western –sí, de sus ambientes emerge la sombra desencantada y crepuscular de los últimos cowboys, la misma del Kirk Douglas de Los valientes andan solos (David Miller, 1962) que sobrevuela a sus personajes– y crítica social (siempre con humor negrísimo, como la manera a la que se acerca a la figura de los youtubers), se ve recompensando con una de las cintas de gran presupuesto más complejas del año, de esas que siguen arañando tu cerebro días después de su visionado. Es una gran película. ⁜


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