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    Crítica | The Beta Test | Filmin

    || CRÍTICAS | en FILMIN | ★★☆☆☆ ½
    The Beta Test
    Jim Cummings, PJ McCabe
    Un protagonismo poco fiable


    Ignacio Navarro Mejía
    Madrid |

    Estados Unidos y Reino Unido, 2021. Título original: «The Beta Test». Presentación: Festival de Tribeca 2021. Dirección: Jim Cummings y PJ McCabe. Guion: Jim Cummings y PJ McCabe. Producción: Vanishing Angle / DiffeRant Productions / Songs of Rigor Films. Fotografía: Kenneth Wales. Montaje: Jim Cummings. Música: Ben Lovett. Diseño de producción: Charlie Textor. Dirección artística: Olivia Ferguson. Vestuario: Stephani Lewis. Reparto: Jim Cummings, Caroline Gaines, PJ McCabe, Wilky Lau, Olivia Grace Applegate, Jacqueline Doke, Jessie Barr. Duración: 93 minutos.

    Los agentes de Hollywood son gente despreciable. Al menos así se desprende de muchos testimonios de quienes trabajan en dicha industria, así como de las descripciones o caricaturas que de este mundillo se han llevado a la literatura o a la gran pantalla. Son gente sin escrúpulos, que para sus estrategias de venta viven de la apariencia y de la mentira, y que mercadean con sus clientes como si fueran objetos medidos por su diseño y su importe, que alardean de sus conquistas cinematográficas aunque quedan fuera de todo proceso de producción de la película, y que sacrifican relaciones personales y auténticas para priorizar un empleo que se basa en otro tipo de relaciones, las que no van más allá del interés económico. Con todo, siguen siendo seres humanos. Y este resumen de sus características no es sino una simplificación parcial, hasta injusta, de lo que puede ser un agente. Cabría pensar entonces que una película centrada en uno de ellos sacara a relucir ese componente humano, esto es, empático y sensible, para que el espectador pudiera identificarse al menos en parte con el devenir del protagonista. Procede detenerse en este punto porque algunas películas cuentan con un personaje principal negativo, pero normalmente ese antagonismo está mitigado, o compensado por la presencia de otros personajes que, aunque sean secundarios, proporcionan un asidero más fácil al espectador. A partir de ahí, este podrá tomar partido en su decisión de si desea el triunfo o la derrota del personaje principal en cuestión.

    En The Beta Test, al menos en la primera parte de su metraje, nos encontramos con una excepción de lo anterior. El protagonista es uno de estos agentes de Hollywood, y es en efecto un hombre totalmente despreciable. Tiene un comportamiento errático basado en la arrogancia y el egoísmo, sus gestos generan desconfianza y su forma de hablar resulta violenta e incómoda. Y, aunque tienen cierta presencia su mejor amigo, compañero de profesión; o su prometida, esta a priori de rasgos más positivos, estos personajes parecen inicialmente quedar al margen de la narración. Esta se centra en ese protagonista, y adopta de hecho una perspectiva subjetiva, pues no nos presenta al individuo como alguien que debamos juzgar desde fuera, sino que el guion y la puesta en escena están construidos en torno a su persona: de ahí el dominio de sus expresiones, el montaje en ocasiones tramposo, o los propios encuadres reveladores de su psique. No es casual que Jim Cummings, el actor que lo interpreta, sea también el codirector, coguionista y montador de la película. Por tanto, al espectador no le queda más remedio, aunque sea a regañadientes, que compartir sus experiencias, pero no le resulta sencillo inclinarse en esa balanza por la que se le pueda desear el bien o el mal. La propia naturaleza negativa del personaje nos llevaría a posicionarnos en su contra, pero esa estructura subjetiva, en cierto modo unipersonal del filme, además de fragmentada y casi anárquica, dejaría huérfana su historia si optáramos por condenar de primeras, en lugar de compartir, tales vicisitudes personales.

    En pocas palabras, en la primera parte del metraje de esta película, la posición del espectador es difícil, porque el protagonista resulta sin duda despreciable, pero no hay otros elementos por los que se pueda tomar partido. Esto se debe también a lo peculiar de una trama basada en el adulterio que cometen este y otros sujetos, al recibir invitaciones anónimas para encontrarse con otra persona desconocida en una habitación de hotel. Esas invitaciones las cursa una aplicación informática basada en algoritmos para encontrar a la media naranja de cada uno de sus usuarios, si bien estos desconocen inicialmente que son partícipes de tal experimento. En cualquier caso, la explicación tecnológica detrás de ese adulterio, sobre el que gira verdaderamente el conflicto dramático, es de desarrollo confuso y exposición tardía, por lo que, como decíamos, mientras tanto la cinta impone un visionado donde el escepticismo predomina sobre la conformidad. Más que de la historia en sí, uno puede entonces disfrutar del acabado técnico, que desde su primera secuencia logra una atmósfera turbia y sugerente, arrancando con la noche de Los Ángeles, y culminando este prólogo en un estallido de violencia brutal. Con todo, la crudeza que se puede pensar que va a definir The Beta Test se ve trastocada enseguida por una banda sonora donde la suavidad de las melodías remite a una estilización de la violencia menos efectiva y rompedora.

    The Beta Test, Jim Cummings, PJ McCabe.
    Festival de Tribeca.

    «La trama pretende avanzar por un camino poco transitado, ironizando con la corrección política exigida hoy en día y buscando sortear toda expectativa. Sin embargo, en varios puntos logra ese avance mediante escenas o pequeños giros que a estas alturas rozan el cliché».


    Es más, aunque la premisa y la ejecución de esta historia sean poco habituales, Cummings y su colaborador PJ McCabe caen en algunos recursos ya muy manidos: además de esa frustrante utilización de la música, otro posterior ocurre cuando el protagonista quiere ocultar esa invitación que ha recibido, y tanto su torpeza gratuita como la presión de su compañero de trabajo se lo impiden, cuando de forma realista no debería haber habido tal obstáculo. Dicho de otra manera, la trama pretende avanzar por un camino poco transitado, ironizando con la corrección política exigida hoy en día y buscando sortear toda expectativa. Sin embargo, en varios puntos logra ese avance mediante escenas o pequeños giros que a estas alturas rozan el cliché, y que por lo general no son verosímiles. Además del ejemplo anterior, otro detalle en este sentido sería el de la escena en que el protagonista se encara con una mujer que cree haber reconocido en una cafetería, y poco después de que sus acompañantes amenacen con pedir auxilio, entran dos agentes de policía en el establecimiento. Que casualmente, justo cuando un personaje se halle en una situación comprometida, las fuerzas del orden aparezcan en ese momento a su lado, es algo que se ve a menudo en el cine, pero que no se vería casi nunca en la vida real. Donde sí se impone la originalidad de la película, no exenta de méritos visuales y de momentos en verdad perturbadores, es en la comentada descripción negativa del personaje principal. El espectador puede mostrarse reacio a entrar en su dinámica, pero hay que admitir que Cummings y su equipo logran su propósito, porque cuando, ya en la segunda parte del metraje, se da más relevancia al mencionado personaje de la prometida, por la que se puede sentir inmediata simpatía y ya tomar claramente partido por ella y en contra de su novio, poco dura ese posicionamiento, por la propia evolución de este personaje. Queda entonces patente el cambio de representación y la reflexión que trae consigo un filme discutible, exigente, pero sin duda intrigante. ⁜


    The Beta Test, Jim Cummings, PJ McCabe.
    Festival de Tribeca.

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