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    Crítica | Wild Indian | Filmin

    || CRÍTICAS | en FILMIN | ★★☆☆☆
    Wild Indian
    Lyle Mitchell Corbine Jr.
    Los cobardes mueren varias veces


    Raúl Álvarez
    Madrid |

    EE.UU., 2021. Título original: «Wild Indian». Director: Lyle Mitchell Corbine Jr. Guion: Lyle Mitchell Corbine Jr. Productores: Adriana Banta, Talia Bella, Katy Drake Bettner, Dan Burks, Jake Carter, Lyle Mitchell Corbine Jr., Celine Dornier, Jesse Eisenberg. Productoras: 30WEST, BoulderLight Pictures, Cinereach, Grey Hour Production Services, Logical Pictures, MM2 Entertainment, Pureplay Entertainment, Thunderbird Films. Fotografía: Eli Born. Música: Gavin Brivik. Montaje: Ed Yonaitis. Reparto: Michael Greyeyes, Chaske Spencer, Kate Bosworth, Lisa Cromarty, Tres García, Jesse Eisenberg, Phoenix Wilson, Julian Gopal. Duración: 90 minutos.

    Habría que remontarse como mínimo al rodaje de Las aventuras de Jeremiah Johnson (Jeremiah Johnson, Sydney Pollack, 1972) para entender el interés de Robert Redford en la cultura de los pueblos nativos americanos y su empeño por darles voz cinematográfica a través del festival de Sundance. Esta inquietud se articula desde 2004 mediante el Native American and Indigenous Program, y, dentro de este, el Native Filmmakers Lab. Wild Indian, ópera prima de Lyle Mitchell Corbine Jr., es fruto de ese compromiso, por lo que resulta importante tenerlo en cuenta a la hora de analizar su orografía como película más atenta a la palabra (la voz explícita de una comunidad) que a la imagen (su expresión poética). Es así desde el prólogo, cuando una voz en off explica la secuenciación de una antigua leyenda india sobre honor, hogar y naturaleza, hasta la escena inmediatamente anterior al final, que subraya de manera verbal una y otra vez la postura inmoral de su protagonista.

    A falta de un estilo visual sólido y depurado por la experiencia, Corbine Jr., autor también del guion, mima la literatura de una propuesta que funciona mejor en las confesiones que en los secretos de sus protagonistas, lo cual resulta paradójico ante un argumento cuya esencia dramática es precisamente la ocultación de un secreto y las consecuencias de esta decisión a lo largo del tiempo. Makwa (Phoenix Wilson / Michael Greyeyes) y Teddo (Julian Gopal / Chaske Spencer), amigos en una pequeña localidad del medio oeste americano, pierden la inocencia el día que el primero asesina premeditadamente de un disparo a un compañero de clase. Ninguno de los dos confiesa el crimen y Makwa se fuga de casa; sus padres, por cierto, son alcohólicos y violentos. Tres décadas después, éste es un ejecutivo de éxito en Los Ángeles, casado y a la espera de su segundo hijo, mientras que Teddo acaba de salir de prisión tras cumplir condena por delitos menores. El reencuentro entre ambos desata un lazo mal anudado de odio, ira e impotencia que se desarrolla entre los códigos del suspense y las convenciones del drama familiar.

    Sin potencia visual, insisto, pero con buen sentido del ritmo y un entendimiento profundo del material que maneja –Corbine Jr. se crió en reservas de Wisconsin y Minnesota–, el director concentra esfuerzos en decapar las facetas más inquietantes de la personalidad de Makwa y Teddo. Para ello opta por la confrontación primaria de los cuerpos y las mentes de ambos personajes, estableciendo así una suerte de mapa vivencial cruzado donde el presente es cautivo de un pasado doble. El asesinato del chaval, por una parte, y el olvido de la tradición y las raíces indias, por la otra, se expresan en la apariencia y la psicología de estos individuos cuya tragedia fue y sigue siendo una incapacidad congénita para superar su naturaleza de asimilados culturales. Makwa se esfuerza por parecer blanco y encajar en la vida urbana, (auto)convencido de que su crimen fue un error sin importancia. Esconde su conciencia para tratar de darle visibilidad a su consciencia impostada. Teddo se refugia en casa de su hermana con el propósito de darse una segunda oportunidad, (auto)convencido de que su silencio no debe prolongarse más. Expone abiertamente su conciencia porque no tolera la invisibilidad a que ha sido condenada su consciencia. En sus respectivas pieles se aprecian las huellas de lo inconfesable: las cicatrices de Makwa y los tatuajes de Teddo.

    En esa relación dialéctica se fragua el gran tema de Wild Indian y el motivo que la destaca por encima de otras producciones recientes del Native Filmmakers Lab, que no es otro que la violencia sistémica que produce el rechazo y el abandono que sufren los nativos americanos en sus comunidades. Makwa y Teddo comparten destino en la medida que son víctimas del mismo aparato represor. Sin embargo, sus caminos se bifurcan cuando deciden traicionar su única defensa ante el mismo; la valentía de su raza, relegada a las historias que cuentan los mayores y a los antiguos mitos, como la leyenda que abre el filme. Es tremenda en este sentido la reducción intencionada de la cultura india a la condición de mero fetiche; véanse los tótems en la casa de Makwa y las alfombras en la de la hermana de Teddo. Son apuntes breves pero notables en el seno de un título modesto, en el filo de lo televisivo, que se atreve incluso a trolearse a sí mismo y al público con la cómica presencia de un Jesse Eisenberg (productor ejecutivo) haciendo de… Jesse Eisenberg.

    Wild Indian salva los muebles con dos escenas incómodas que le permiten a Corbine Jr. trazar, esta vez, sí, solo con imágenes, un esbozo de la amoralidad implacable del asesino inconfeso. Me refiero al momento en que Makwa propone a una prostituta que se deje estrangular durante unos segundos –expresión feroz de su personalidad enfermiza– y al instante en que el propio Makwa, toda vez que se sabe libre de sospechas, contempla el mar adoptando un gesto que se sitúa entre la liberación y la culpa. Es evidente el vínculo conceptual que une esta escena con el inicio de la película –la cobardía inevitable del último guerrero–, como lo es el cambio de significado entre ambos enunciados en sus respectivos contextos narrativos. En la leyenda, un mundo se acaba. En la película, un mundo desaparece. ⁜


    Wild Indian, Lyle Mitchell Corbine Jr.
    Competición del Festival de Sundance.

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